El Origen

117 28 1
                                    

Me volví eventualmente tan conocida que me era imposible ir a ningún lado sin llamar atención, me empezó a ser necesario salir siempre con escolta y de preferencia en carruaje para evitar cualquier contratiempo. Cada vez me requerían más en distintos lugares, los nobles me invitaban a reuniones, los burgueses pedían mi presencia y aprobación en distintos eventos. Para cuando me di cuenta era un miembro bastante activo de la alta sociedad, sin embargo, notaba que en muchos de estos eventos me invitaban a mí y no a Flurry.

De cierta forma me preocupaba se volviera demasiado notorio este hecho, pero, por otro lado, quería que se notara, quería que se escuchara hasta Equestria y le ardiera el alma a Twilight. A petición popular comencé a intervenir en eventos culturales, ferias, celebraciones, eventos religiosos incluso, en los que me invitaba Crystalia. A causa de ciertas familias nobles también comencé a ser muy regular en teatros, banquetes y otros eventos del estilo, al punto que me empezaban a invitar regularmente.

Por otro lado, Flurry seguía batallando por acostumbrarse a su nueva labor, Shining Armor le daba lecciones casi diarias, largas y estrictas, quería que mejorara, debía hacerlo. La emperatriz regente parecía un manojo de nervios, en especial desde la llegada de Spike que le presionaba a aceptar muchas cosas, mientras por el otro lado Shining y yo le presionábamos a no hacerlo.

Un día, me preparaba para salir al teatro, me prepare con ayuda de un par de sirvientas, Janina iría conmigo así que se estaba preparando de igual forma, la llevaba a menudo, en esta salida particular iríamos Angelina, Ópalo, Janina, Sergei, Morfea y yo, aparentemente querían mostrarme una obra que databa de los días de gloria del imperio, una obra melancólica, parece que tenía que ver con el descubrimiento del corazón, había leído ya algo de ello, pero les interesaba que viera esta puesta en escena.

Mientras me preparaba una de las sirvientas comentó con su compañera:

-¿Cómo estaba ayer la princesa Flurry?

-Nerviosa, como ha estado desde aquel día que te conté.

-¿Qué día? – cuestioné curiosa.

-El día que llegó Spike, la regente se retiró con su padre al despachó y recibió una reprimenda, Shining le dijo que debía cuidarse de las jugarretas de los diplomáticos y políticos, que no todo era felicidad y amistad como podían hacerlo ver los equestres. La princesa se quejó un poco diciendo que ella quería confiar, que era su tía de la que hablaban que no creía fuera capaz de manipularla.

Shining le explico que Cadence tenía cuidado hasta de sus cercanos, bueno cuando aún vivía, que ella no debía dejarse llevar por "es mi amada tía" que en política nadie es familia. triste, pero el viudo emperador tiene razón. No puede dejarse llevar así, no si quiere que el estado del impero mejore, o siquiera mantenerlo a flote como lo hizo su madre. En todo caso, Shining le dio todo un discurso sobre él porque debía evitar esto que termino con la emperatriz retirándose taciturna a sus propios aposentos.

-Ya veo, tal vez vaya a verla y animarla, debe saber que a pesar de que este contra equestria no estoy contra ella, somos hermanas, debe saber que con lo que hago, cuido su imperio incluso su propio cuello.

La Condesa afirmo con la cabeza y termino de arreglar mi cabello, una vez lista las dos cortesanas abandonaron el cuarto y yo me dirigí junto a Janina cuyo vestido no le envidiaba nada al mío, ambos de porte rococo, el mío era de un azul pastel similar a mis crines con toques blancos y el suyo era blanco con toques negros. Una vez juntas fuimos a la puerta del castillo donde esperaba el carruaje.

Ella estaba feliz, la llevaba conmigo casi siempre, por lo que los demás burgueses y aristócratas ya la conocían y la aceptaban, oficialmente era mi amiga cercana, extraoficialmente, como si fuera un secreto a voces, mi pareja. Este segundo era la realidad, pero no era el momento de romances, el Imperio era primero.

ImperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora