La Torre de la Princesa

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Me arrastraron fuera de la capital imperial sin previo aviso, sin permitirme llevarme nada conmigo, solo lo que traía encima en el momento que me llevaron, ni siquiera podría decir cuánto tiempo duro el viaje, solo sabía, que estaba lejos de la capital. Cuando finalmente abrieron la puerta de la carroza carcelera y entro la luz a la misma, lo primero que sentí fue el fuerte viento, el frio, aparte del golpe de la luz entrante en mis ojos, que tardaron un momento en acostumbrarse.

Me bajaron del coche, casi aventándome al suelo, cuando me levante vi frente a mí, esa imponente estructura, un fuerte de piedra desgastado, en el que el tiempo había hecho estragos, una fortaleza parcialmente enterrada por la nieve, cuyos muros se caían por la falta de mantenimiento, por el abandono. Parecía medieval, muy temprano, tal vez incluso anterior a las migraciones, una fortaleza de los antiguos pegasos Shire tal vez, no lo sabía.

Mire a mi alrededor, viendo no más que kilómetros y kilómetros de estepa gélida, sabía porque me habían traído aquí, si intentaba escapar, poco probable era que lograra atravesar la estepa y llegar a seguridad. Era una travesía imposible, de la que si no me recapturaban era demasiado alta la posibilidad de morir en algún punto del camino.

No me dejaron ver más de lo que rodeaba el área, los guardias me tomaron como si fuera basura y me llevaron dentro del fuerte. Me jalaban tan fuerte que tropezaba en el camino, inevitable termine cayendo al suelo solo para que alguien me pateara y me ordenará levantarme.

Me recordaba a la vez que me habían tirado al obliette con Janina, pero ahora estaba sola, de nuevo. El interior de esa tumba helada y abandonada no era mejor, paredes desgastadas, uno que otro rastro de un mural, por lo que pude averiguar no era una fortaleza cualquiera, en su tiempo de gloria había sido un castillo bellamente decorado... Pero ahora.

Finalmente llegamos al cuarto donde me aventaron y cerraron la gruesa puerta de madera detrás de mí, tenía una ventana, una ventana con barrotes que no pertenecían a la estructura original. ¿Cuánto tiempo habrán estado planeando mandarme aquí? Parecía que bastante pues habían tenido la precaución de hacer mínimas reparaciones y mejoras.

En todo caso me dejaron sola, en aquel cuarto que apenas tenía una cama que se mantenía en pie, era lo único que había en el cuarto. Había un baño en mal estado y medio improvisado, un armario con una puerta rota y de ahí en fuera solo paredes de piedra. Me acosté en la cama, sin tener más que hacer, pensando que podría hacer para fugarme de ahí. No podía quedarme, muchos ponis confiaban en mí, muchos creían que podía cambiar las cosas, pero no mientras estuviera encerrada.

Twilight había cometido un error, no me quedaría aquí y ahora lo que fuera a pasar, sería inevitable, las cosas debían cambiar. Después de pensar un rato volví a levantarme y fui a la ventana intenté empujar los barrotes, pero era inútil, estaban bien fijados, a menos que consiguiera algo con que golpear,

En caso de lograr moverlos, los golpes causarían mucho ruido arruinando el escape, no, tenía que pensar en otra cosa. Ese día no se me ocurrió nada, pero sí llamo mi atención una parte del castillo, una especie de matacán con el piso de madera. Pasaron los días, seguí investigando el cuarto, los guardias entraban solo para traer comida y solo una vez al día, nadie tenía contacto conmigo. Era una prisión en toda regla, pero si planeaba encerrarme ¿Porque aquí? ¿Porque no al tártaro como lo habían hecho antes? Algo no estaba bien.

Siguió pasando el tiempo a la semana logré averiguar que era aquel matacán, ahí había estado el baño original del castillo. Lo habían tapado pues daba al exterior del edificio, si quitaba la madera encontraría una salida. Ahora solo necesitaba pensar una forma de hacerlo sin que se enteraran, siendo lo más cuidadosa posible.

Pensé muchas cosas, pensé en mis mascotas, dejadas solas mientras yo estaba aquí, en mis amigos que deberían estar preocupados por mí, en el pueblo del imperio y su sufrimiento. Cada pensamiento me atormentaba más que el anterior. Estando en ese sitio poco podía hacer, por eso debía salir, debía hacerlo ya. Seguí pensando una forma de salir, finalmente se me ocurrió una, fui al armario roto y terminé de separar de su puerta un trozo de madera.

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