ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 58

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Había elegido a Jack Brown para que la representara en las juntas, en compañía de su tío y abogado de confianza Robert Bain. No quería tener contacto con Argos, ni con Vladimir.

Estaba cansada de hacer todo por un bien que no era para ella, estaba cansada de esforzarse.
Se pasaba pocas horas en el banco y el resto del día estaba conduciendo en su automóvil por las calles londinenses.
Alexandra estaba a punto de regresar a América, solamente para arreglar unos documentos, volvería pronto, esperaba.

La situación de la galería era como el pan de cada día en su mente, el recuerdo venía una y otra vez, no sabía si para torturarla o para que encontrara un fallo.

*

El trabajo estaba marchando muy bien, las personas que la rodeaban la respetaban, su jefe la consideraba como alguien competente, capaz y talentosa, y era algo que le motivaba. Había pasado años escuchando a Vladimir diciéndole que esperaba más, que no era suficiente y saber que sí lo era le llenaba de tranquilidad y de alegría, cosa que hacía que le gustara su trabajo.
Se había llamado la atención varias veces a sí misma, por cómo había tratado a Ross. Ser secretaria no era sólo contestar el teléfono, pasar llamadas, agendar citas y hacerle el té al jefe, habían muchas cosas más y conociendo a Laurus, si Ross hubiera hecho algo mal, una equivocación, ya no estuviera ahí.
Había hecho algunos amigos con los que tomaba el almuerzo y a los que saludaba cada mañana.
Charlotte Anders era una de esas amigas, solía ser muy atenta con ella, le hablaba todas las mañanas y era de las que se sentaban a almorzar con Argos, era graciosa, respetuosa y amable. Era una chica tranquila, no era del tipo de persona que estaba acostumbrada a conocer.
Con el paso de los meses había notado un sutil coqueteo de parte de ella y Argos se lo permitía, aunque ella no respondía de ninguna forma, no quería involucrarse de ninguna manera con nadie.

—¿Ya te vas?

Charlotte se acercó al escritorio de Argos, era la hora de salida, la mayoría se había retirado ya.

—Sólo termino de ordenar unas cosas ¿Tú ya te vas?

—Sí... Si quieres te espero

—No es necesario

—No tengo inconveniente

Argos sólo le sonrió y siguió en lo suyo. Su jefe había salido de la oficina y se había despedido sin siquiera mirarlas, como si tuviera prisa.
Argos apagó el ordenador, acomodó todo y tomó sus cosas.

—Vamos

Le dijo a Charlotte. Estaban en el ascensor cuando de la nada preguntó la chica:

—¿Qué harás mañana?

—Creo que estaré en casa

—Bueno, podríamos vernos en algún café... Si quieres

Argos intentó no sonreír, Charlotte le parecía tierna, sobre todo por la timidez con la que le decía eso.

—Está bien

Respondió.

—Te veo mañana

El ascensor se abrió al tiempo que la sonrisa de Charlotte se extendía en sus labios.
Había sido la primera vez que aceptaba una cita tan cursi y simple como tomar un café. La primera vez que aceptaba salir con alguien después de su divorcio.
No se arrepentía de haber aceptado, había sido una experiencia agradable.
Las salidas se habían vuelto frecuentes y habían mejorado su amistad, haciéndola un poco más íntima.
No había habido contacto físico más que fugaces abrazos, de cierta forma le gustaba llevar con calma algo y saber de a poco hacia dónde llevaba todo.
Podría ser que trascendiera en una relación o talvez no pasaba nada y continuarían siendo sólo amigas, pero mientras tanto, le gustaba convivir con ella y tener a alguien con quien tener momentos tranquilos.

Tears In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora