Capítulo 51: Explicaciones

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Estamos en un banco del parque sentados desde hace al menos cinco minutos, la verdad es que cada uno está en una punta del mismo y ni siquiera nos miramos, o al menos yo no consigo mirarle.

―Creo que es mejor que me vaya... ―digo en un susurro―. No estás preparado para decirme nada.

―No, por favor, quiero hablar contigo, pero es tan difícil hacerlo cuando hace tiempo que no te veo, desde que eras tan pequeña y hermosa ―dice con una sonrisa de melancolía―. Estoy tan dolido... ―empieza a ponerse sus ojos rojos―. No puedo creer que de verdad estés viva, que te tenga aquí a mi lado. Mírate, estás echa toda una mujer y además estás casada con un gran hombre de negocios, ¿es bueno contigo? ―me pregunta y me quedo muda.

―Sí, peleamos como cualquier relación pero sí... ―le digo poco convencida―. ¿Por qué creías que estaba muerta? ―le pregunto directamente.

―Yo me separé de tu madre, pero no quería abandonarte, sé que es difícil para los niños crecer con sus padres separados, pero yo quería tu custodia, quería cuidar de ti y que nos alejáramos de tu madre ―empieza a decir―. Ella llevaba muchos años consumiendo drogas, al principio intentaba dejarlo, me pedía muchas veces ayuda, pero llegó un momento que ya no quería parar, quería continuar y ni siquiera me hacía caso.

»Un día llegué a casa, y la vi a ella en el pasillo semidesnuda con una botella en las manos, estaba llorando y desesperada, tenía sangre en las manos y corriendo entré a mirar por todos lados, buscándote, temía lo peor. Te encontré en la esquina de tu habitación tan pequeñita, y tenías la frente llena de sangre, estabas sollozando y te daba miedo emitir cualquier gemido. Entonces te agarré y te llevé al hospital para que te revisaran ―me señala la frente―. Por eso tienes esa marca en la frente ―me llevo la mano intuitivamente y toco la casi inexistente cicatriz.

―¿Qué pasó entonces? ―le pregunto.

―Dije que te caíste y te golpeaste, amaba a tu madre tanto que no quería denunciarla, pero eso fue el detonante para pedirle el divorcio, sabía que tú no ibas a estar segura con ella ―siento que mis ojos pican un poco e intento coger aire.

―Pero nunca me fui contigo, estuve con mi madre, todo el tiempo ―le digo con resentimiento.

―Mientras estábamos con los trámites del divorcio, te quedabas con tu tía para que estuvieras más segura. Yo estaba buscando una casa para alquilar, no me sobraba el dinero porque tu madre se lo había consumido en los últimos años, por lo que no teníamos nada de ahorros, y yo tenía un sueldo normal, para vivir el mes.

―Sigo sin entender por qué creías que había muerto.

―Tenía que cerrar una negociación que nos daría una buena cantidad de dinero si todo salía bien, por fin podríamos tener una vida los dos juntos y con tranquilidad, incluso quería mandar a tu madre a una desintoxicación para que se recuperara y tomara conciencia de todo ―dice con pesadez―. Me fui una semana, solo una para poder hacer los negocios fuera, me fui con la seguridad que me había dado tu tía de que ibas a estar bien. Confié en ella, pero me equivoqué.

»Tu tía me llamó llorando diciendo que tu madre y tú habíais tenido un accidente de coche. Por lo visto tu madre fue a buscarte y quería llevarte al parque a jugar. No paraba de decirme tu tía que lo permitió porque vio que estaba bien, sin haber consumido nada.

»Cuando llegué al hospital al día siguiente tu madre estaba de gravedad, pero la peor noticia fue cuando me dijeron que tú habías fallecido ―se le rompe la voz y empieza a llorar―. Yo les creí, les creí como un idiota. No pude estar en el mismo día ni al siguiente porque el próximo vuelo era en dos días, para entonces ya estabas enterrada y no pude hacer nada, ni siquiera despedirme de ti.

Deseo Incontrolable II [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora