Capitulo 14 "Berkshire"

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CAPITULO 14
"Berkshire"




El que Gabrielle estuviese de vacaciones en su país natal por una semana, le había dado la libertad a sus anchas de tomar un rumbo sin fijo en la oficina. No le importó mucho que el martes los reportes se hubieran traspapelado al fondo sobre el escritorio de Gabrielle. Masticaba una varita de regaliz de chocolate mientras leía una y otra vez El Profeta, justo aquella parte donde Ginny le dedicaba varias líneas a él por haberla salvado.
No estaba enfocado en el trabajo. Había hecho una lista de cosas por hacer para ayudar a Ginny. Dos de ellas eran casi imposible o a largo plazo. Así que se enfocó en la más fácil por hacer.

La idea de que Ginny decidiera no tener el bebé, le causaba una serie de sentimientos encontrados que le impedían siquiera salir a patrullar; tenía esa sensación tan presente de impotencia que no podía alejar a la pelirroja de su cabeza, pensando en cómo podía evitar que ella llevara a cabo su plan.

Tomó su abrigo y salió por la puerta, salió del Ministerio y se desapareció tras el callejón trasero del edificio. Apareció en Berkshire, justo detrás de las rejas del terreno donde se encontraba la casa de Ginny. El conmutador era tipo muggle y contaba con una cámara de video.

— ¿diga? —se escuchó por la bocina
— He venido a visitar a Ginny Weasley
— ¿Quién eres? — era la voz de una anciana. Harry volvió a tocar el botón para que su voz se escuchara — soy Harry Potter.
— Acércate a la cámara, quiero ver tu cicatriz para ver si eres tu — cuando Harry escuchó la indicación, torció sus ojos con cansancio. Odiaba esas referencias — y no pongas esa cara, muchachito. Tengo que asegurarme que se trata del verdadero Harry Potter.

Acto seguido, Harry retiraba su cabello del afrente y mostraba su rostro por la cámara de video.

— Bien. Puedes pasar — se escuchó la voz de la anciana — pero únicamente a la casa grande.

Y entonces la puerta se abrió. Tuvo que caminar al menos 5 minutos para llegar hasta la casa de campo que estaba al final del terreno mientras miraba hacia la pequeña casa de huésped de Ginny con nostalgia. En esta no se miraba ningún tipo de movimiento, tal vez la pelirroja había salido.

Las puertas de la Gran Casa se habían abierto. Un hombre muy alto y demacrado que servía como mayordomo, abrió la puerta y sin saludar, simplemente dando a Harry indicaciones, lo pasó a un gran salón.

Era enorme, tenía grandes cuadros con apariencia vieja y una gran chimenea que calentaba todo el salón. El piso estaba lleno de diferentes tipos de alfombras, que mantenían el olor a perro, haciendo que por instinto se tapara las narices. Varios sillones y sillas estaban colocadas frente a la chimenea. Todo el mobiliario daba a entender que al menos había estado ahí por más de 200 años.

Unos ejércitos de mini perros salieron ladrando dándole la bienvenida.

— Lo siento señor Potter, por todas las medidas de seguridad — extendió su mano llena de alhajas y con elegancia saludó a Harry — pero somos dos mujeres solas y debemos de tomar nuestras medidas de precaución. Soy Madame Alice, un placer conocerlo.

Harry observó a la mujer, era muy bajita y traía una bata de ceda roja, con bordados de flores doradas, un sombrero como la abuela de Neville sobre su blanca y corta cabellera. Se sentó frente a Harry observándolo con gran curiosidad. Al menos tres mini perros saltaron sobre Harry para recibir cariños.

— Mis niños, dejen tranquilo al señor Potter — pero los perros no obedecieron. Uno de ellos empezó a lamer la mano de Harry con insistencia — dígame, ¿a qué debemos su visita?
— He venido a buscar a Ginny
— ¿es acaso su familiar?
— No, ella es... —Harry tuvo que jalar con fuerza su mano. Uno de los canes lo había mordido — Ginny, es mi amiga...
— Nunca lo había visto por aquí.
— Vine apenas el sábado pasado... Disculpe... — Harry tiró un manotazo, uno de los canes salió llorando mientras que los otros tomaron distancia — ¿se encuentra Ginny?

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