Capitulo 74

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Nota: no diré nada.

CAPITULO 74

Draganov había despertado a Ron, poniéndolo parado sosteniéndose sobre la pared de la cocina, el pelirrojo no podía hablar, no podía mover ni un solo músculo de su cuerpo. El petrificus totalus  había sido tan potente que aunque el luchara, sería imposible de zafarse.

Ya hacía Hermione sobre la mesa de la cocina, recostada y amagada únicamente de las manos, tenía la boca tapada, pero eso no le impedía que los gritos ahogados, sollozando mientras peleaba por desamarrarse.

— Me encanta la idea de tener observadores — sonrió Draganov mientras acariciaba su entrepierna por encima de sus pantalones — no quiero decir que soy voyerista, pero la realidad... — sonrió mostrando sus dientes amarillos — ...es que lo soy bastante — giró para ver a Ron, quien de manera interna trataba de luchar por zafarse  —  estoy seguro que disfrutarás  como violo a tu mujer, tanto como yo lo haré.

La mirada de Ron, estaba cargada de terror.

Hermione empezó a chillar tan fuerte, que podía escucharse por todo el departamento. El joven de la chaqueta roja, seguía tirando en el pasillo, sollozando.  Había escuchado las palabras de Yovkov Draganov, pero no parecía tener la intención de detenerlo o de querer participar.

Yovkov Draganov,  sacó un cuchillo, de 15 centímetros con el mango sucio y la hoja curveada, de doble filo. Se acercó a la cocina de Ron y Hermione, abrió varios cajones hasta sacar un afilador de cuchillos y comenzó a realizar movimientos para aumentar su filo.

— Me gusta afilarlo antes de usarlo —   soltó el hombre con una calma. Hermione había sido inmovilizada sobre la meza —  no te  tiré un petrificus  como a tu esposo, porque no me gusta metérsela a un muerto. El petríficus totalus entiesa las entrañas, se pierde ese efecto que el miedo da. ¿quieres saber lo que ocurre? Cuando entres en pánico tu vagina se contraerá tanto que me quedaré pegado como un perro en celó dentro de ti.

Se carcajeó el hombre.  El rostro de Hermione, no solo estaba aterrado, sino que tuvo un reflejo de querer vomitar.

—  planeaba usar esta hermosura para otra cosa —  la daga de plata brilló  desde el mango hasta la punta, mientras que el hombre  mantenía su sonrisa — pero  ahora que me quedé sin anfitriones, debo de improvisar con lo que tengo.

Draganov se levantó de la silla donde estaba y caminó hacia uno de sus compinches, aquel que había atacado a Hermione y que ahora a pesar de estar amagado, comenzaba a recobrar la conciencia. El joven de la chaqueta roja, le había llamado Stanley.

—  ¡Draganov! —   le llamó Stanley —¡Draganov! Estoy aquí, ¡desátame!

El búlgaro caminó hacia la esquina donde ya hacia el hombre aún amarrado y levemente golpeado del rostro. El hombre le miró con agradecimiento cuando él búlgaro lo ayudó a levantarse, parecía estar feliz de que pudiese liberarlo.

Pero Draganov lo sujetó con agresividad del cuello.

—  En cuanto he llegado, me he dado cuenta lo que hiciste — le interrumpió lleno de ira Draganov — ¿Qué te dije que hicieras? Fui claro, la sangre sucia es mía y tu ¡la atacaste!

El búlgaro le golpeó en el estómago haciendo que el hombre gordo de doblara en dos. Y tras varios gemidos, el hombre habló:

— Ella lo hizo primero — le respondió Stanley. Sin duda,  era obvio de que hablaban de Hermione —
— Te lo advertí, nadie toca mis cosas — y con una fuerza brutal, empuñó el cuchillo y lo hundió en el vientre del hombre, para rematar, realizó un movimiento sobre este, tal cual si hubiese sido un corte harakiri. El hombre llamado Stanley, casi de inmediato vomito sangre para después, caer de bruces y terminar ahogándose en su propia sangre.

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