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No me importaron los gritos de Romeo, en el momento en el que supe que Eric habia desparecido borracho y en la noche, solo pensé en salir detrás de él

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No me importaron los gritos de Romeo, en el momento en el que supe que Eric habia desparecido borracho y en la noche, solo pensé en salir detrás de él. Romeó no podía entenderlo. En su mente intentaba dejarlo solo en nuestra  boda por ir detrás del “amor de mi vida secreto" minutos después de jurarle amor eterno.

No era eso. Yo amaba a Romeo, lo hacía incluso cuando se ponía idiota , yo lo amaba porque enfermizamente creía que sus celos eran su manera de quererme. Porque amaba el recuerdo de lo que habíamos sido. Amaba al  Romeo  del pasado, y lo que me habia hecho sentir aquel invierno  que fue el peor de mi vida y donde él habia hecho todo mejor. Donde a pesar de todo yo lo habia amado. Incluso después de pelear yo lo seguía amando, en retrospectiva estábamos  un poco enfermos ¿saben?

A veces despertaba sus celos a propósito, en especial cuando lo veía siendo lindo y coqueto con otros, porque yo quería que él fuera solo lindo y coqueto conmigo. Normalmente quería a Romeo solo para mi y poniéndolo celoso siempre era la mejor manera  de captar toda su atención. Era del tipo déjame  jugar pero no juguetes con nadie. No era raro que le hiciera  la contra. Eso es lo que tienen  algunos amores, te trastornan.  Romeo  y yo estábamos mal, locamente apasionados el uno por el otro y ansiando revivir un recuerdo que no era mas que una ilusión de un pasado que a veces se colaba en nuestras vidas, pero no lo suficientemente a menudo para mantenernos a flote.

Admito que la mayoría de las peleas de hecho iniciaban por mi culpa. Pero ese día no corrí para provocarlo, ni  porque quisiera que me celara para sentirme importante. Ese día estaba asustado. Habia tenido una pesadilla horrible al despertar. No,  no creía en premoniciones ni mucho menos en la posibilidad que me hubieran surgido dotes adivinatorios. Pero confiaba en mi mala suerte y estaba asustado porque no dejaba de pensar en ese sueño donde me perseguían , donde Eric sangraba y yo no podía hacer  nada por él y había alguien que me quería dañar y solo entregándome podía salvar a mis seres queridos.

El sueño en si no tenía  lógica pero habia despertado el miedo y ese es uno de los sentimientos menos racionales que existen.  En cuanto supe lo de Eric me aterré y el miedo de la pesadilla se asentó  en mi pecho. Si algo le pasaba… yo no podría… yo no podría soportar que algo le pasara.

Dejé  a Topal en el baño salí a la calle, estaba nevado y no había  nadie, caminé largo rato bajo las luces de la farolas llenando de llamadas a Eric,  una tras otra fueron directamente a su buzón, el maldito ni siquiera tenía el teléfono prendido. Mi loca familia estaba en guerra todos contra todos en ese momento por lo que estaban más entretenidos en sacarse los ojos entre ellos que en ayudarme a buscar a nuestro pelilargo borracho.

Entendí que había sido el que armó todo el conflicto, pero realmente era lo que menos me importaba, no iba a dejarlo borracho y en la nieve. Eric era mi  hermano, mi compañero, mi  parabatai, si, por cursi que suene, lo habíamos determinado así desde que de adolescente conocimos el término, éramos dos Freak y lo amaba, no de la manera que él  quería o al menos eso en ese momento me parecía ridículo e impensable , pero lo amaba lo suficiente para salir a congelarme los huevos en su búsqueda sin importarme si Romeo me dejaba al otro día. A veces creo que   lo amaba tal vez más  de lo que el  me amaba a mi, más de lo que él necesitaba que lo amara, y eso fue lo que nos arruinó, porque Eric podía gritar a los 4 vientos que me amaba pero no parecía importarle la posibilidad de perderme si con eso cumplía su capricho de llevarme a la cama.

Lo peor de mi (Gay+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora