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"El mejor"

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"El mejor"

"Increíble"

¿Lo has visto hacer esto?

¿Lo has visto hacer lo otro?

Estamos a jueves y yo no había parado de oír las proezas de Hitler.

Literal oído. Porque me había pasado tres turnos de 10hs encerrado en la sala de residentes.

No podía ser tan  bueno, me negaba a creerlo.

Diablos yo no había hecho más que leer historias clínicas mientras mis compañeros atendían pacientes y veían cosas emocionantes.

Cada día de la semana Hitler me había cambiado la pila. El primer día me las aprendí esperando que preguntara, pero lo cierto era que ni siquiera se había molestado en mirarme antes de dejar una nueva carpeta en mis manos y firmar las horas de asistencia.

Era una jodida mierda.

Me había esforzado duro por entrar en el st. Patric , tenía uno de los mejores programas de residencias incluso con Hitler en su personal.

Tal vez porque Hitler estaba entre su personal, pero ese no era el punto.

No había estudiado horas y horas para dedicarme a ser archivista, que era toda la tarea que Hitler me había dado en los últimos días.

Cerré mi casillero de golpe con más fuerza de la necesaria.

Callie y Justin cerraron sus bocas  como si entendieran la indirecta.

Vamos, que parlotear de las increíbles cosas que vieron con Hitler era como contar dinero al lado de los pobres.

Yo me la pasé sentado, esperando que las horas pasen.

No estaba molesto.

No, me sentía frustrado.

Eso era una mierda peor.

Estaba a punto de dejar el hospital después de completar mi primera guardia de 24 hs y no tenía nada emocionante que contar. Vamos que todo el mundo sabía que las primeras 24 hs como médico residente ERAN las primeras 24hs.

Eran las 24 hs que ibas a recordar por el resto de tu vida, las horas que definían qué clase de doctor ibas a ser en un futuro... Eran...

Bueno ya entienden, eran importantes.

Y mientras mis compañeros lucían como héroes de guerra yo estaba fresco como una lechuga de hacer... nada.

No había hecho nada, la única orden de Hitler fue desaparecer de su vista.

No sé por qué no me quería,  pero vamos. No veía la hora de que terminara la semana para que me cambiara la tarea. Comenzaban a sentir que era una planta.

Como cada final de turno Hitler se apareció unos minutos antes de que terminaramos de cambiarnos, firmó y selló mi asistencia y luego se concentro en hacer un resumen de algunos de los  pacientes que habían visto ese día  respondiendo las dudas de mis compañeros sobre lo que vieron.

Lo peor de mi (Gay+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora