ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 10

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Argos sacó a su perro al patio trasero, éste comenzó a correr por todo el lugar, como si era eso lo que necesitaba.

—No me gusta la universidad, al menos no esa carrera, ni siquiera puedo ir a trabajar como tú

Bufó como una niña molesta.

—No conozco a alguien que le guste lo que hace. Mis clases de finanzas deberías tomarlas como trabajo. Además, no puedes dirigir un hospital sin antes saber cosas o en una sola mañana te quedarás sin empleo

Para Laurus era gracioso cómo sonaba la voz infantil de Argos. Y junto a Hades parecía ser sólo una niña y su cachorro. Salieron rápidamente antes que Hades volviera y no las dejara ir. A lo lejos se podía ver a Henry acercarse al perro. Era casi increíble lo que ese hombre podía hacer por ellas... O por Hades.

—Deberíamos ir algún día a la casa de vacaciones de tus padres, esa que tienen en la playa de Bora Bora, si no me equivoco

Dijo Argos caminando junto a Laurus hasta el carro, se acomodó en el asiento de copiloto, pero ésta vez no intentó poner música, sólo miraba por la ventana mientras removía su teléfono en sus manos recordando lo que había hecho la noche anterior. Estaba aburrida y estresada, pero no quería hablar de ello, mucho menos con Laurus.

—En verdad quieres ir a broncearte. Falta un poco para que tus clases terminen, después de eso puedo tomarme unos días e ir ¿Te parece bien eso?

Dos menciones eran suficiente para saber que Argos en verdad lo deseaba, talvez para salir de la rutina, talvez para conseguir broncear su piel. El camino a la universidad había sido en silencio, lo que le parecía raro a Laurus, sobre todo porque su esposa amaba escuchar música a todo volumen, lo que la hacía conducir de mal humor.
Laurus detuvo el coche justo a tres cuadras de la universidad, como se lo había pedido Argos, aunque ella la hubiese llevado hasta la puerta, pero no quería que se ofendiera por contradecirla y terminar la aparente paz que habían estado teniendo.
Argos bajó del carro, pero antes de cerrar la puerta miró a Laurus y dijo:

—Ten un buen día, no te esfuerces demasiado y si... Si no quieres trabajar hasta tarde... Puedes... Llamarme y buscar una excusa para irte

A Laurus le desconcertó esas palabras, pero la idea le parecía estupenda.

—Gracias. Que tengas un buen día también. Te llamo en la tarde para confirmarte si quiero huir ¿De acuerdo?

Argos hizo una mueca como intento de sonrisa, al igual que el amago en los labios de Laurus. Argos cerró la puerta y empezó a caminar por la acera viendo a su esposa marcharse.

Laurus condujo hasta su lugar de trabajo. Subió a la oficina y dejó su portafolio en el suelo junto a la silla a la cual giró al sentarse para poder ver por la ventana. ¿Qué diablos había sido todo eso? Habían pasado dos años y nunca se habían comportado con esa amabilidad.
Por un lado se sentía bien, había más tranquilidad, pero por otra parte... Sentía desconfianza, no confiaba en Vladimir Sharyk Berek, esperaba que no estuviera planeando nada, el recuerdo de él pidiendo nietos vino a su mente. Estaba loco si creía que su hija y ella iban a...
Tampoco iba a prestarle dinero, no más de lo que ya había hecho y esperaba que Argos no se hubiera enterado, no quería que su amabilidad se debiera al pensamiento de que le debía algo, porque no era así, el que debía era Vladimir y era él el que debía pagar, talvez con su nuevo proyecto podría sacar ganancias y saldar deudas.

Unos minutos después entró Ross con una taza de té.

—Buenos días, directora, ésta vez traje té. Si necesita algo más hágamelo saber

Ross se retiró, entonces inició el día.
Habían unas cifras que no cuadraban y se estaba estresando, era cierre trimestral y todo debía estar en orden. Estuvo revisando muchos documentos, muchos números, haciendo cálculos y... Tomó el teléfono y llamó a Ross para que se presentara en la oficina, necesitaba quitar su vista del trabajo.
Un masaje, eso quería.

Estaba apoyada sobre sus brazos en el escritorio cuando Ross entró, escuchó cómo echó el pestillo a la puerta y se acercó. El sonido de sus tacones en el piso y su aroma al estar cerca le hacía pensar muchas cosas a Laurus.

—Digame ¿Qué quiere de mí?

Susurró en su oído. Sintió un ligero calor en ella, su voz había sonado tan seductora, talvez había sido su imaginación.
Alzó la cabeza quedando tan cerca de ella, miró su rostro y después específicamente a sus labios, Ross no se apartó. Sin despegar la vista de sus labios Laurus se puso de pie, mirando a los ojos de Ross y después nuevamente a sus labios, unos centímetros más y podría sentirlos, el corazón le golpeaba frenéticamente.
Acercó más su rostro al de Ross, ésta no se apartó, finalmente los labios de Laurus terminaron en los de su secretaria.
La conciencia comenzó a hacer mella, no debía hacer eso con la secretaria, no podía poner su nombre y su imagen en riesgo, no quería pasar por más escándalos. Se apartó.

—Lo siento, yo...

—Descuide, no pasa nada. Mi boca está sellada, no diré nada a nadie

—Disculpame. Ya puedes retirarte. Iré a casa, cualquier cosa anotalo en la agenda, mañana lo revisaré. Quiero a primera hora al encargado de contaduría, al auditor, al de limpieza si es necesario y por favor, olvida lo sucedido

—No pasa nada. Mañana a primera hora será

Ross salió de la oficina cerrando nuevamente la puerta. Laurus se dejó caer en la silla mirando el reloj, eran las tres de la tarde con dieciséis minutos. Tomó el celular y marcó al número de Argos, la llamada enviaba directamente a buzón de voz, otra vez.

—No importa, la busco en la universidad y nos vamos, no pasa nada si no responde

Se dijo a sí misma. Recogió sus cosas y salió ignorando la mirada de Ross. Caminó directo al ascensor, hacia el estacionamiento subterráneo.

Mientras conducía puso algo de música, se sentía un poco extraña, nerviosa, incómoda, alterada. Era una estupidez, no era la primera mujer que besaba estando casada...
Talvez el problema era que se trataba de la secretaria y que no sabía cuánta lealtad le tenía ¿Y si iba con la prensa y vendía la historia y los rumores comenzaban?
Definitivamente no quería vivir más escándalos, había sido suficiente con los que tuvo antes de casarse y el primer año de matrimonio, había sido una locura.

Le subió un poco más al volumen, sentía que le calmaba un poco, hacía que dejara de pensar en cosas y se enfocara en la letra de las canciones.

Estaba llegando a la universidad, redujo la velocidad, había algunos chicos afuera, buscó atentamente con la mirada por si Argos estaba ahí, su peculiar color de cabello era inconfundible... Y lo fue.
Argos caminaba del brazo de un chico, reían y ella... Ella estaba mirándolo como si fuera un sueño estar a su lado. Volvió a llamar a su teléfono, pero no respondió. Lo que había dicho de que la llamara si se cansaba y si quería escapar con ella sólo había sido por decirlo.
Los vio cruzar la calle.
Mintió y Laurus le había creído, por un momento creyó que podía contar con Argos, que estaría ahí, para ella.

—Idiota

Se dijo a sí misma mientras ponía en marcha el carro aumentando la velocidad.
Al llegar a casa Hades corrió a su encuentro, el muy tonto no sabía que no lo quería, que era sólo Argos quien se interesaba por él.
Sin embargo lo acarició, tenía esa carita, como si entendiera cómo se sentía, se puso de cuclillas y lo abrazó con un poco de fuerzas.

Abrió la puerta para que los dos entraran y él rápidamente buscó la cama que estaba en la sala.
Laurus se llevó una botella de whisky a la habitación, puso el pestillo, se quitó los zapatos y bebió, sentada en el piso, apoyando la espalda en la cama.

Después de mucho alcohol terminó dormida, siempre funcionaba para desconectarse de la realidad.

totoroz001

Tears In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora