Capítulo 71

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Cuando la lluvia decide instalarse en Manhattan, se instala por bastante tiempo y bastantes horas; desde que nos fuimos a dormir lleva lloviendo sin parar, el cielo está oscuro y hay relámpagos y truenos acompañándolo; parece mentira que estemos a casi finales de verano.

Kian sigue aquí, hemos desayunado juntos mientras que hablábamos normal y tranquilos, a pesar de la pelea que tuvimos ayer acalorada, la cual todavía no se me ha olvidado demasiado, no me sentaron nada bien sus palabras hacia mi.
Pero no es plan de estar mal el tiempo que nos quede juntos hoy, aunque espero que el cielo se relaje y deje de llover, o al menos, que llueva menos para que él pueda marcharse a su casa.

Me levanto del sofá y me dirijo hacia la cocina, cuando veo a Kian fregar las tazas y platos que hemos usado para desayunar.
Me quedo mirándolo desde el umbral de la puerta, observando su gran y ancha espalda, se pueden ver cómo sus músculos se contraen y se mueven mientras el va moviéndose.


—Deberías coger una fregona.
–dice de repente, espaldas a mi y sin mirarme,



Frunzo el ceño al no saber a qué se refiere y camino hacia cerca de él para servirme un vaso de agua.




—¿Para qué?
–pregunto confundida.


—¿Te parece normal el rastro de babas que estas dejando al mirarme? Tendrás que limpiarlo.
–dice ahora girándose hacia mi y mirándome a los ojos, mientras aguanta la carcajada que está a punto de salir de su garganta.


—Qué idiota eres.
–digo riendo y rodando los ojos mientras doy un trago al agua.



—¿Cuánto tiempo llevabas ahí atrás observándome como una acosadora?
–dice girándose al completo hacia mí mientras que con el estropajo está limpiando una de las tazas.



—Ya quisieras que estuviera observándote.


—A mí me ha parecido que es justo lo que estabas haciendo.



—Pues te ha parecido mal.




—Bueno. Si quieres auto convencerte...




Agarro el vaso y cuando voy a girarme para irme de la cocina, siento agua templada caer sobre mi.

Miro hacia mi camiseta empapada y pegada a mi cuerpo, después miro hacia el suelo donde hay agua en mis pies y después miro hacia Kian, con la boca abierta, sorprendida para mal.





—¿Qué haces? –pregunto molesta–.  Te vas a cagar.
–suelto.






Kian ríe y se da la vuelta para salir de la cocina, pero antes de hacerlo, agarro ahora yo el estropajo y se lo tiro dándole en la espalda.
Él agarra de nuevo el estropajo y me lo vuelve a tirar pero logro esquivarlo, lo vuelvo a agarrar y corro detrás de él por la casa hasta llegar al comedor, él intenta esquivarme en todo momento y cuando le lanzo el estropajo, él lo agarra en el aire mientras que ríe y una sonrisa malvada aparece en sus labios.

Grito mientras que río y huyo de nuevo hacia la cocina, pero él aparece detrás de mi.
Se acerca a mi a pasos lentos mientras que una sonrisa ladeada y siniestra está en sus labios, acorta la distancia que había entre los dos quedando a tan solo centímetros de distancia y me acorrala entre la encimera y su cuerpo, no tengo escapatoria.




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