Capítulo 39: La floristería II

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Vuelvo a la floristería con la ilusión de encontrarme con el ramo más hermoso del mundo. Además, tengo muchas ganas de decirle a Steve sobre el trabajo de ayudante, me haría realmente ilusión poder trabajar y ganar algo de dinero por mí misma, ¡y encima en una floristería! Creo que es un trabajo muy hermoso.

Llego a la entrada de la tienda y me quedo perpleja al ver que la puerta está cerrada con un cartel que pone "closed". Mis hombros se bajan de la desilusión. ¿Habré tardado tanto con las chicas? He estado con ellas casi tres horas... pero no pensaba que esto iba a cerrar tan pronto. Miro la hora y veo que son las una y veinte de la tarde. A lo mejor es que cierra a las una para poder almorzar. Miro buscando si hay otro cartel con los horarios, hasta que me asusto viendo a Steve en el otro lado del cristal.

Me llevo la mano al pecho y suelto aire. Me da una cálida sonrisa y después me abre la puerta.

—Lo siento, no quería asustarte, ¿qué estabas mirando? —me pregunta curioso.

—El horario —digo ya más tranquila—. Como estás cerrado...

—Ah, sí —se lleva la mano al cabello para llevárselo hacia atrás—. Cierro normalmente a las dos, pero hoy he querido cerrar antes para poder adelantar con los ramos y también a que me diera tiempo a tener el tuyo listo, estoy hasta arriba —se ríe levemente.

—Es por mi culpa, ¿verdad? No tendrías que haberte molestado en mi ramo... podrías haberlo hecho en otro momento —digo mirando hacia el suelo sintiéndome mal. Seguramente tenga mucho trabajo que hacer para que yo le esté involucrando en mis problemas, como recordar algo de mi pasado.

—Ey, no te tienes que sentir mal ni mucho menos —dice poniendo su mano en mi hombro—. Anda pasa, espero que te guste el ramo. He tenido todas las flores, por lo que he podido hacerlo idéntico.

—Tengo muchísimas ganas de verlo —digo sonriéndole y pasando al interior de la tienda.

Caminamos un poco y me paro en el mostrador, pero Steve me señala con la mano que puedo seguir caminando hacia adentro. Intuyo que es la zona de almacén o algo así en donde prepara los ramos con más tranquilidad. Camino detrás suya y me quedo esperando en la entrada de lo que, efectivamente, es un almacén con muchísimos ramos ya preparados y flores de distintas clases plantadas.

—Me encanta, es como un invernadero —le digo fascinada.

—Estas flores que ves por aquí me las trajeron ayer por la tarde, están con luz artificial para que no se mueran pero lo suyo es que las plante cuánto antes en mi jardín.

—¿Tienes un jardín lleno de flores? —preguntó entusiasmada.

—Sí, debo tenerlo si quiero seguir con la floristería —me dice un poco tímido—. Es mucho más barato y bonito intentar tener las flores por ti mismo que comprarlas, entre que llegan y no, pueden ponerse pachuchas o romperse. Solo las que tengo más escasas son las que pido a un proveedor de confianza.

—Me parece una pasada todo esto —Empiezo a andar un poco más para ver las flores que todavía no han crecido del todo, pero en el proceso de ir hacia allí me tropiezo, y si no fuera porque Steve está a mi lado y me coge rápidamente, estaría en el suelo de bruces.

—¡Cuidado! —dice él mientras me da estabilidad y me suelta.

—Muchas gracias —digo con los cachetes como un tomate.

—No hay de qué —Se asegura de que esté todo bien y empieza a caminar—. Ven, te voy a enseñar tu ramo.

Voy detrás suya y llegamos a una zona del almacén en donde hay varios ramos y preparados de flores. Entre todos ellos hay una concretamente que me llama mucho la atención. Y cuando veo a Steve alargar sus enormes brazos hacia ellos me quedo en blanco como las propias flores. Como si se tratara de un vídeo en reproducción rápida, me vienen los recuerdos del día de la boda. En los movimientos de James, su amplia sonrisa cuando ambos dijimos ante el curo que aceptábamos casarnos, en cómo me leyó los votos. Su felicidad al bailar conmigo y sobre todo... no recuerdo más.

¡Mierda!

Estaba a punto de acordarme de más, estaba al nada de saber qué pasó después. Me llevo las manos a la cabeza un poco desesperada. Intento coger aire y al momento siento las manos de Steve en mis hombros. Me mira a los ojos pero yo no puedo fijarme en los suyos. Estoy totalmente frustrada. Estaba a punto de acordarme de más detalles y la continuación de la boda, pero instantáneamente mi mente decidió apagarse de nuevo.

—Dime, ¿qué ocurre, Alexa? —escucho decir a Steve preocupado.

—Es que... recordé un poco como fue mi boda —digo un poco triste.

—¿No deberías estar feliz por ello?

—Y lo estoy, lo estoy mucho pero lo que pasa es que iba a seguir recordando cuando a mi mente le dio la gana de parar y eso me pone triste —digo suspirando.

—Bueno, poco a poco. Ahora tienes que estar feliz porque al menos has podido recordar lo que seguramente haya sido el mejor día de tu vida —me da una sonrisa abierta y sincera. Este chico es increíble. Sabe cómo animarme y además es muy encantador.

He de admitir que si no fuera porque James y yo hemos avanzado en este última semana en nuestra relación, el estar cerca de Steve se me haría difícil, ya que es un hombre muy atractivo y que despierta interés en mí.

—Aquí tienes el ramo —me lo extiende y lo cojo en mis manos.

—Muchas gracias —las huelo y es muy agradable—. Bueno, dime cuánto te debo —pregunto intentando coger la cartera de mi pequeño bolsito.

—No me debes nada —levanta sus manos—. Es un regalo por nuestra amistad.

—¿Qué dices? No, no. No puedo aceptar un regalo como esto, tiene que valer un dinero y has cerrado para que te dé tiempo. Tienes ahora muchísimos encargos y has dedico a hacer el mío, ¿cuánto es? Dime por favor —le digo en súplica pero sigue negando con la cabeza y al cabo de unos minutos insistiendo me rindo—. Jo, pues muchísimas gracias de verdad, no sabes lo feliz que me has hecho al poder ver este hermoso ramo. Creo que tienes un don para esto.

—Sí, lo malo es eso, que estoy hasta arriba de trabajo y necesito una ayudante. Me gusta disfrutar haciendo ramos sin tanta presión, creo que me salen así más bonitos —dice empezando a caminar para salir del almacén. Yo hago lo mismo y le sigo.

—Hablando de una ayudante... antes vi el cartel en la entrada de la tienda... y bueno... a mí me gustaría preguntarte si yo...

—¿Te gustaría trabajar aquí conmigo? —se gira de pronto y casi me choco con él, pero quedamos separados gracias al ramo que tampoco recibe ningún impacto.

—¡Me encantaría! —digo con la mejor sonrisa de mundo.

—Entonces envíame un mensaje esta tarde y hablaremos de ello —me guiña un ojo y empieza a caminar dejándome detrás.

¿Lo ha dicho a propósito para que le hable de una vez por el WhatsApp? Espero que no sea así... ¿o si?

04/01/2022

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04/01/2022

¡Muy buenas! Otro capítulo más y este parece bastante interesante, ¿qué pretende Steve? ¿La está ayudando por algún motivo?🤔🤭

Muchas gracias por todo el amor y el apoyo.🤗🤗🤗

Deseo Incontrolable II [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora