ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 14

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Según Laurus no había tardado mucho tiempo, sin embargo se había quedado largo rato acostada en la cama hasta que decidió cambiar su ropa, lo único que cambió fue la camisa negra por una playera del mismo color y un suéter a rayas negro con gris, los mismos Converse negros, se sentía como una estrella del grunge.
Bajó lentamente las escaleras, desde ahí la visualizó y no apartó la mirada de ella.

—Vamos

Extendió su mano esperando a que Argos la tomara, pero un segundo después, cuando Argos estaba por estirar su mano y tomarla, se arrepintió, mil cosas cruzaban su cabeza, desde el principio, cuando Argos juró hacerle la vida imposible, hasta el último desplante, no sabía si eso había sido adrede o realmente tuvo complicaciones como le había dicho, porque si no recordaba mal ella le había llamado cuando iba del brazo de aquel chico, la llamada había entrado, pero jamás contestó. No quería sentirse como una tonta si Argos rechazaba su mano; por otro lado, Argos sólo se había quedado confundida al ver el ofrecimiento y que al mismo instante la mano fuera retirada, vio cómo la expresión de su esposa había cambiado drásticamente y se giraba de camino a la puerta, sólo miró al suelo y caminó detrás de Laurus sintiéndose nerviosa, el silencio y el paso lento le hacía que pareciera que se dirigían a un funeral. Laurus tomó las llaves de su automóvil y salió.
Por un instante sintió que eso que iban a hacer era una estupidez, había tenido la intención de cancelar y correr a esconderse en la habitación, pero no lo había hecho.
Todo era más sencillo para las dos cuando de actuar se trataba, eran tan torpes cuando hacían cosas sólo por desearlo. Laurus comenzó a hacer ejercicios sutiles de respiración para poder calmarse y pensar con claridad. Iban a salir, iba a intentar crear un lazo de amistad entre ellas y nada más, todo iba a salir bien, se decía a sí misma mientras contaba hasta cuatro al inhalar y exhalar el aire.

—Amm... ¿Sí te sientes bien? Puedo manejar yo si gustas...

La voz de Argos era suave, tan suave como un susurro. Recordaba todas esas veces en las que Laurus la había hecho enojar por sus reglas estrictas; no música fuerte, no gritos, nada de desorden, decir dónde estaba y muchas cosas más. La desastrosa "luna de miel", el día de la boda cuando su sonrisa estúpida y el enlace de sus manos ya la tenían harta, había deseado amenazarla con el cuchillo del pastel, borrarle esa sonrisa coqueta que tenía. Incluso en ese instante había pensado en hacerla sentir mal, en hacerla enojar, sólo para vengarse de ella y su comportamiento, sin embargo por alguna razón no podía reaccionar de esa manera, como si hubiera quedado en blanco. Sus pies estaban inmóviles en su lugar, se sentía como una estatua. Estaba como en un trance, perdida en sus propios pensamientos. ¿Acaso no podía llevarse bien con nadie? Mejor dicho ¿Acaso no podía llevarse bien con Laurus?

—No, estoy bien, yo conduzco

En la lejanía escuchó la voz de Laurus, una respuesta que le parecía que había tardado una eternidad.
Subieron en silencio al automóvil y el viaje continuó así. No había mucho que decir y es que las dos sentían que no tenían una vida tan interesante como para hablar sobre algo.
Al llegar al restaurante no las hicieron esperar, las conocían, ya fuera por quiénes eran o por quiénes eran sus padres. Les habían dado una mesa al fondo, el bullicio de los demás era casi inaudible, la música era suave, el ambiente tranquilo, todo mundo estaba en su burbuja y luego estaban ellas, sentadas una frente a la otra.

—No pidas vino

Laurus sugirió. Ella no podía consumir ese tipo de licor y si Argos lo pedía entonces tendría que beber ella sola.
Aunque si Argos le preguntaba por qué razón no bebía, tampoco le diría porqué no debía pedirlo, no quería que la gente sintiera pena por ella y dejaran de hacer de hacer las cosas que querían. Les pedía que evitaran ciertas cosas cuando se encontraba en cierto lugar. En casa todos evitaban las cosas  que le molestaban, todos con excepción de Argos, aunque nunca le habló de la migraña, de lo molesto que era el ruido, la luz y muchas cosas más, por consecuencia siempre estaba molesta con ella y consigo misma.
Miró el candelabro que colgaba del techo.

—Quiero... Yo... Lo siento por lo que pasó en casa, cuando aparté mi mano, es sólo que... Hay muchas cosas en mi cabeza de todo éste tiempo, de nuestra relación... Yo... Por un instante esperé tu rechazo y decidí evitarlo, no podía s...

Laurus detuvo sus palabras al ver al mesero acercarse, en acto reflejo tomó la mano de Argos para entrelazar sus dedos.

—Bienvenidas

Dijo con un gesto amable.
Soltó a Argos para revisar la carta y esperar a que su esposa hiciera su pedido antes que ella, la observaba leer, al parecer no se decidía, era siempre lo mismo. Al final pidió una ensalada de lechugas con queso, crotones, frutas, pollo y miel, de beber pidió un mojito. 
Laurus por su parte pidió cordero al horno con puré de papas, vegetales al vapor y un vaso de whisky escocés. Cuando el mesero se fue, el turno de Argos para hablar llegó.

—No tienes que disculparte de nada, entiendo que me he portado mal y he sido un dolor de cabeza para ti en estos años. Tú nunca hacías nada para molestarme, sé que el problema soy yo... Así que está bien que seas así

Argos jugaba con el anillo que pendía de su collar, no sabía qué más decir.

—No creo que esté bien

Laurus susurró viendo a su izquierda y recorriendo el lugar con la mirada.
Había más silencio de lo esperado hasta que la comida llegó.

—Bon appétit, Lau

Dijo Argos comenzando a comer. No había pedido botella de ningún licor, porque no sabía si Laurus quería beber o si irían al bar más tarde, así que pensaba que era mejor moderarse. La comida transcurrió la mayor parte en silencio, no había ninguna persona conocida a la vista y por lo mismo podían ser ellas mismas. 

—Bueno, entonces ¿Quieres ir a un bar?

Preguntó después de pagar la cuenta, aún era temprano y hacía mucho que no salían, ni juntas ni separadas.
Se puso de pie y ésta vez le brindó la mano a su esposa sin la intención de soltarla.

Sólo por ésta vez.— se dijo.

Una cálida sonrisa se extendió en el rostro de Argos, tomó la mano de Laurus, estaba nerviosa y quizás ella lo podría notar por su mano levemente sudada, ajustó su bolso y salieron.

—Hay un bar que se llama Midnight Sun, dicen que es muy bueno y exclusivo

Sugirió Argos. Sin protestar, Laurus condujo hasta el lugar mencionado, al menos por una vez pensaba en complacer a su esposa.

Co-escritora: totoroz001

Tears In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora