Capítulo 52: Inesperado cuanto menos

1.5K 95 4
                                    

Narra Lizy:

Estoy nerviosa, muy nerviosa, ¿por qué? Me gustaría saberlo a mí también. No me puedo creer que de verdad vaya a hacer esto. Es una locura y me estoy tragando todo mi orgullo y dignidad.

Voy a encontrarme con Erick.

Puede que sea el error más grande de mi vida o puede que sea el mejor. No espero nada, no quiero nada de él. Simplemente quiero que hablemos las cosas y lleguemos a una tregua de paz. Tenemos amistades de por medio, y al fin y al cabo, siempre hemos sido un grupo de amigos, no quiero que porque él y yo hayamos tenido alguna especie de relación, lo dejemos de lado.

Pero aun así no puedo entender por qué estoy nerviosa. Es cierto que me sigue atrayendo y no puedo afirmar que haya enterrado todos mis sentimientos por él, porque me estaría auto engañando, pero tampoco puedo condenarme a intentar estar con él si él no quiere o simplemente se va con otra.

Me miro en el espejo y suelto un breve suspiro. Estoy lista, no le voy a dar más vueltas.

Cojo mi bolso y la llave del coche. Conduzco con tranquilidad hasta llegar al punto de quedada. Algo que no me esperaba en absoluto es que me fuese a invitar a su nueva casa, por fin ha comprado una a pie de playa y con muy buenas vistas. Erick nunca ha sido de ganar mucho dinero, pero sí ha sido muy ahorrador, así que ha conseguido el dinero para la entrada de la casa, ahora solo está condenado a por lo menos veinte años de hipoteca.

Llamo a la puerta y me muerdo un poco el labio de los nervios. Al final me abre y me da una pequeña sonrisa. Siento que mi corazón se ha acelerado un poco pero por fuera creo que no delato nada de mis nervios.

Me invita a pasar haciendo un gesto con su mano y entro a la casa. Me fijo en cada detalle de la misma y me parece espectacular lo bonita que se ve. Está un poco vacía y es entendible.

―Espero poder amueblarla más pronto que tarde ―se ríe y yo hago un pequeño gesto de sonrisa en mis labios―. Mira, al menos tengo mesa y algunas sillas para que nos sentemos a almorzar.

―Qué bien... ―digo casi en un susurro. Camino junto con él y nos sentamos en la mesa. Ahora que me doy cuenta huele fenomenal. Miro hacia la cocina y puedo fijarme que tiene una pequeña olla puesta al fuego y soltando humo.

―Estoy intentando hacer un poco de pasta, la que solía hacer cuando estábamos muchas veces reunidos todos estudiando hasta las tantas de la mañana ―se ríe―. Os gustaba bastante.

―Sí, la verdad es que estaba muy buena ―le digo animándome un poco―. Algo que haces bien... ―suelto sin darme cuenta y se queda callado mirándome―. Perdón...

―No tienes por qué pedir perdón, en realidad yo tendría que hacerlo ―dice llevándose una mano al cabello―. He sido muy cabrón sobre todo contigo, no tendría que haberte hecho el daño que te hice y ser claro desde el primer momento ―dice mirándome a los ojos directamente.

―No pensaba que fuésemos a hablar tan rápido ―le digo riéndome un poco―. ¿Tienes vino? Creo que eso nos puede ayudar a hablar ―él asiente con su mejor sonrisa y se levanta para ir a un mueble con puertas de cristal y lo abre para coger una botella de etiqueta blanca.

―No es el mejor vino, pero nos puede valer ―dice y me río ante su comentario.

―De acuerdo ―me levanto y voy a coger unas copas que he visto en el mismo mueble de donde ha sacado el vino, mientras que él va a por un abre corchos.

Me vuelvo a sentar con las dos copas y él viene para echarnos el vino. Me bebo la primera copa del tirón y lo miro.

―Creo que podemos empezar ―digo y él asiento juguetón―. Eres el mayor hijo de la gran puta que he conocido, mira que he conocido cabrones egocéntricos que solo querían echar un quiqui y a tomar por culo, pero es que tú te llevas todos los méritos.

Deseo Incontrolable II [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora