Rateel Maddcro
Caminando a paso apresurado hacia mi departamento repito todo lo que ha pasado en una sola noche, meterme en problemas no es algo que me suceda con frecuencia y aun así, cuando llegaban a ocurrir, no pasaban de unas cuantas palabras y listo; aunque para ser sincera, lo que más me perturbó de cierta forma fueron las palabras que tuve con aquel tipo.
- ¿Quiénes son? – pregunté sosteniendo la navaja contra su cuello, ese tatuaje no debe ser coincidencia – si hablas, consideraré ayudarte.
- Mi destino está marcado, perra, tus palabras no sirven de nada.
- Tú decides, rata, te vas con ellos y te dan una muerte lenta o te asesino de forma rápida, última oportunidad – aplico fuerza en mi agarre – ¿Quién carajo son?
- La mafia de Chicago – dice confirmado mis sospechas y corto su yugular con la furia corriéndome por las venas.
Cuando me doy cuenta, ya estoy en la puerta de mi departamento, saco mis llaves y me adentro quitándome los zapatos mientras camino a mi habitación. Me dirijo a mi baño para desvestirme y tomar una ducha para quitarme los rastros de sangre adheridos a mi piel, una vez limpia, coloco mi pijama y me voy a dormir con la persistente sensación de que las cosas comenzarán a cambiar para mal.
-&-
El fin de semana pasó demasiado rápido para mi gusto, aunque sin incidentes. Hoy es lunes y me encuentro camino a mi trabajo, el día de ayer Erick, Alicia y una muy cruda Fernanda aparecieron en mi puerta para averiguar cada detalle de todo lo que pasó la noche anterior.
Llego a la empresa para la cual trabajo y tomo el ascensor hacia mi piso. Digamos que soy la mano derecha del dueño de la empresa, aunque, a decir verdad, el señor Jazub me trata con afecto, como un afecto paternal. Cuando estoy encaminándome a mi oficina veo que hay revuelo por parte de las asistentes y decido preguntar a qué se debe tanta emoción.
- Sabina, ¿qué está ocurriendo? – Sabina es una mujer de 40 años, trabaja como mi asistente y también me mantiene actualizada de todos los chismes de la oficina.
- Dicen que los hijos del señor Jazub están en la ciudad, hoy tienen que reunirse con su padre en la oficina y los rumores dicen que parecen unos modelos sacados de revista – dice esto último mordiéndose el labio, a lo cual rio.
- Mujer, ese chico tendría aproximadamente mi edad, relaja las hormonas – me adentro a mi oficina y ella se queda parada en el marco de la puerta.
- Ver cómo está la futura generación no está mal, es decir, tengo que saber si hay un futuro prometedor.
- Claro, ¿por qué no revisas si el prometedor Clark ya tiene los reportes de ganancias de este semestre? – le menciono viendo como pone sus ojos en blanco mientras se encamina a su escritorio.
El tiempo pasa volando y cuando estoy revisando unos contratos, Sabina toca la puerta de mi oficina y se adentra en cuanto le permito el pase.
- Rateel, el reporte de Clark ya está aquí – me muestra el reporte en sus manos – ¿quieres que lo vaya a dejar?
- No, tranquila, yo lo dejaré con el señor Jazub.
Me dirijo a la oficina de mi jefe y al no ver a su secretaria voy directamente a tocar su puerta, escucho el permiso para entrar y en cuanto la abro, me detengo en seco. Enfrente del escritorio se encuentra el rusito del incidente, pero no está solo, de pie a lado de la ventana se encuentra un hombre increíblemente guapo: cabello azabache, ojos azules y labios finos rosados. Después de mi análisis me doy cuenta de que el rusito y él son hermanos, son jodidamente parecidos, con la diferencia de que los ojos de uno son celestes.
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Krovozhadnyy
ActionLo dicen los adultos y por consecuencia nosotros: la vida es una montaña rusa. Por la momento estas yendo de fiesta con tus mejores amigos, y en un dos por tres estas en medio de una balacera sin saber que el destino te iba a hacer una pésima jugada...