Capítulo 13: Vancouver

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James me lleva de la mano hacia un lujoso restaurante, realmente me siento intimada por la miradas de odio por parte de las mujeres, y de lujuria por parte de los hombres. Mi esposo me tiene agarrada por la cintura al notar que todos los hombres no me quitan la vista, realmente me alegra ya que así no intentarán acercarse a mí.

Nos sentamos en una mesa bastante bonita al lado del gran ventanal que da hacia unas vistas hermosas, con grandes árboles de enormes hojas, y un pequeño estanco con una mini cascada.

―¿Te gusta?

―Es perfecto, ¿podremos ir después a ver el estanco? ―James asiente con una pequeña sonrisa, no puedo evitar sonrojarme por lo emocionada que estoy, tanto que parezco una niña pequeña.

―Hoy estás bellísima, parece que me estás provocando...

―¿Te provoco? A lo mejor esta noche dices otras cosas ―le doy media sonrisa y veo como sus ojo se oscurecen.

―Ya veremos si es verdad eso que dices ―roza su pierna con la mía por debajo de la mesa, y no puedo evitar pegar un respingón ante su tacto.

[...]

Durante la cena todo fue bastante intenso, sobre todo cuando llegó el plato principal, el cual consistía en lamer el interior de unos rollitos, por lo que utilicé mis habilidades para excitar a James, hasta tal punto que ha tenido que para la cena, pagar y llevarme casi arrastras al coche.

―James estás loco, mi postre ―digo con cara de pena fingida.

―Tu postre va a ser otra cosa ―me río y nos adentramos en la parte trasera del coche.

James me tumba en los asientos con delicadeza y empieza a subirme el vestido, además el tanga que llevo puesto favorece a la perfección para que podamos hacer el acto sexual sin molestias. Va directo hacia mi intimidad, y en ella empieza a dar cortos besos en los labios de mi vagina.

―Vancouver ―susurro para después gritar el nombre de James y gemir sin poder parar. James también suelta un gruñido y se corre en mi interior.

―Esto se ha sentido genial ―le digo agitada y con falta de aire.

―Además de tener un buen sexo antes de irnos a comer un delicioso postre, has adivinado por fin en qué parte de Canadá estamos ―James se ríe y siento las palpitaciones en mi interior, por lo que suelto un par de gemidos.

―Te voy a limpiar, túmbate nena ―le hago caso y me limpia con unas toallitas que tiene en el coche. No me había percatado de ello antes, parece que tenía todo planeado.

―Entonces estamos en Vancouver... ¡qué genial, me encanta! ―me abalanzo encima de James y se queda un poco tenso al principio, pero después me agarra con fuerza y mete su cabeza en mi cuello para olerme y estrujarme entre sus brazos.

―No es el único sitio que vamos a visitar en Canadá, preciosa ―me da un beso en la mejilla y nos colocamos bien en los asientos traseros.

Nos quedamos en silencio, pero no en un incómodo, más bien en uno tranquilo y lleno de paz. Hasta que James me coge de la mano y salimos del coche, pero para volver a meternos en los asientos de delante. Arranca el coche y nos dirigimos a otra parte de la ciudad.

―Voy a darte el postre, ¿o ya no quieres? ―me da una sonrisa traviesa.

―Claro que quiero... ―pongo mis manos juntas de emoción y doy dos palmaditas.

[...]

Finalmente, llegamos a la suite del hotel. Estoy cansada. James me llevó a una heladería, pero no a una normal y corriente, sino a una que solo la maldita bola de helado te cuesta un montón. Pero he de confesar que estaba delicioso, creo que no volveré a probar un helado tan exquisito como el de allí.

Deseo Incontrolable II [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora