—Ruégale—Alcé la vista hasta Cass que me observaba debajo de una pila de libros de medicina interna.
¿Cuánto tiempo llevaba observándome?
—¿Qué?
—Llevas 4 días dando vueltas por la casa como perrito perdido, ya no soporto verte así Topal. Te he visto hacer más abdominales de las humanamente posibles para un cuerpo. Me duele verte. Ruégale que te acepte en su servicio.
Pensé en mis abdominales adoloridos por debajo de mi camiseta.
Sí, tal vez me pasé los últimos días sobreentrenando, era eso o caer en una crisis de nervios porque había tenido la mala suerte de caer en las garras de un imbécil.
—Topal...—Insistió Cass viéndome con esa cara de "no seas niño".
Hum, eso no ayudaba, me crucé de brazos dejando que los músculos de mis bíceps se marcaran.
—No voy a rogarle. Es lo que quiere.
—Exacto. Dáselo, ayúdate a ti mismo y no seas tan orgulloso. Hitler es Hitler, no va a cambiar y a él le importa mierda si tu pierdes tu residencia. De hecho todos saben que él QUIERE que uno de ustedes la pierda. No se lo pongas tan fácil.
Okey, sé que Cass tenía un punto ahí, solo que dios.
Era como que me pidiera que rogara por comer mierda.
No podía.
No iba a hacerlo.
Mis ancestros se revolverían en su tumba donde sea que estuvieran si me veían rogándole a un culo imbécil como ese.
Maldito Cass, sus palabras dieron vueltas en mi cabeza toda la noche.
No pude pegar ojo, vamos, cuando quería hasta sonaba como alguien coherente.
Sí, Hitler no perdía nada si yo perdía mi residencia y así fue como el lunes me presenté con la cabeza gacha a rogar por comer mierda.
Literal.
Estuve en el hospital 30 minutos antes del pase de guardia y esperé disimulando todo lo que pude cuando algún doctor ponía sus ojos en mí hasta que vi su jodido culo arrogante enfundado en la bata de doctor.
Siempre usaba el ambo azul oscuro y la bata blanca, e incluso a esas horas ya tenía el estetoscopio al cuello y la linterna en su bolsillo delantero.
Estaba en la mesa de enfermería rellenando una planilla cuando me acerqué, no tenía idea de como empezar a rogar pero no hizo falta, porque Jones me oyó llegar antes incluso de que terminara de acercarme.
—¿Qué quieres, feto?—Me dijo con su aire burlón sin siquiera voltear a verme, aun seguía inclinado llenando la planilla—Te dije que no pisarías mi sala, ¿Dime que es exactamente lo que haces aquí?
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Lo peor de mi (Gay+18)
Novela JuvenilHan pasado varios años desde que Jed y sus amigos dejaron sus años de adolescencia. Cansado de un matrimonio destinado al fracaso, Jed Jones decide apuntarse en clase de Kick boxing para evitar pasar tiempo en casa, lo que no espera es que el ins...