ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 9

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Al despertar sintió un aroma familiar, se sentía demasiado cómoda, estaba tibio estar bajo el edredón. Abrió los ojos cuando comprendió de quién era ese aroma, era de Argos, frunció levemente el entrecejo, no entendía, miró a su alrededor encontradose en la sala, miró su ropa, era de la noche anterior que estuvo en el gimnasio. Se levantó dejando el edredón en el sofá y caminó lentamente a la cocina mientras se tallaba los ojos, al entrar se encontró con Argos sentada en la mesa, Rachelle preparaba algo.

—Buenos días

Saludó a los otros empleados que también desayunaban en la misma mesa que Argos, las dos solían comer el desayuno con ellos, rara vez se sentaban en el comedor principal. Recibió el respectivo saludo de cada uno.

—Buenas...

Saludó Argos. Laurus le echó un vistazo al reloj de la pared.

—¿Porqué no me despertaste?

Fue lo primero que dijo, estaba segura que Argos la había arropado en algún momento, era su edredón. Estaba segura que llegaría tarde al trabajo, aunque como directora talvez podría darse ese tipo de lujos a veces.

—Te veías muy cómoda, como bebé y la verdad no tenía ganas de molestarte, ayer me la pasé muy bien y sigo de buen humor, quiero pasarla bien hoy

"Como un bebé" repitió la mente de Laurus. Rachelle dejó frente a Laurus su desayuno y se sentó en otra de las sillas.

—¿Quieres que te lleve a algún lugar antes de que vaya al trabajo?

—¿Y si vamos a la playa un día?

Laurus lo estaba pensando, la pregunta la tomó por sorpresa ¿Porqué quería ir a la playa? ¿A cuál playa? Inglaterra no era la mejor opción para vacacionar. Si era eso lo que quería estaba dispuesta a tomar un avión a Grecia, a Italia, al Mediterráneo, a América, a donde le pareciera mejor, quería poder hacer cosas que se habían abstenido por el conflicto que tenían desde el inicio. Tomó el vaso de jugo que estaba frente a ella y le dio un trago antes de volver su mirada Argos. Iba a responder pero Argos siguió hablando.

—Podemos...ir como amigas, a un hotel barato donde no nos conozcan y así poder divertirnos lejos de todo... Me sigues desagradando, pero quisiera divertirme con alguien que conozca

Laurus frunció el entrecejo al escucharla decir que aún le desagradaba. Miró las manos de su esposa y notó que ya no llevaba el anillo.

—Supongo que tus padres ya se fueron

Fue lo único que dijo Laurus en un tono seco. Para ella era un alivio, pero también una molestia, las cosas volvían a la normalidad y eso sólo significaba que volvía a haber guerra entre ellas. Estaba dispuesta a disfrutar la poca paz que aún restaba, esa mañana se sentía curiosamente de buen humor, pero no sabía cuál era la razón.
Argos al escuchar esa respuesta y nada a su pregunta sólo se puso de pie apartándose de la mesa y colocando sus gafas, se sentía molesta, había quedado como una tonta frente a los empleados, los cuales sólo habían compartido un sutil cruce de miradas y continuaron comiendo, incómodos, no era extraño ver ese comportamiento entre ellas, pero rara vez sucedía en el desayuno. Laurus la siguió con la mirada.

—Si quieres sólo déjame a tres cuadras de la universidad, para que no te alejes del trabajo y no llegues tarde por mi culpa... O mejor que Markus me lleve, no quiero ser una molestia para ti

Argos miró al joven chófer, el que empezó a comer con rapidez para preparar el coche.

Argos repasaba en su mente todo lo sucedido, el cómo había sido tan suave con Laurus, en otra ocasión le habría hasta gritado, habría sido capaz de tirar su comida, pero en verdad había algo de paz entre ellas lo cual le resultaba extraño.

—No, descuida, yo te dejo en la universidad, no pasa nada si llego tarde al trabajo

Rápidamente se puso de pie, se sentía ruborizada y con el corazón acelerado por la vergüenza, los nervios de ese momento, nunca habían sido así fuera de la vista de sus padres y no estaba segura cómo actuar con Argos.

—Tú...n-no eres ninguna molestia, pue-puedo llevarte, no hay problema. Sólo deja que me ponga ropa decente y te llevo... Si tú quieres realmente

Volvió a hablar Laurus sin mirarla, hacerlo sólo aumentaría la vergüenza que sentía, Argos también se sentía avergonzada, agradecía que los empleados no las estuvieran mirando, pero estaba consciente de que no eran sordos.

Era sorprendente escuchar a Laurus con un tono suave e inseguro, lo que más deseaba Laurus era seguir con la tranquilidad que habían tenido esos últimos días, para ella era evidente que su humor mejoraba al estar en paz, no había migraña y sin ella su mal humor no estaba.
Alzó la vista a Argos, esperando su respuesta... Esperando su rechazo.

Argos miró el plato de su esposa, prácticamente no había tocado su comida y para ella era una falta dejar el desayuno. Caminó de regresó, la tomó de los hombros e hizo que se sentara.

—Llévame... Pero por favor, cuando hayas desayunado. No me importaría llegar tarde a la universidad, no necesito escuchar al señor Hans toda la mañana

Laurus estaba sorprendida, Rachelle estaba sorprendida, Markus y su hermana Sophie estaban sorprendidos, Henry estaba sorprendido, pero aún más sorprendida estaba Argos. Laurus no pudo evitar soltar una risita tonta por cómo había reaccionado Argos, nunca se le habría ocurrido que la chica se regresaría sólo para que ella pudiera comer sin prisas, tampoco imaginó ver a su esposa actuando con timidez y cediendo ante ella. Con nerviosismo Argos comió su fruta y no se atrevía a ver a Laurus. Los empleados salieron en silencio del lugar, para evitar más incomodidades.

—Deberías poner atención en tus clases, será muy importante al final

Habló Laurus con mucha seriedad antes de siquiera dar el primer bocado. Argos estaba aturdida, se notaba nerviosa o talvez incómoda, pero Laurus prefirió no decir nada al respecto. No se dio cuenta del momento en el que Argos había terminado, sin duda había comido demasiado rápido.

—Te espero en la sala, tómate tu tiempo

Aún sin entender qué estaba haciendo se sentó en el sofá y llamó a su perro el cual no tardó en llegar y lamerle las manos deseoso de jugar.

—Cuando regrese te llevaré a jugar, lo prometo

Laurus continuaba viendo el lugar que había ocupado Argos, terminó su jugó y dejando parte del desayuno fue directo a la habitación para tomar un baño, arreglarse lo mejor posible, con una camisa de vestir celeste, un cárdigan azul, un pantalón kaki claro y unos Converse blancos, se puso perfume y los lentes de leer, sentía que se había esmerado, aunque era ilógico, siempre se veía bien o lo intentaba.
Al bajar las escaleras pudo ver a su esposa acariciando a Hades, al estar más cerca le hizo una fotografía, en algún momento podría servir para molestarla.

—Estoy lista, podemos irnos. Deja a Hades en el patio, para que pueda correr todo lo que quiera, si lo dejas adentro se aburrirá y... Tres aburridos ya sería mucho, alguien debe aprovechar el patio

La casa era grande al igual que el patio que era surcado por un muro perimetral, Hades iba a estar bien afuera.

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Tears In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora