ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 48

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Un suave contacto en su piel la despertó, abrió lentamente los ojos encontrándose con esos ojos azules que le cautivaban.

—Buenos días, amor

—Es muy temprano

—Es tarde

Argos se sentó mientras con una mano se frotaba los ojos. Laurus trajo del buró la mesa de cama con el desayuno para las dos y un pequeño pastel con una velita.

—Feliz cumpleaños, mi amor

—¡Oh, Laurus!

Sopló la vela pidiendo tener siempre a Laurus en su vida.
Después de terminar el desayuno apartaron la mesita. Argos se acomodó en el pecho de Laurus.

—No quiero que vayas a trabajar

—Tengo qué. Las cosas que dejé pendientes ayer las debo entregar hoy. Trataré de que sea rápido y volver antes. Mi madre llegará cerca del medio día para iniciar con los arreglos

Argos hizo un puchero.

—No me mires así

—¿Porqué no?

—Porque me dan ganas de besarte

—No te detengas

Se miraron un segundo antes de besarse, el ambiente comenzó a aumentar de temperatura, Argos subió al regazo de su esposa, la cuál comenzó a tocar su piel bajo el pijama.

—Hmmm no...

Laurus se separó abruptamente.

—Aún no

—¿Cuándo sí?

—La doctora dijo que hasta la próxima semana, después de el chequeo, si...

—Si todo estaba bien podía volver a mi vida normal... Pues quiero esa vida normal ya ¿Puede ser aunque sea un poco?

—Nada

Laurus la apartó delicadamente.

—Es por tu bien, Argos

La chica se sentó en la cama cruzando los brazos.

—Bueno, que tenga que estar con reposo no significa que no pueda hacerte algo a ti

Sonrió de lado, sobre todo al notar el rostro sonrojado de Laurus, ésta se puso de pie rápido.

—Te veo más tarde

Por precaución sólo se despidió con un adiós y salió. Si se quedaba iba a obviar la recomendación de la doctora y no podía ser así de irresponsable. Salió en su Bristol bullet, con el corazón agitado y esa sensación en todo el cuerpo que le decía suavemente que volviera a casa.

Al salir del elevador y caminar a su oficina, se encontró con Ross de cuclillas buscando quién sabía qué.
Laurus apartó la mirada rápidamente, abriendo la puerta dijo:

—Quiero un té de azares, lo más pronto posible

Ross alzó la vista, pero la puerta ya estaba cerrada. Le había parecido raro que su jefa ni siquiera la había saludado.
Laurus se dejó caer en su sofá, tapándose la cara con ambas manos. Debía dejar de pensar en eso, dejar de sentir, pero se estaba dificultando, no podía mentirse a sí misma de que lo necesitaba.
Haciendo acopio de la poca fuerza de voluntad que tenía, se dirigió a su escritorio encendiendo su ordenador, revisando los documentos en su escritorio, necesitaba distraerse en otra cosa, terminar pronto e ir a casa.
Ross entró con el té, lo dejó en la mesa y observó a su jefa.

—¿Se encuentra bien, directora?

—Sí

Respondió Laurus sin mirarla.

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