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Jed

Había solo una cosa que odiaba más que perder a un paciente y dios, que lo odiaba, pero odiaba más a los residentes en su primer día. Polluelos asustados que terminaban perdiéndose en los pasillos y trayendo más problemas que los que solucionaban.

Me acerqué hasta la enfermera que hacía de secretaria administrativa,  para que me diera mis nuevas victimas.

Estaba teniendo un mal día, que va, como de verdad malo, la noche anterior había discutido con Romeo. La cosa comenzó con que no quería a Eddy Jr en casa. Discutimos duro y nos echamos mucha mierda en cara, probablemente debí darme cuenta en ese momento que esa fue la primer señal de alarma...

Pero no lo hice.

Cuando quería, podía ser ciego, como de verdad muy ciego.

Me dije que era normal, parte de la adaptación.

Llevábamos unas semanas conviviendo juntos, conseguimos un piso en zona neutral entre el restaurante y la clínica St. Patrick donde yo trabajaba.

Algo curioso, porque cuando era adolescente odiaba este sitio, ahora pasaba todos mis días entre los pasillos con olor a desinfectante, en algún punto había dejado de revolverme el estomago estar frente a las puertas de un hospital y se hizo mi segunda casa, después de  pasar tantas horas aquí con lo de Edd, supongo que necesitaba seguir en casa y que por eso decidí dedicarme a la medicina.

Me especialicé en emergencias, me gustaba la medicina interna, cuando estaba en el hospital todo dejaba de importar. 

Una vez te ponías la bata, salías a la sala de trauma y todo se limitaba a recibir al paciente, escuchar el informe de los paramédicos y actuar bajo presión.

Era casí como vacacionar con dosis altas de adrenalina.

Necesitaba un poco de eso, algo de adrenalina para que mi día mejorara pero no.

A mi parecía que un jodido rinoceronte me había meado, entonces, en vez de poder estar en mi querida sala de emergencias, debía ir a hacer de niñera a un puñado de críos que aún no sabían ni sacarse los mocos.

Sandy, conociéndome dejó la planilla de asistencia sobre el escritorio y se retiró a "atender una llamada" supongo que resguardándose de mi malhumor de primer día. Pero lo cierto era que Sandy era una enfermera de puta madre, lo digo en serio, si fuera ustedes nunca me pondría en contra de una, que esas mujeres tenían la habilidad de manejar tu dolor a su antojo. Que si ellas quisieran podrían hacerte ver las estrellas y no en el buen sentido.

Y no era tan tonto como para ponerme en contra de Sandy, que todos terminan alguna vez en manos de una enfermera y créeme QUERRÁS  tenerla de tu lado cuando a nadie más le importe mierda lo que te pasa.

Pero más allá de eso, Sandy de verdad era una mujer de puta madre, lo digo en serio, de verdad. Siempre estaba un paso por delante de uno, como en esos momentos en los que dejó un café sobre el escritorio para mi.

Le di las gracias, como la buena persona que no era y decidí pagar mi frustración con los pequeños borreguitos.

Deshice mis pasos despidiéndome de mi querida sala de urgencias, y fui al ala derecha del hospital en el primer piso, pasando por una rampa, subí la escalera de caracol que se encontraba a la derecha y por fin acabé un el pasillo que daba a las salas de residentes.

Sí, tal vez, solo tal vez, era un poquito complicado andar entre las pastillas del hospital. Si se lo preguntan, no tengo la menor idea de porqué los pasillos están enumerados como "pastilla 1, Pastilla 8, Pastilla 13..." bueno ya me entienden.

Lo peor de mi (Gay+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora