Me desperté con un brazo cálido a mi alrededor, y un calorcito cómodo debajo de mi cuerpo. yo solo había cerrado los ojos un momento para dejarme seducir por las caricias de Gabriel y me había dormido.
Estiré mi cuello perezosamente para ver al niño, él no había sufrido un destino diferente, su mano pesada y caliente abrigaba mi cintura, hacía un pequeño silbido gracioso con su nariz cuando espiraba aunque no llegaba a un ronquido como tal. Me detuve un momento analizando la situación, despertarlo se sentía mal, de hecho parecía tan tranquilo que me tomé el tiempo de observar cada detalle de su rostro, y dios, se veía tan joven en ese momento.
Vamos, yo no era exactamente el tipo ideal para juzgar a los jovencitos que se enredaban con tipos mayores, pero no quería detenerme a preguntar su edad. En serio. La barba que delineaba su mandíbula le aportaba algo de madurez a su rostro, suponía que era una de las razones por las que se la dejaba, Eric hacía lo mismo, solo que la barba de Eric solía ser más larga, mi mejor amigo se la dejaba porque su rostro era demasiado bonito y suave sin ella, en serio, pocas veces desde que pasó la pubertad lo había visto sin vello facial y era como ver el rostro de un bebé desnudo y angelical, era algo demasiado "bonito" de ver y no en el buen sentido, sus palabras.
Gabriel en cambio tenía un rostro hermoso pero nada que pudiera considerarse delicado, era guapo sí, pero definitivamente no bonito, era demasiado jodidamente masculino para serlo y apostaba que lo seguiría siendo sin barba, sus cejas espesas y tupidas con algunos vellos rebeldes que se perdían en el ceño, su nariz un poco ancha y torcida como si se la hubiera quebrado alguna vez, en vez de quitarle atractivo solo lo resaltaba contrastando con el espeso arco de sus tupidas pestañas oscuras y curvadas que formaba dos medialunas sobre su piel naturalmente bronceada. Dios, yo tenía que apartar mi vista de él si no quería parecer pronto un acosador.
Volví mis ojos a mi reloj solo por hacer algo y ...
Carajo.
Eran las 4 de la mañana.
Di un brinco fuera del sillón lo que acabó por despertar al muchacho que por poco no rueda al suelo.
-Gabriel tienes que irte-Apremié mirando a los lados. La casa parecía en completo silencio.-Mi esposo llegará en cualquier momento.-Le dije, en realidad Romeo ya debería estar allí, un alivio que sus amantes lo retuvieran a menudo horas extras. -¡Gabriel!
Gabriel pareció tardar un momento en comprender, su ceño se frunció haciendo que sus oscuras cejas prácticamente se transformaran en una sola antes de ponerse de pie de mala gana.
-¿Puedo lavarme?-Consultó haciendo énfasis en mi corrida seca, tomé un puñado de servilletas húmedas y se lo arrojé a la cara antes de apremiarlo en dirección a la puerta.
-No, tienes que irte ahora. por favor, vete, no tendrías que haberte dormido aquí.
Él en serio no debió quedarse aquí.
ESTÁS LEYENDO
Lo peor de mi (Gay+18)
Teen FictionHan pasado varios años desde que Jed y sus amigos dejaron sus años de adolescencia. Cansado de un matrimonio destinado al fracaso, Jed Jones decide apuntarse en clase de Kick boxing para evitar pasar tiempo en casa, lo que no espera es que el ins...