Yo conocía a mi jefe, y había aprendido con el correr de los días cada uno de sus escondites, por lo que no me costó demasiado encontrarlo en una de las salas de suministro del ala que daba a la zona de la morgue. No era una sala muy utilizada en realidad, por eso sabía que si no estaba en ninguno de sus otros escondites, estaría allí. De hecho cuando lo encontré él estaba de espaldas a la puerta, había una estantería de descartables que había sido tirada al suelo y él estaba en medio del caos mirando la pared.
-Lo recogeré.-Dijo. Su voz sonaba quebrada cuando sorbió por la nariz. Estaba llorando. Es decir, yo nunca lo había visto llorar, literalmente hablando, lo había atrapado en malos momentos, pero nunca lo había visto hecho un maldito mar de lágrimas como en ese momento.
Yo no supe que hacer, así que me acerqué a la estantería y la puse en su sitio volviendo las cosas a sus lugares.
-Maldita sea, dije que ya lo recojo yo!-Se quejó y entonces se giró, su boca hizo una mueca de sorpresa al verme antes de apresurarse a limpiar su rostro. -Gabriel ¿que haces aquí?
-quería ver como estabas-admití, porque intentar fingir que lo había encontrado por sorpresa era absurdo. El me sonrió sin gracia regalándome una sonrisa rota antes de soltarme un:
-De puta madre Gabriel, ¿no lo ves? Estoy de puta madre. Vete-Dijo y Estaba siendo un cabrón ¿de acuerdo? asi que yo no le hice caso, porque él podía ser todo un hombre obstinado y espinoso, pero yo lo era aún más, así que rompí la distancia entre nosotros y lo abracé.
-Que me sueltes. Cuando las personas se esconden es porque no quieren ver a otras ¿te lo escribo en una nota para que lo entiendas? vete gabriel ¡dejame en paz!
él se resistió, me dio pelea por unos buenos segundos, sacudiendose entre mis brazos hasta que al final se aferró a la parte delantera de mi uniforme, haciendo un puño con su mano y hundió su rostro en mi pecho. Como si mi abrazo hubiera sido contraproducente el comenzó a llorar de nuevo.
-me duele.
-Donde?-Consulté de inmediato en plan de evaluación inicial. Jones entonces negó.
-todo. Me duele todo.
-¿como puedo ayudar?
-solo sígueme abrazando. -me pidió y mierda yo no pude negarme, nunca hubiera podido negarme a ese par de ojos tan necesitados.- las palabras pueden ser peores que los puños, mucho peores.
Comentó vagamente cómo si la reflexión fuera en realidad más para él que para mí.
-¿Que te dijo ese bastardo?-gruñí cuando conseguí que mi voz sonara medianamente normal.
Yo en serio me estaba esforzando por que no se sintiera juzgado, pero en mi cabeza yo quería gritarle que lo dejara ya y de preferencia que se viniera conmigo. Pero no lo hice, en realidad no porque no quisiera, yo en serio quería, sino porque 1. No tenía mucho que ofrecerle y 2. No quería presionarlo y que se aleje. Cuando estuve seguro de que ya no se iría a ningún lado alcé mi mano y acuné su nuca dejando que su cabello rubio se deslizara entre mis dedos.
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Lo peor de mi (Gay+18)
Teen FictionHan pasado varios años desde que Jed y sus amigos dejaron sus años de adolescencia. Cansado de un matrimonio destinado al fracaso, Jed Jones decide apuntarse en clase de Kick boxing para evitar pasar tiempo en casa, lo que no espera es que el ins...