ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 11

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Al llegar a la universidad Argos caminó por los pasillos atropellando a cualquiera que se cruzara en su camino. Llegó a su casillero, tomó la bata de medicina y sacó de su mochila la tablet para poder ir a su salón. En el trayecto se encontró con Leah, su compañera.

-Hola, hola

-Leah, creí que ya estabas en el salón

-Llegas tarde, siempre llegas media hora antes ¿Qué pasó? ¿A caso tu sexy esposa no te dejaba parar de la cama?

-¿En serio? ¿Pese a todo aún sientes amor platónico por ella?

A Leah le gustaba Laurus, todo porque Leah había visto un día en el celular de Argos una foto de Laurus como fondo de pantalla, era el principio de su matrimonio y debía aparentar; aunque Leah ya había visto a Laurus en el periódico, al saber que estaba casada con su compañera su esperanza de conocerla en persona creció, sin embargo aún no había tenido oportunidad.
Desde el día que la había visto en el teléfono de Argos no había dejado de mencionar descaradamente que tenía una esposa muy "buena". Argos rodó los ojos y la empujó del hombro para por fin entrar al salón; Leah no había respondido, pero un atisbo de sonrisa y cierto brillo en sus ojos le había dado la respuesta que tanto le fastidiaba.
Le molestaba que Leah tuviera un Crush con su esposa y no porque se pusiera celosa, si no por el descaro de su compañera.
Al entrar al salón saludó a Peter con un beso en la mejilla, los tres se sentaron juntos en la mesa central.

Las primeras tres clases pasaron más rápido de lo usual, tanto que ya se encontraba en receso, caminó sola por los salones hasta entrar al laboratorio, estaba comiendo una manzana con miguelito, un chile en polvo que había comprado en línea, lo había probado hacía varios años en un viaje a México... Cuando viajaba. Tenía dos años de no hacerlo.
Tomó su celular para revisarlo con la esperanza de que Laurus quisiera escaparse y pasar por ella, pero al parecer no tenía buena recepción.

Volvió al salón por unas cosas que había olvidado y poder ir al área hospitalaria, cuando se dirigía hacia allá se encontró con Peter, habían cancelado a última hora.
Argos bufó, tendría que esperar dos lentas horas para su próxima clase.
Caminó sin rumbo, chocando con todos mientras no dejaba de ver su teléfono, ni una llamada, ni un mensaje.

En la salida al patio había aglomeración de personas a las que no dudó quitar a empujones con su gesto de mal humor.

-Las puertas son para salir, no para estor...

Alzó la vista y se encontró con nada más y nada menos que Daniel Ali, rodeado de muchas mujeres que pedían su ayuda para quién sabe qué. Argos se recargó en la pared frente a la puerta, esperando.

Daniel rápidamente había dirigido su mirada al peculiar cabello ¿cómo confundirlo?
Con mucho esfuerzo logró llegar hasta ella, sonrió feliz, la había vuelto a ver más pronto de lo deseado y se había quitado de encima a los demás.

-Hola, guapa

Se sentía con la valentía de llamarle así después de la foto de la noche anterior.

-No sabes de la que me acabas de salvar. Por ello...

Comenzó a decir en un tono coqueto.

-...te invito a donde tú quieras ¡oh, gran heroína!

El tono coqueto cambió a uno divertido, Argos rió por esa forma de hablar, aunque aún sentía las mejillas sonrojadas por lo de "guapa". Siguiéndole el juego hizo una reverencia como un caballero frente a una doncella y extendió su brazo para que Daniel lo tomara.

-Claro que sí, vamos a una cafetería que está por acá cerca, escuché que es muy buena y me encanta el pastel de chocolate

Argos tomó el brazo del chico para enredarlo con el suyo, con una gran confianza, como si se tratara de un viejo amigo.
Caminaron por la fachada principal de la universidad, ambos reían por las ocurrencias de Daniel. Argos estaba tan sumergida en la conversación que ya no volvió a pensar ni en Laurus ni en revisar su teléfono, estaba distraída con aquel atractivo hombre y su buen sentido del humor.

Tears In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora