Capítulo 25

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Erica



Me miro por última vez en el espejo antes de marcharme comprobando que llevo todo bien.
El maquillaje está perfecto, la coleta está perfectamente estirada y peinada.
Observo la ropa que llevo puesta comprobando que llevo todo bien: los vaqueros negros de talle alto ajustados me marcan las caderas, el top negro ajustado de efecto "cuero" me abraza el pecho y la cintura y los tacones negros me alzan quince centímetros más de lo que mido.

Al gustarme como me veo, asiento con la cabeza y salgo del baño. Los tacones resuenan en el suelo de mármol mientras que camino hacia el comedor.

No suelo ponerme tacones con frecuencia, de hecho, solamente me los pongo cuando me apetece o en alguna ocasión especial. No me gustan pero tampoco los odio, simplemente los uso cuando me apetece. Y hoy, me apetecía.

Nada más pisar el comedor y Katia verme, un silbido sale de su boca.



—¡Wow! ¡Estas cañón! ¿Dónde vas hoy CatWoman?
–pregunta mirándome de arriba a bajo.



—Al cumpleaños de Ronny. No me esperes despierta, no sé a qué hora volveré.


—No te preocupes. Estoy acostumbrada –ríe– solo ten cuidado ¿vale? Y... no tomes mucho alcohol, te conozco.



—¿Alcohol? Yo no tomo de eso. Solo agua.
–río y Katia ríe rodando los ojos.



—Pásalo bien.






Asiento con la cabeza.
Agarro las llaves de casa y mi móvil que descansan sobre el mueble del televisor y cuando tengo ambas, me despido de Katia y salgo de casa.

Cinco minutos después estoy frente al coche de Miles, abriendo la puerta y deslizándome por el asiento de copiloto. Saludo a los chicos: Raban, Billy y Gregg quienes están sentados en la parte de atrás, y después, Miles arranca de camino a la discoteca.



—¿Estás... preparada para ir de fiesta?




Miro hacia Miles, quien se detiene en un semáforo en rojo y desvía su mirada de la carretera hacia mi.

Frunzo el ceño.
Sé el por qué ha dicho eso, y noto cierta preocupación en su tono de voz.



—Estoy bien. No te preocupes.




Miles analiza mi rostro mirándome fijamente, como si intentara leer mis pensamientos y ver si es verdad lo que le estoy diciendo.
El semáforo vuelve a ponerse en verde y desvía su mirada hacia en frente, volviendo a conducir y centrándose en la carretera.

Hace un tiempo que no voy de fiesta.
Para ser exactos; desde aquel día donde hice algo que no debí hacer. Desde ese día no he tenido ganas de volver a una discoteca.
He salido con los chicos a tomar algo por la noche o a cenar fuera algunas veces, pero ir de fiesta a una discoteca, no. Y hoy vuelvo a hacerlo y estoy algo nerviosa, por alguna razón.

Hace unos años iba todos los días de fiesta e incluso dias de entre semana. Apenas dormía, pero no me importaba. Lo único que me importaba era la fiesta, alcohol y drogas.
Poder distraerme de mis problemas y de mi vida y poder divertirme sintiendo que era otra persona, y me sentía bien, pero cuando todo eso acababa, volvía a la misma rutina y misma vida de siempre.
Tomaba alcohol y drogas sin parar todas las noches que salía, como si la vida fuese a acabar pronto y no tuviese tiempo para hacerlo. Y todo eso se volvió en un bucle constante.
Pero hace un año que paré esa vida, me di cuenta de que no podía seguir así o iba a acabar fatal.
Y ahora, solamente voy en momentos concretos y haciendo un esfuerzo para no volver a ese estilo de vida.

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