ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 7

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Argos pensó en la pregunta de Daniel. ¿De qué forma debían conocerse? Pensó en todas las formas en las que podían hacerlo, pero ninguna le atraía, todas terminaban en sexo de una noche y nada más, Argos por el momento no quería eso ¿O sí?

—Juguemos conquián, cuando uno pierda deberá contar una anécdota de su vida, ya sea buena, mala o graciosa. Nada de quitarse la ropa ni...

Dejó la última frase al aire, recordando la noche anterior con su esposa, jugando sobre la cama mientras su risa contagiosa la había hecho reír y sentir feliz.
El ánimo con el que estaba hablando cambió, se sintió de alguna forma nostálgica respecto a esa sensación, a esa acción, ese tipo de cosas le hacían falta en su vida y las carecía ¡Cómo deseaba eso siempre!

—...no sé porqué no puedes reír siempre...

Dijo suavemente para sí misma, como un reproche a Laurus, aunque no la escuchaba y nunca lo sabría.
Cuando Argos cayó en la cuenta de lo que había dicho, pensado y sentido abrió los ojos con sorpresa, con miedo y caminó rápidamente al mini bar que estaba cerca de la sala en la que estaban. Preparó unos tragos y le llevó uno a Daniel.

—Espero que sepas jugar bien

Daniel sonrió al notar cómo ella había esquivado la pregunta sobre algo que ella misma había dicho, al parecer le tocaría ir por el camino largo. De todas formas un poco de compañía y diversión sana no le vendría mal.
Le había llamado mucho la atención de lo que dijo suavemente "no sé porqué no puedes reír siempre" ¿Qué quería decir con eso? ¿Se refería a ella misma? Lo grabó bien en su mente mientras la observaba detenidamente en el bar, era una chica misteriosa y quería descubrir sus secretos.

—Sé jugar muy bien

Respondió con orgullo después de darle un sorbo a su bebida. Se sentaron en la alfombra de la sala, la luz tenue de un candelabro los iluminaba, su vasos en los portavasos sobre la pequeña mesa de roble con tallados a mano. Argos estaba segura que ganaría, dejó su mazo orgullosa pero Daniel la bloqueó y ganó, debía contar una anécdota.

—¡Diablos! ¿Qué puedo contarte?

Pensaba en todas las cosas que le habían pasado a lo largo de su vida.

—Una vez en la secundaria me tocaba quedarme a taller de música. Siempre me he llevado mejor con los chicos así que mis amigos se quedaron a esperarme para irnos juntos. Pero se les ocurrió hacer parkour en las escaleras... De noche

Dio un sorbo a su bebida.

—Quise seguirles el paso, en las últimas escaleras brinqué y los rebasé, pero para mi sorpresa me caí rodando las escaleras, mientras caía iba gritando "¡Atrápame!" Caí sentada, me acosté en el suelo y levanté mi pie en símbolo de victoria... Me dolió el trasero hasta el siguiente día

Daniel río imaginando la escena al igual que Argos, pero ella sentía que le faltaba algo más para que realmente fuera divertido compartir esa historia.
Volvieron a repartir las cartas, esa vez se propuso ganar y lo logró.

—Tu turno

En lo que Daniel pensaba qué contar, Argos revisó su teléfono para ver la hora, era tarde, quitó el modo avión y las notificaciones llegaron, llamadas perdidas de Laurus y mensajes de su madre, en su rostro se reflejó la frustración. Justo en ese momento recibía una llamada.

—¿Ya es hora de que te vayas?

No obtuvo respuesta, Argos dio un largo sorbo a su bebida para posteriormente dejar el vaso frío por el hielo sobre el portavasos, guardó su celular sin contestar la llamada.

—Es sólo mi madre que quiere que vaya a cenar con ellos y mi esposa

Suspiró cansada sin tomarle mucha importancia al diálogo, pues sabía que tenía otros problemas en los cuales enfocarse. Se puso de pie, extendió su mano con una tarjeta, su número telefónico se encontraba en ella. Guiñó su ojo derecho.

—Me encantó tener tu compañía ésta tarde, te dejo mi tarjeta para cuando quieras salir de nuevo, podrías venir a mi casa a comer algún día o vernos en el club. Dejaré mi carro, esperando que en verdad podamos vernos pronto y hacer ... Más cosas

—Te aseguro que nos veremos pronto

Respondió Daniel, se levantó también para poder despedirse, Argos se acercó y le dejó un beso cerca de la boca y finalmente caminó a la salida. El rostro de Daniel reflejaba satisfacción después de esa despedida, le confirmaba que tenía esperanza.

Argos caminó un rato hasta la calle principal donde tomó un taxi, de los pocos que se veían cerca, seguramente habían más cabañas o residenciales. Fue directo al centro comercial, compró algunos termos para café, joyería y una chaqueta. Necesitaba una excusa, una cuartada. Al finalizar sus compras llamó al chófer. De regreso a casa miró el teléfono para ver la hora, aún tenía tiempo para arreglarse.

Al llegar bajó del automóvil, como una diva después de un buen día de compras, la tarde con Daniel había sido buena, era tranquilo estar con él, seguramente otro día podrían divertiste más, cuando sus padres no estuvieran cerca y no tuviera a su esposa en el pensamiento.
Dejó las bolsas de compras en la sala y se dirigió a la habitación que estaba compartiendo, buscó un pantalón blanco que le quedaba tallado, tirantes a juego, una camisa blanca, un saco azul cielo y tacones azules también. Desabotonó los tres primeros botones y arremangó sus mangas.
Justo cuando bajaba las escaleras su esposa y sus padres estaban entrando. Laurus al notar que bajaba alzó la vista a ella, Argos también conectó su mirada a ella, Laurus se veía como siempre, de mal humor, pero diferente, como si estuviera relajada pero que algo le molestaba, Argos no le tomó importancia, ya estaba acostumbrada.
Bajó dando pequeños saltitos, como si estuviera feliz de verla, se acercó a darle un cálido beso, algo raro en ella pues le disgustaba tener que hacerlo.

—Buenas noches a todos

Dijo con entusiasmo después de separarse de su malhumorada esposa.

—Te extrañé, cuchurrumina hermosa...

Laurus cerró los ojos y gruñó suavemente, odiaba que la llamara así, pero sabía que Argos lo hacía con la intención de molestarla.

—...espero que el trabajo no haya sido tan pesado ¿Vamos a cenar?

Su celular sonó, lo sacó, era un mensaje de Daniel.

Salgamos mañana, si tienes tiempo

Era todo lo que decía, lo dejó en visto y guardó su celular con una sonrisa maliciosa, casi imperceptible.
Tomó la mano de Laurus para caminar al comedor.
Laurus no dijo nada, había visto el gesto, pero no le interesaba en lo absoluto.
Quería saber porqué no había respondido las llamadas, pero cuando no estuvieran los viejos ahí, talvez sólo habían tenido una larga tarde de golf, aunque le parecía extraño que no llegaran juntos, no entendía porqué incluso no había visto el Jeep de Argos, le intrigaba mucho, pero no quería quedar en ridículo si todo tenía una explicación justificable.

Miró a Argos, se veía bien, bastante bien, como si algo hubiera salido bien ese día y la tuviera de buen humor, al llegar había sido más jovial que nunca y el beso, eso la había sorprendido, talvez se vengaba por la situación que le hizo pasar en la mañana, alzó la vista al cuello de su esposa, la marca que le había hecho seguía ahí, sonrió levemente y sólo miró su comida, todo en su interior se sentía en calma por primera vez en mucho tiempo y el masaje de Ross también había ayudado en eso. Definitivamente quería más días así.

Tears In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora