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Volví al interior del hotel, directo al cuarto para preparar nuestras maletas

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Volví al interior del hotel, directo al cuarto para preparar nuestras maletas. Habíamos reservado la habitación por esa noche, se suponía que debíamos abandonarla para pasado el mediodía así que me puse a ello. Sabía que Romeo estaba viniendo detrás de mi sin necesidad de girarme. No sé explicarlo, yo de alguna forma lo sabía, yo solo podía sentirlo en mi piel y no me equivoqué, apenas di un paso dentro del cuarto, sentí como me quitaba mi móvil que aún llevaba en la mano y lo arrojaba en la cama.

¿Pero qué le pasaba a este idiota?

Se suponía que ya habíamos terminado de pelear, pero no me importaba si el quería seguir haciéndolo yo no me iba a quedar de brazos cruzados. Yo nunca fui un adepto a los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, Eric era el tipo táctil de los dos. Yo era más de soltar mi veneno verbalmente pero estaba enojado. No habían pasado ni 3 meses de que me compre ese teléfono. No me importaba que mierda tuviera Romeo en la cabeza, no iba a pagarla con mi teléfono.

Me giré para darle un empujón en el pecho. Romeo lo absorbió sin inmutarse demasiado antes de devolvérmelo. Yo caí sobre la cama solo que Romeo fue sobre mi y me estaba besando.

Yo como que tardé en reaccionar y cuando me di cuenta de que en realidad no me estaba atacando dejé de luchar contra él. Que va, ese era el eufemismo del año. Yo no solo no lo estaba apartando, me hice mantequilla derretida entre sus brazos, yo era un poco demasiado fácil, un poco demasiado puta. Cielos, Romeo delineó con su lengua mi labio inferior y yo gimoteé apretándome a su cuerpo como un gatito abandonado en busca de cariño.

Me odié un poco a mi mismo por eso, yo quería estar enojado con él, yo sabía que aún lo estaría cuando su presencia abrumadora se apartara de mi orbita, pero yo era demasiado débil en ese punto. Me volvía demasiado dócil durante el sexo, tal vez fuera el único momento en el que lo era, realmente era fácil de manejar en la cama. En parte era esa una de las razones por las que Romeo y yo terminábamos todas las discusiones con una jodida.

Yo era patético, lo sabía. Podía sentir mi piel arder ahí donde sus manos me tenían sujeto contra el colchón. Mi corazón golpeaba duro en mi pecho, yo quería seguir enojado con Romeo, mi orgullo me lo pedía, solo que no podía, yo sentía esa cosa, esa sensación pesada que se te instala en el pecho ardiendo cuando esa persona que te atrae locamente esta cerca. Yo no podía controlar a mi cuerpo , ni pedirle que dejara de disfrutar y desear que me tocara , no importaba que mi cabeza no lo quisiera, mi cuerpo entero quería al chico italiano.

¿Alguna vez sintieron que su cabeza y su cuerpo amaran a personas distintas?

Romeo se incorporó aún sin soltarme las manos, yo no iba a moverme y él lo sabía. Él me tenía en ese sitio donde siempre terminaba cuando se trataba de el, ese en el que yo no podía hacer nada, porque no quería hacer nada, creo que el sujetarme a mí era su manera de retenerse a si mismo.

-No me provoques, Jed.-Me dijo con tono suave y ronco. Sus ojos se fijaron en mi y juro que me salté un latido. Relamió su labios que en esos momentos se veían rojos e hinchados por nuestra reciente sesión de besuqueo. Yo para ese momento estaba ardiendo, cada pedacito de mi picaba por ser tocado. - Te dije que no lo soporto. Deja de correr a él cuando quieres joderme. Deja de jugar a ponerlo en medio entre nosotros. No voy a permitirlo.

Lo peor de mi (Gay+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora