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Mi mejoría no duró demasiado

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Mi mejoría no duró demasiado. De hecho toda la primer semana después de que llegáramos a destino me la pasé metido en la cama a pesar del clima tropical.

Sabía que Romeo estaba molesto por eso. Teníamos un plan detallado de turismo, estaríamos un par de semanas en Edén, así se llamaba el rancho de Eric. Era una cosa increíble, literalmente no necesitabas nada más, tenía su propio oasis que te hacia sentir en medio de la naturaleza con saltos que llegaban de las montañas y desembocaba en un lago interno a la propiedad donde podías refrescarte.

Era un sitio bellísimo, y estaba equipado con lo ultimo de tecnología por lo que te daba ese aire de hondonada aislado pero conectado al mundo. El personal era escaso pero lo suficiente para que todos los servicios estuvieran cubiertos con completa discreción. Que se trataba de una isla privada, un no tan pequeño paraíso tropical donde estaban la mayor parte de las plantaciones separadas por un espeso bosque tropical del rancho y la zona costera. La unica manera de llegar a la ciudad era en bote, Eric nos había dejado su Yate.

Definitivamente era un lugar para pasar la luna de miel de tu v ida.

Dios, y el cuarto que nos asignaron tenía el mejor colchón que había probado en mi vida y las sabanas, batas y demás eran increíblemente suaves. Fue una pena desperdiciar 15 días en la cama sudando y no de la buena forma. Pero las fiebres habían vuelto y por otro lado las marcas de las manos de Romeo, regalo de bodas, se habían hecho más que notorias en mi piel.

Creo que esa fue la razón por la que no soltó ni una queja sobre que me quedara todo el día en nuestro cuarto. Eso y mi sospecha de que me había agarrado un virus tropical que se sumara al resfrió que traje de casa.

Me sentía morir, a la semana pensamos en suspender la luna de miel y volver a casa pero la sola idea de subirme a un avión me daba nauseas. Estuve con vómitos varios días hasta que una tarde de pronto empezaron a remitir, nos habíamos perdido la mitad de las vacaciones para eso. Lo que hizo que Romeo quisiera recuperar el tiempo perdido. Aun me sentía un poco débil pero apenas si nos quedaba una semana y su entusiasmo por conocer la ciudad me obligó a acompañarlo, vamos, se había pasado los últimos días haciendo de enfermero a tiempo completo.

La primera mañana en la que no escupí mis tripas en el retrete llamamos al capitan de Eric, el hombre era un viejo marino por lo que me contó mientras lo acompañaba, después de retirarse se había dedicado a navegar para hombres ricos aunque según me dijo aun le gustaba entregarse al mar de vez en cuando.

El viaje en yate estuvo bien, o eso dijo Romeo, vamos, apenas acercarme al borde me mareé y me metí dentro a hablar con el capitán, pero las fotos que él tomó eran buenas así que supongo que era cierto. Aun conservaba esa pasión por la fotografía aunque se había transformado en más en algo como un hobbie que un verdadero trabajo a tiempo completo.

En la ciudad lo acompañé a todos los destinos que el guía nos recomendó , eso incluía balnearios y museos. Desde el castillo de los tres reyes hasta la finca de Hemingway, El idioma le era más fácil a Romeo que a mi, por lo que le tocó hacer de traductor mientras yo me limitaba a seguirlo y sacar fotos que luego él criticaría por algún fallo en el ángulo o la luz.

Si lo preguntan, mis fotos se veían mejores que las suyas y creo que por eso las odiaba.

A medida que los días pasaban, y los viaje en yate se hacían más frecuentes, el mareo era menor y hasta me asomé a la borda. La vista era increíble, esa noche planeábamos ir a bailar al "gato tuerto" por lo que el día anterior habíamos reservado habitación en el Hotel Nacional para pasar la noche, en lo personal me gustaba pasar el menor tiempo posible sobre el agua.

-Precioso, ¿no?-Pregunté aferrado al barandal mientras dejaba que la brisa chocara mi rostro. Romeo que estaba parado cerca de mi tomando fotos pasó uno de sus brazos por mis hombros para estrecharme a su costado y rodeé su cintura con mi brazo de forma automática viendo el paisaje que se extendía más allá de la isla de Eric.

-Realmente precioso.-Aceptó con un tono demasiado meloso. Cuando alcé la vista, él me estaba observando y no pude evitar ruborizarme por eso.

De alguna manera creo que realmente nos amábamos. Intenté bajar la vista pero Romeo me lo impidió tomando mi rostro con sus manos para dejarme un beso en ellos.-Te amo tanto, amore mío.

Yo me limité a hundir mi rostro en su pecho sintiendo como mis orejas quemaban de vergüenza mientras Romeo soltaba un par de carcajadas roncas.-Cualquiera creería que a estas alturas tu me responderías al menos con un yo también.

-Sabes que si.-Gruñí. Romeo acarició mi cabello y nos quedamos así acurrucados el uno en los brazos del otro hasta que por fin tocamos tierra firme.

El resto bar al que fuimos servía comida internacional, por lo que Romeo degustó platos típicos mientras yo me limitaba a un Filete con papas, mi estomago no estaba de ánimos para una orgía de sabores lo que puso a Romeo de mal humor a pesar de que intentara disimularlo. Sé que el quería hacer toda esa mierda de compartir comida y probar cosas, yo estaba a media maquina.

-Ve a bailar.-Ofrecí cuando un par de horas después lo vi suspirando de aburrimiento mientras observaba a las parejas en la pista mientras un grupo vocalizaba una "salsa".

Yo no bailaba, no me gustaba y había nacido con dos pies izquierdos, vamos, toda mi vida había sido de esos que se balanceaban en las discotecas esperando que alguien se apretara a mi cuerpo para irme a joder. Eso era todo, en el mejor de los casos saltaba y hacía el indio con mis amigos, yo simplemente no bailaba y mucho menos con la gracia con lo que lo hacían las parejas de la pista.

Jesus, eso de que los latinos tenían la música en la sangre era el eufemismo del año, esas personas exudaban sex-appeal y destreza. Vi Romeo dudar un momento, casi creí que se quedaría sentado a mi lado pero acabó levantándose y al poco tiempo lo vi apretándose con un tipo en la pista mientras daban giros y más giros al ritmo de "aguacate... y no se que más" no entendía nada de la letra, pero si que de alguna forma los bailarines se entendían.

Se había formado un círculo en la pista donde una pareja bailaba mientras los otros esperaban el turno para irse pasando al bailarín principal, un moreno con el cabello rizado y pantalones blancos tan ajustados que parecía imposible que pudiera moverse con tanta maldita libertad.

Observé a mi esposo un buen rato peleando con los otros bailarines por la atención del chico de los rizos café y los labios gruesos, luego me volví a la barra y pedí un trago para ignorar que de hecho me molestaba que Romeo se divirtiera sin mi. Me molestaba que su atención estuviera puesta en otro, y me molestaba aún más no saber que por lo visto la habilidad de Romeo para mover sus caderas no se limitaba solo a nuestra cama.

okey amores, hace mucho no me pasaba por aquí, pero es que tengo un bloqueo con Cain asi que pues... bueno, algo tenía que actualizar jajaja los amodoro.

Lo peor de mi (Gay+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora