ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 53

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El espíritu navideño había abandonado la casa de Vladimir, la decoración estaba ahí, pero aún así el ambiente estaba apagado.
Argos no se había cruzado por ahí desde que mostró los papeles del divorcio, no había estado esa noche con ellos. Vladimir tenía claro que su hija no pondría un pie en la casa por mucho tiempo y era algo que Petra le había reclamado.

Argos no había tenido una grandiosa víspera de navidad, había estado con Leah, Peter también había llegado un rato, habían cenado con los papás de Leah y parte de su familia, pero no sé sentía cómoda, sobre todo con lo cercanos y cálidos que parecían ser. En su casa solía haber mucha gente, algunos doctores, sus hijos, socios y mucha gente, pero aún así se sentía mucha frialdad. Decidió estar pronto en la habitación que se le había brindado, mirando fotografías viejas en su teléfono, de una época en la que había aparentando con Laurus, pero que aún así eran recuerdos, lamentaba no haber podido hacer un recuerdo auténtico de navidad. Las lágrimas volvieron, se sentía demasiado sensible. Había desperdiciado el tiempo, si hubiera sabido la verdad desde el principio... Sí, quizás se hubiera dado la oportunidad de conocerla, de quererla, de amarla.
No había duda, era su peor navidad.
Había tenido el impulso de llamarle, quería escuchar su voz, pero le frenaba el orgullo y el miedo de ser rechazada, no, ya era suficiente con lo rota que se sentía.

*

Debido a los recientes acontecimientos no hubieron invitados, tampoco recibieron a nadie, la excusa era que tenían una emergencia familiar y no estaban disponibles.

Laurus había compartido con sus empleados en una sala privada, en donde les explico lo sucedido mientras tomaban chocolate y comían galletas de mantequilla hechas por Alexandra, todos estaban sorprendidos, sobre todo Rachelle que había estado al tanto del cambio en ellas, imaginaba que había sido algo muy insoportable como para terminar el matrimonio del que siempre se quejaron y que no soportaban, según ellas.

Más tarde volvieron a salir en el automóvil que siempre conducía Henry, irían todos a sus casas, sólo los hermanos se quedarían con Rachelle.

—¡Qué agradables personas!

Opinó Alexandra, sentándose al lado de su prima en la sala donde había tenido su reunión.

—Lo son, siempre me han apoyado y ayudado mucho

—¿Qué opinaron sobre acomodarlos?

—No tienen problema

Laurus no la había mirado ni una sola vez, se notaba pensativa.

—Sabes...

Comenzó, un poco dudosa.

—... deberías venir conmigo un tiempo a América

Por primera vez dirigió su mirada a la chica rubia junto a ella.

—Estoy muy ocupada con el banco, y...

Y con los hospitales.— pensó.

—Seguro que el tío Björn se puede encargar de eso. No tiene que ser mucho tiempo, uno o dos meses

Alexandra se quedó en silencio un instante, se acercó más a su prima, colocando su mano sobre su espalda.

—Necesitas distraerte, alejarte de aquí un tiempo, ver... Otros lugares

—Lo pensaré

Dijo secamente. La verdad es que sabía que le haría bien estar lejos de Londres.
Al estar todos reunidos en la mesa las conversaciones se centraron en Alexandra y su vida en América.
Laurus se sentía como estar en un rincón, sola y en silencio, se sentía bien así.

Tears In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora