90

984 142 64
                                    

Seguí a Gabriel hasta la sala de jefes de residentes, con un gesto él me preguntó si podíamos pasar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Seguí a Gabriel hasta la sala de jefes de residentes, con un gesto él me preguntó si podíamos pasar. Entré primero y el me siguió, como en un acuerdo tácito nos dirigimos hacia el cuarto de las camas marineras que siempre usábamos, habíamos pasado mucho tiempo allí en realidad, aunque ese tiempo había terminado. Yo lo había terminado supongo. yo lo había evitado bastante en el último tiempo. Él me había hecho prometer que llamaría a la terapeuta que me dio. En realidad yo sí lo hice, llamé y pedí una cita, y fui, no es que hubiéramos avanzado mucho, creo fervientemente que yo no le agradaba mucho, o tal vez ella no me agradaba mucho a mi, pero de todos modos quería decirselo a Gabriel, solo que no lo hice.

Seguir buscándolo era malo para ambos, yo me había vuelto un experto evitando personas en el último tiempo. Prueba de ello eran todas las llamadas perdidas que tenía de Mónica en mi teléfono. Porque sí, yo tenía casi treinta años, una carrera, independencia económica, estaba casado y pagaba la renta de mi padre, pero mi madre seguía tratándome como si yo fuera un crío al que podía reprender por pelear con su hermano. Había recibido un par de llamadas suyas diciéndome lo decepcionada que estaba. Las había ignorado, yo ya me sentía lo suficientemente decepcionado de mi mismo, no necesitaba a mamá recordándome las cosas que hacía mal. yo era un adulto ¿si? Entendía que no había hecho las cosas bien, pero que mi madre me diera lecciones sobre la unidad de la familia y esa mierda era bastante molesto. Yo en realidad estaba bastante molesto con la vida.

-¿entonces qué?- pregunté parándome de espaldas a Gabriel. Su presencia me quemaba demasiado, en especial cuando estábamos a solas y yo no confiaba en mí mismo para verlo a la cara y contenerme sin nadie que nos viera. En realidad, odiaba un poco que Gabriel me hiciera sentir así. yo en serio me estaba esforzando por evitarnos problemas a ambos, pero no me lo estaba poniendo fácil

-¿puedes mirarme?

no, no quería, era lo que menos quería.

-por favor.

me giré y lo enfrenté. El lucía tan lindo como siempre con sus ojos tiernos y preocupados.

-¿hice algo mal?-Preguntó y el gesto dolido en su rostro fue demasiado para mi.

-Dios, no Gabriel, tu no hiciste nada malo.

¿Cómo demonios siquiera podía pensarlo? El niño era todo lo bueno que había conocido en la vida. en serio ¿Cómo podía pensar que hizo algo malo? El solo era demasiado bueno.

-¿por que estás enojado conmigo, entonces? No entiendo qué hice para que me evites. Te extraño.

-no estoy enojado contigo Gabriel yo solo...-intento cuidarte (de mi).-Esto que teníamos no es bueno para nosotros ¿si?

-yo lo sentí bueno y creo que te hice sentir bien ¿no lo hice?-Preguntó con un puchero orgulloso. ¿Cómo te podías mostrar orgulloso blandiendo un puchero? nunca pensé que fuera posible, pero él podía, cielos. Me estaba matando, Gabriel me estaba matando.

Lo peor de mi (Gay+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora