Capítulo 40: Flores y más flores

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Es por la tarde y estoy dando vueltas como una idiota mirando el teléfono y preguntándome si debería o no enviarle un mensaje. También estoy esperando a que venga James para hablarle sobre el trabajo en la floristería, además, le quiero enseñar el ramo. Seguro que se alegra muchísimo y más cuando le diga que he recordado algunos momentos de la boda. Se me emboza una sonrisa tonta en los labios y escucho la puerta de la casa abrirse. Salgo disparada para encontrarme con James y se me queda mirando extrañado.

―¡Hola! ―le digo acercándome y dándole un beso en los labios.

―Menuda sorpresa ―me coge por la cintura y me devuelve el beso.

―Es que tengo que contarte varias cosas que me ha pasado durante la mañana ―Me atrevo a cogerle de la mano y él suelta el maletín en el suelo al lado de la puerta.

Empezamos a caminar y los guío hasta el salón en donde se puede ver a la perfección el ramo enorme y hermoso en el centro de la mesa. Está metido en un jarrón de cristal con agua y se ve fantástico.

―¿Cómo puede ser? ―dice él acercándose al ramo―. Es exactamente igual al que te compré para la boda ―asiento―, pero, ¿cómo?

―Quedé con las chicas esta mañana en el centro, cerca del restaurante que fuimos la última vez y me dijiste que la floristería de enfrente fue donde encargaste el ramo, entonces fui aprovechando que estaba por allí y el chico encontró el pedido en los archivos del ordenador ―le digo acercándome a él y cogiéndole de nuevo de las manos―. Me lo hizo a lo largo de la mañana.

―Cariño... ―me da un abrazo apretándome en su pecho musculoso y me da un beso en la frente―. Muchas gracias.

―Pero esa no es la única noticia ―le digo―. También me vinieron algunos recuerdos del día de la boda.

―¿De verdad? ―empieza a besarme por toda la cara hasta llegar a mis labios y me besa con delicadeza. Sus carnosos y suaves labios empiezan a explorar como si no conocieran los míos. Abro levemente la boca y aprovecha para introducir su lengua con lentitud. Yo se lo acepto y empezamos un pequeño baile lento en nuestras bocas.

Nos tenemos que separar por falta de aire, sobre todo por mí. No tengo el mismo aguante que él.

―Y también hay otra noticia ―digo con timidez―. Por lo visto busca una ayudante, y le he preguntado si podría trabajar allí ―le digo acariciando su nariz con la mía.

―Me parece un buen sitio, es seguro y no creo que te vaya a ocurrir nada ―Pareciera que ronronea con mis caricias―. Pero que no se te acerque mucho Steve.

Me quedo congelada.

―¿S-steve? ―le digo tartamudeando.

―Sí, Steve, así se llama el dueño de la floristería ―me dice frunciendo un poco el ceño―. ¿Le preguntas si puedes trabajar allí, pero no su nombre? ―suelto un poco de aire contenido.

―¡Ah, sí, claro! ―me río nerviosamente―. Me había olvidado de su nombre...

―¿Está todo bien? ―me pregunta preocupado.

―Sí, sí ―me acerco para darle un beso más corto en los labios―. Me has puesto nerviosa con el beso que me has dado ―le susurro sensualmente.

―A lo mejor tendríamos que celebrar, ¿no? ―asiento lentamente y continuamos el beso.

[...]

A la mañana siguiente me levanto con energías. Acabé enviándole un mensaje a Steve de que iría hoy a la floristería a entregarle mi currículo, aunque de poco vale si no recuerdo nada de lo que tengo. James me estuvo ayudando junto con las chicas que vinieron a cenar.

Deseo Incontrolable II [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora