Epílogo

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La noche envuelve todo su alrededor mientras el tren avanza a máxima velocidad. Camila mira por la ventana sin interés. Su pequeña maleta descansa bajo su asiento, una maleta que aguarda lo esencial para comenzar una nueva etapa. 

Perdida en sus propios pensamientos, revive una y otra vez los últimos días: cada conversación, cada gesto de Benjamín, cada duda... Benjamín se despidió de ella antes de dirigirse al hotel con un objetivo: un adiós definitivo. Sabía perfectamente que, después de todo esto, Camila no lo iba a perdonar. Llevaba razón.

¿Cómo no lo vi venir?, piensa.

Una mezcla de rabia y dolor le retuerce el pecho. Si hubiera percibido sus verdaderas intenciones, si hubiera notado el odio y la venganza que lo consumía, ¿habría podido detenerlo? Quizás entonces Mora no habría muerto tratando de salvarlo. La muerte de Mora pesa sobre ella. Mora había sido más que una suegra: era su familia, una madre que la había acogido, amparado y comprendido en los peores momentos de su vida. Y ahora, Mora se ha ido, y ella se queda con un vacío que no sabe cómo llenar.

Yo también he perdido a mi madre, se dice a sí misma con los ojos llorosos.

Por un momento, sus manos tiemblan al pensar en Benjamín. ¿Qué clase de vida podría darle a su hijo al lado de alguien que prefiere la venganza antes que proteger a su familia? Una persona que toma la justicia por su mano, sin importarle todo lo que le rodea. Sin importarle a las personas que deja atrás. Ahora todo tiene sentido, la urgencia con la que los había enviado lejos, las medias palabras, las miradas esquivas... Benjamín le había mentido, la había dejado al margen de su plan, sin permitirle siquiera la oportunidad de estar a su lado o detenerlo antes de que fuera demasiado tarde.

Camila desvía la vista hacia su vientre, donde apenas empieza a sentir los primeros signos de vida. Un nudo de emociones le llena el corazón al pensar en el futuro. Su hijo crecerá sin conocer la calidez de Mora, sin el amor de una abuela que habría sido su guía y su refugio. Aquel niño o niña nunca sabrá lo mucho que Mora habría amado cada uno de sus pasos. Y tal vez, si ella permanece lejos, también crecerá sin la sombra de un padre que, por mucho que lo quisiera, no podría protegerlo de sí mismo.

Camila se da cuenta de que ya no queda nada para ella más que su hijo. Había perdido a sus padres, a su hermano, y en Benjamín había encontrado una familia que, al final, la traicionó. Ahora, solo quedan ella y el pequeño ser que crecía en su interior. La distancia es su única opción para proteger esa vida que aún no conoce el peso del dolor.

No volveré atrás, se promete con un doloroso nudo en la garganta.

No puede seguir al lado de Benjamín. No quiere criar a su hijo en medio de las cenizas de una vida marcada por el odio. Tal vez, con el tiempo, encontraría el valor para decirle a Benjamín la verdad sobre su hijo, pero por ahora, la distancia es su única opción para proteger la inocencia de esa pequeña vida que está por llegar. Empezarán de nuevo, con la memoria de Mora como su guía y la esperanza de un futuro libre.

Camila cierra los ojos, dejándose arrullar por el silencio de la noche. La traición de Benjamín, el dolor por Mora, y el miedo por el futuro que se abre ante ella la hacen sentir rota. Pero por su hijo, encontrará la fuerza para seguir adelante. Coloca la mano sobre su vientre y con voz suave susurra:

Pase lo que pase, siempre te protegeré.


⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora