ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 35

130 10 14
                                    

Argos sonrió orgullosa ante el extraño halago de Laurus. Se sentía victoriosa, estaba demasiado relajada después del spa, ambas fueron al sauna para terminar su tratamiento.
Sin dudar Argos se acercó a Laurus y sin pensarlo dos veces se subió a horcajadas sobre ella para darle un beso más caliente que el ambiente y susurrar en su oído:

—Me tengo que ir pero nos veremos en la cena, amor. Te falta el masaje con piedras calientes y la acupuntura así que disfruta lo que resta del día

Se bajó de las piernas de su esposa y se marchó del sauna dejando a su Laurus sola, pues tenía una sorpresa que darle en la noche y así poder tener unas buenas vacaciones.
En la recepción del hotel, Argos había pedido ciertas cosas para llevarlas a la habitación entre ellas un tubo de pole dance; así como velas aromáticas, pétalos de rosa, champagne rosado, fresas; entre otras cosas.

Aquel beso y aquel ambiente no ayudaron a Laurus, su temperatura había subido considerablemente.

Después del sauna fue al masaje con piedras calientes, al entrar a la habitación que le habían indicado le esperaba una mujer con rasgos de la Polinesia, era atractiva y tenía un cuerpo envidiable, la observó rápidamente, la mujer salió para darle privacidad mientras se acomodaba, Laurus alzó la ceja derecha, pensando en la hermosa mujer, su mente le recordó que estaba casada y estaba de vacaciones con su esposa, se rió de sí misma, ahora tenía más presente a Argos.

Después de un rato entre cosas para "relajarse", sintió hambre, iba con su ropa de la mañana, sintiéndose como una pluma, los masajes habían ayudado mucho, como haberse quitado un peso de encima.

Llegó al restaurante para comer con su esposa la cual no tardó en llegar, cruzó su pierna y tomó una piña colada mirando de pies a cabeza a su amada para silbarle sin pudor.
A Laurus le tomó por sorpresa aquella acción, pero fingió seriedad.

—¿Cómo va tu día?

Preguntó tomando del agua de coco. Sin embargo Argos ignoró lo que su esposa preguntó.

—¡Pero qué preciosa te ves así de relajada! Después de la comida tenemos una cita muy especial en la playa ¿Está bien?

Sí, Argos había pedido que le pusieran un camastro en la playa, que fuera privado, un violin y otros detalles. Esa noche tenía que ser perfecta para lo que Argos estaba planeado.

Laurus había ocupado el resto del día para tomar una ducha en la habitación y dormir un poco ya que rara vez se sentía relajada, tranquila y sin responsabilidades. Además de disponer de una cama tan cómoda. Argos había mencionado de hacer algo por la noche, pero no había tenido problema de dejarla dormir un par de horas.

Argos tenía todo listo, la mesa para le cena y el camastro de arena para ver las estrellas ya estaban listas, sólo hacía falta ir por Laurus a la habitación, una vez que entró a la habitación ahí yacía su esposa dormida, aprovechando su estado, sacó su lencería nueva y su ropa para tomar una ducha. Al salir despertó con suavidad a Laurus.

—Arriba, bella durmiente, tenemos cosas que hacer ¿Cómo te sientes?

Laurus se frotó los ojos, somnolienta.

—¿No podríamos quedarnos aquí y dormir?

Argos alzó una ceja, ya habían hecho planes, no podía retractarse.
Laurus se levantó a regañadientes, buscó una camisa de vestir y un pantalón de sastre, se dejó el cabello sin peinar.

—Estoy lista

Dijo ante la atenta mirada de Argos, ésta traía un vestido suelto y largo de hombros caídos y sus sandalias. Tomó la mano de Laurus para guiarla a través de los pasillos, una vez que estuvieron afuera del hotel la guió hasta la playa.
El pasillo que daba a la playa estaba lleno de velas encendidas, un camino de margaritas y orquídeas adornaban el arco que estaba detrás de la mesa donde iban a cenar.

Tears In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora