oh...Maldita. sea....
Yo no debía molestarme con mis residentes ni gritarles por asuntos que nada tenía que ver con ellos, tampoco se suponía que les ventilara mi vida privada de esa forma. Yo no era ese tipo de jefes. Es decir, yo tenía una fama de mierda, Yo era un hijo de puta exigente, sí, pero nunca había dejado que mi vida personal traspasara las barreras del trabajo.
Sin embargo ahí estaba yo. Era un desastre y Gabriel Topal, ese maldito niño siempre parecía estar en el momento y lugar equivocado. Dios, es decir, parecía que por alguna cósmica razón él estuviera destinado a ver lo peor de mi y yo parecía muy cómodo de mostrárselo.
Yo ERA un maldito idiota.
Anduve maldiciendo mi suerte hasta que llegué a la recepción, Romeo estaba arrodillado frente a su tía acariciando sus rodillas, una de las enfermeras se encontraba con ellos y había un manguito alrededor del brazo de la sra. D'Angelo. Le estaban tomando la presión en ese momento. Claramente Sussy ya sabía de las malas noticias, en ese momento, su rostro viejo era un desastre hinchado y devastado.
Me acerqué hasta ellos consultando los signos vitales que acababa de tomarle la enfermera. Estaba bien, ligeramente alterados pero considerando la situación nada de otro mundo.
Yo estaba revisando la planilla que acababa de rellenar la enfermera cuando sentí una mirada fulminante sobre mi, era Romeo. sí, de acuerdo, él no necesitaba un médico en ese momento. Él necesitaba que fuera "familiar" y a mi eso se me daba tan bien como la física nuclear. Necesitaba a Eric, necesitaba que me dijera que hacer en ese momento porque yo me sentía tan malditamente frío por dentro que había bloqueado todas mis emociones para que no se filtrara a través de mis ojos. Yo era muy malo siendo empático.
Murmuré un " lo siento" solo para él y me arrodillé a su lado apoyando mi mejilla en la otra rodilla de la sra. D'Angelo. Yo no sabía cómo decirle que lo sentía por todo lo que le estaba pasando sin que eso sonara frio y vacío. Odiaba la gente que te da las condolencias, en serio, las odiaba, pero en ese momento, no sabía que otra cosa decir asi que no dije nada.
-Piccolino-Murmuró por fin Sue, pasando sus dedos por debajo de mis ojos. Yo estaba lagrimeando. Lo siento, sí, tal vez debí responder, decir algo pero yo no era bueno para estas cosas, pestañeé un par de veces, me enderecé y escondí mi rostro en el hombro de Romeo que estaba a mi lado. Así nos quedamos los tres un rato, en silencio. compartiendo el pesar, creo.
Yo sabía que no podía permitirme romperme frente a ellos así que intenté mantener la calma, admito que a la primera oportunidad huí para encargarme del papeleo. Yo no podía con eso, en serio, yo no era un mal tipo ¿saben? pero no podía con el luto de los otros.Había algo en la pérdida que me afectaba.
Sue no quiso volver a su casa ese día, aún no estaba lista para volver a la casa que compartió con el hombre al que había amado por más de 40 años.
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Lo peor de mi (Gay+18)
Novela JuvenilHan pasado varios años desde que Jed y sus amigos dejaron sus años de adolescencia. Cansado de un matrimonio destinado al fracaso, Jed Jones decide apuntarse en clase de Kick boxing para evitar pasar tiempo en casa, lo que no espera es que el ins...