Capítulo 42: Discusión

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Nos quedamos un buen rato mirándonos sin decirnos absolutamente nada. Pero decido romper el silencio y me acerco a él de manera desafiante.

―No puedes impedirme nada, ¿entiendes? ―le digo enojada y levantando el dedo índice.

―Tu padre puede ser peligroso ―me dice manteniendo la calma―. No sé por qué está en la ciudad, no sé si es porque quiere acercarse a ti o simplemente ha vuelto a su ciudad.

―James, me da absolutamente igual cuál sea el motivo por el que mi padre esté aquí, solo no quiero que interfieras en lo que yo quiero y en lo que no ―le digo cruzándome de brazos.

―Puede ser peligroso.

―¿Qué me va a hacer mi padre, James? No seas paranoico.

―¡No lo sé! Pero es muy raro que no se haya interesado en ti en todos estos años, que ni siquiera estuviera aquí y ahora de repente le da por volver cuando has tenido un accidente y has despertado del coma ―dice ya un poco desesperado.

―¡Pues que sepas que si quiero ir a conocerlo o hablar con él, lo voy a hacer!

―¡TÚ no vas a hablar con ese desgraciado! ―me grita. Me quedo sorprendida pero no me achanto.

―No te voy a hacer caso, y yo que tú mejoraba esa manera de interferir en mis decisiones porque no me gusta nada ―le digo muy seria y marchándome de la habitación, pero siento una mano agarrarme por el brazo y girándome con brusquedad pero sin hacerme daño.

―Alexa no me provoques, por favor, te estoy diciendo que no sé con qué intenciones viene tu padre, ¡ni siquiera sé si quiere hablar contigo! ―Entonces caigo en una cosa.

―¿Has estado vigilando a mi padre? ―James levanta una ceja en forma de duda―. NO te hagas el idiota, ¡dime! ¿Has estado vigilando a mi padre?

―¡Sí! ¡Lo he estado vigilando! ¿¡Contenta!? ―me grita a todo pulmón.

―Estás enfermo ―le digo con cuatro tonos más bajo que el suyo y entonces me marcho de la habitación para ir a la que estuve utilizando en los primeros días de cuando desperté del coma.

―¡Alexa! ―escucho como intenta ir detrás de mí pero le cierro la puerta en la cara y se queda afuera.

Me siento en la cama e intento coger aire para tranquilizarme. Esto es increíble, no me puedo creer que esté tan enfermo como para investigar a mi padre y saber cuáles son sus movimientos en la vida.

Dejando un poco de lado las estupideces de James me pongo a pensar en mi padre, ¿el señor que vino el otro día aquí y se marchó podría ser él? Lo dudo tanto... ahora me voy a obsesionar porque no conozco a mi padre y al saber que está por aquí en algún lugar me da curiosidad de saber de él.

Me llevo las manos a la cabeza y decido dormirme sin más. Mañana será un nuevo día y ya veré lo que hago.

[...]

Estoy en la floristería con las manos en la cabeza. Es la hora del descanso para almorzar y estoy en la parte trasera de la floristería, que es un pequeño patio rodeado de algunas flores sembradas y que separa la tienda del almacén. Hay una pequeña mesa de jardín y dos pares de sillas. Tengo unas fiambreras y jugo para comer que me ha hecho Nana, pero ahora mismo no tengo nada de apetito.

Steve se acerca con un bocadillo recién comprado de la tiendecita de al lado y se siente enfrente de mí para devorarlo.

―Parece que tienes muchas hambre ―le digo con una sonrisa forzada.

―Y tú pareces todo lo contrario ―me dice y yo asiento―. ¿Por qué?

―Ayer tuve una discusión algo fuerte con mi marido ―digo y él parece mirar un poco hacia el lado, hace un pequeño gesto que no logro entender pero tampoco le doy importancia.

Deseo Incontrolable II [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora