ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 6

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Laurus había estado muy ocupada en la oficina, muchas cosas que revisar, muchos números, demasiados documentos y... Alzó la mirada a la puerta, una de las secretarias de Björn había tocado la puerta y entrado.

-Aquí tiene su café cargado, seño... Su café

La joven secretaria prefirió evitar decir algo de más, no sabía cómo tratarla, no sabía si llamarle señorita o señora, su nueva jefa era joven, pero no era secreto que estaba casada.
Laurus no estaba acostumbrada a tomar café, de hecho no lo hacía, por la misma razón por la que le molestaba el ruido estridente. Seguramente Björn le había dicho que atendiera a su hija exactamente como lo atendía a él, solía decir que su hija era igual a él en todo, qué equivocado estaba.
Laurus von Haussen la estudió rápidamente; estatura promedio, ojos claros, piel morena y buen cuerpo, no le dejaba nada a la imaginación a Laurus, los primeros dos botones de su blusa estaban abiertos mostrando un poco su busto, su falda pegada con una abertura a un costado y sus piernas tonificadas y con mayor realce por los tacones, era demasiado atractiva.
Laurus se quitó los lentes para leer dejándolos en el escritorio.

-Llévate el café y no me traigas nada con cafeína, mejor que sea un té de manzanilla o algo similar

La secretaria volvió a salir dejando sola a Laurus.
Revisó la hora y tomó el teléfono, marcó al número de Argos, inmediatamente le enviaba a buzón de voz, le restó importancia y siguió con su trabajo.
Un rato después volvió la secretaria, en sus manos una taza con té de manzanilla.
Laurus volvió a dejar sus lentes en el escritorio y le dio un sorbo al té, ya lo necesitaba, pero aún sentía que le faltaba algo, miró el rostro de la joven secretaria y en casi un susurro preguntó:

-¿Puedes ayudarme con algo? Pero que mi padre no se entere que te pido favores...

Björn ya le había llamado la atención muchos años atrás por molestar a sus secretarias.

-Necesito que le des un masaje a mis hombros, por favor

Se lo pedía sin malas intenciones, en serio necesitaba ese masaje, un número más y se desmayaría, si de exagerar un poco se hablaba.
Al escucharla el rostro de Ross se puso rojo.

-Claro que sí, señorita

Se acercó a la puerta a poner el seguro, no quería ser regañada o que la vieran a solas con su jefa. Aunque era un simple masaje se podría prestar a malas interpretaciones y no quería tener problemas.
Volvió y se paró atrás de la silla en la que estaba Laurus, puso sus manos en los hombros.
No iba a negar que su jefa era linda, de cierta forma le gustaba.
Movía sus manos y sus dedos haciendo presión en su piel, podía escuchar leves suspiros, estaba haciendo un buen trabajo.

Laurus lo estaba disfrutando, se estaba relajando mucho, hasta que sintió las manos de Ross por sus clavículas y la presión de los senos en su cuello, se había tensado, nerviosa, asustada de no saber lo que estaba pasando, luego se relajó, seguramente sólo era por la situación, un accidente, nada más.
Sin embargo podía sentir el perfume de la chica, un aroma suave que le ayudó a relajarse de nuevo.

-¿Le gusta así?

Preguntó la secretaria en su oído. Ross de inmediato se arrepintió de tal atrevimiento, Laurus iba a pensar mal de ella y la despediría. Además, dudaba que ella fuera del tipo que tenía una aventura con la secretaria... No es que ese fuera su propósito, pero si su jefa se lo pedía ella no dudaría en aceptar.

-Sí, me gusta, lo haces bien

Respondió suave y con los ojos cerrados, más relajada que nunca en los últimos dos años.

-Podría dormirme incluso... Quisiera llevarte a casa y que hagas esto hasta que me duerma. Tienes unas manos divinas

Elogió. Intentaba no dormirse. Ross pensó en que esa podría ser la excusa para acercarse más, al parecer su jefa sufría de estrés, le ayudaría entonces.

Laurus de pronto recordó que había prometido llamar a Argos, ya lo había hecho una vez, pero con lo bien que se estaba sintiendo olvidó llamar de nuevo. Quería saber cómo iba todo y que sus padres escucharan la conversación donde le decía que la amaba.
Tomó del escritorio su teléfono y buscó el contacto "esposa amada", pero la llamada otra vez no entró, llamó tres veces más y lo mismo. Por un instante creyó que Argos se había quedado sin batería, pero recordando cómo era, ella jamás saldría de casa con el teléfono descargado. Entonces talvez no tenía buena recepción en el lugar en el que estaba.
Lo dejó pasar, de todas formas cenarían todos. Al volver a casa le preguntaría si todo había salido bien y si se había divertido.

-Ya, Ross, muchas gracias. Espero que no te moleste si en otra ocasión te pido lo mismo

-Puede pedirme lo que quiera sin pena

Dijo Ross muy animada. Se despidió y caminó a la puerta. En lo que se alejaba, Laurus miró su cuerpo, sobre todo esa falda tan tallada, tenía bonito trasero y... Suspiró para dejar de pensar en esas cosas, se puso sus anteojos y volvió a la computadora para continuar con lo que hacía.

Imagen de Ross en mi cuenta de Instagram a.arevalo611

Tears In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora