ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 13

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Argos llegó a la casa buscando a su esposa, preguntando por ella, pero Rachelle no podía dar mucha información, aún si la supiera, Laurus prefería tener sus crisis a solas, en silencio, sin mencionar nada a nadie, el orgullo y la necesidad de ser autosuficiente la llevaba a actuar así.

Alrededor de las tres y media de la tarde despertó Laurus, sintiéndose un poco mejor, mucho mejor que horas atrás. Se puso las pantuflas y bajó a la cocina, todo había estado en silencio, imaginaba que Argos no estaba en casa y era mejor para ella. Se sentía un zombie, arrastraba los pies y sentía los ojos pesados. Rachelle había cerrado las cortinas de la casa, un hecho que a Argos siempre le había llamado la atención pero nunca había preguntado, suponía que era otra de esas cosas tontas que a Laurus le gustaba hacer. Las luces también estaban tenues, todo para que no le molestaran a Laurus, Rachelle sabía perfectamente qué era lo que ella necesitaba en días difíciles.

—Buenas tardes

Saludó con desgana.

—Buenas tardes, Laurus ¿Quieres que te prepare un té?

—Por favor

Frotó sus ojos y apoyó la cabeza en sus brazos, viendo cómo la ama de llaves ponía la tetera en la estufa y buscaba el té.

—La señora Argos estuvo preguntando por ti, le dije que no sabía nada, que no habías comunicado nada ¿Hice bien?

—Sabes que sí. Necesitaba dormir, no quería estar lidiando con nadie. Menos con ella

Laurus miró a otro lugar.

—Cuando llegó se notaba contenta

—Seguro que sí

Laurus respondió con la voz cargada de fastidio recordando lo que había visto ¿Cómo no iba a llegar contenta si se la pasaba bien en la universidad?

—Llamó a la oficina para preguntar por ti

—¿Llamó a la oficina?

Esa información hizo que incluso abriera más los ojos y se sintiera repentinamente más despierta.

—Tu secretaria no le dio información

—¿No?

Preguntó confundida ¿Porqué no lo había hecho? Normalmente los empleados le daban a Argos toda la información que ella pedía, no era secreto para nadie que se trataba de su esposa, talvez había sido porque le pidió que no quería llamadas, aunque aún así eso no le impedía decirle a Argos que se había ido a casa. Rachelle sirvió el té y se sentó frente a Laurus.

—Deberías hablar con tu esposa, para saber porqué te buscaba, sabes que lo ideal es que se lleven bien, no sólo para aparentar, sino para tener paz entre ustedes

—Sabes que no es sencillo, lo intenté estos días, pero es algo que no puede durar mucho tiempo. No puedo confiarle mi paz a alguien que falta a su palabra

Frunció el entrecejo recordando el desplante de Argos, eso le había molestado mucho, en verdad había confiado en Argos, en verdad tuvo de pronto la ilusión de escapar con Argos, de ser cómplices por una vez, pero así como esa efímera ilusión llegó así murió.

—Laurus...

Tomó su mano para que le pusiera atención. Laurus miró a aquella mujer que era sólo diez años mayor que ella, había sido su confidente desde el principio, desde el primer día en que ella y Argos pusieron un pie en esa casa.
Todo había iniciado una noche en la que buscaba desesperadamente medicamento para el dolor de cabeza, ella la detuvo y le preparó té, un té que le había ayudado mucho. La confianza fue creciendo, hasta el punto de tutearla al estar a solas, de cierta forma la consideraba su mejor amiga, porque ya ni sus amigos se portaban como Rachelle lo había hecho en los últimos dos años.

Tears In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora