Yo aún estaba histérico cuando llegamos al hospital, lo que fue un alivio porque no pude contestar ninguna de las preguntas que hizo el paramédico, ni la policía. yo había perdido mi mierda, si fue porque me preocupaba el estado de Romeo o la libertad de Gabriel, no tengo la menor idea. Yo solo no había podido responder a nada. Todo se había venido abajo en segundos, y no sabía cómo detenerlo. Era como si mi vida de pronto hubiera estallado y yo no tuviera la suficientes manos para recoger los pedazos mientras iban cayendo al vacío. Yo no sabía que hacer o como sentirme o actuar.
A ojos de todos, yo probablemente estaba actuando como un esposo preocupado, lo cierto es que yo odiaba estar allí. Yo quería estar en cualquier lugar menos en el maldito pasillo de los familiares mientras esperaba que alguien me diera noticias sobre el estado de Romeo.
Yo tal vez hubiera dejado de hiperventilar pero seguía perdiendo mi mierda, quería vomitar, quería salir de ahí, en serio. Quería sacar esa molesta sensación de adentro mío. Yo no pude sentarme desde que llegamos, yo estuve andando de un lado al otro todo el rato, de hecho, lo intenté, cuando llegó la primera arcada que actuaba como reflejo de mi cuerpo intentándose desprenderse de la mierda. Los otros familiares me observaron con preocupación de echo una mujer mayor acercó una botella de agua a donde yo estaba, yo la tomé y le di un trago luego de comprobar que aún estaba con el pestillo de seguridad, respiré un par de veces pero eso fue todo. Me puse de pie y seguí caminando mientras los minutos pasaban. Sospechaba que si me quedaba mucho tiempo sentado algún alma amble intentaría intercambiar historias conmigo sobre su familiar enfermo, había pasado muchas veces por eso, si alguien habría la boca para preguntarme por qué estaba allí yo probablemente explotaría.
Yo había estado muy conmocionado para hacer una evaluación inicial de mi esposo y no me habían permitido asistirlo por protocolo, era obvio, en realidad dudaba que hubiera sido de mucha ayuda en este momento, pero eso implicaba que no tenía la menor idea de que esperar. Odiaba ver las puertas cerradas de una sala de emergencia cerrándose en mi nariz y no saber que esperar. Me sentía perdido, aturdido, asustado y sí, un poco... ¿decepcionado? No estaba seguro, pero cuando pensaba en Gabriel estaba aterrado por lo que hizo y eso me dolía, demonios. Me dolía mucho más de lo que esperaba y estúpidamente lo quería aquí.
De hecho cuando entró por el pasillo con su cara asustada lo primero que sentí fue alivio, y ganas de enterrar mi cara en su cuello y aspirar su fragancia hasta que lo demás dejara de importar, eso mostraba lo jodido que estaba. Yo lo detuve con mi mirada a mitad de camino, él posó sus ojos pardos en mi llenos de preocupación. Parecía asustado de acercarse o no. Lo segundo que supe fue que lo tomé de la mano y lo arrastré fuera a uno de los pasillos menos transitados para tener un minuto.
Yo necesitaba hablarle, decirle que todo iba a estar bien, porque yo mismo necesitaba escuchar esas palabras, pero en primer lugar, no sabía si eso era cierto, no tenía idea del estado de Romeo o de qué pasaría si algo realmente grave le pasaba. La idea de que pudiera perder a Romeo me aterraba, porque sí, nosotros nos llevábamos mal en el último tiempo, pero no quería que algo malo le pasara, yo tenía miedo, yo estaba atormentadamente en conflicto con todo esto. Porque hay incertidumbres que te ayudan a vivir, porque simplemente es lo que conoces y a veces lo prefieres a lo desconocido.
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Lo peor de mi (Gay+18)
Teen FictionHan pasado varios años desde que Jed y sus amigos dejaron sus años de adolescencia. Cansado de un matrimonio destinado al fracaso, Jed Jones decide apuntarse en clase de Kick boxing para evitar pasar tiempo en casa, lo que no espera es que el ins...