Narrador omnisciente
New York, 1700 horas.
En New York, se disfrutaba un ambiente agradable, sus habitantes disfrutaban la cálida temperatura saliendo a pasear por las avenidas principales en familia. Los puesteros habían acaparado algunas calles ofreciendo sus productos a turistas y aquellos que parecían simplemente admirar las vistas del lugar.
Su tráfico era el habitual de siempre, quien se parara un segundo a ver a su alrededor vería a la misma gente caminar con prisa hacia su destino, si, todo parecía normal, un día cualquiera.
Pero las apariencias solo son eso, una pantalla que oculta la verdad.
Dentro de una casa de seguridad, se llevaba a cabo la misma rutina de siempre, contar el dinero que fue lavado, guardarlo y revisar las compras; enfrente del lugar había una casa común y corriente, una fachada para tapar el hecho de que era una casa de vigilancia, ahí dentro había veinte hombres bien armados para atacar en caso de emergencia.
Fuera del lugar, había unos cuantos observando las calles, revisando que todo estuviera bien y lo estaba, demasiado tranquilo.
El camión de basura de todos los jueves pasaba como siempre, el hombre en la puerta entró para tomar la bolsa y sacarla a la calle, sin embargo, el camión se detuvo obstruyendo la vista de la casa de enfrente, alterando a todos.
- ¡Oye! ¡No puedes detenerte en este lugar! – gritó aquel hombre.
- ¡No arranca! – respondió una chica dentro del camión.
- Le puedes dar una mamada a tu hombre después linda, pero se tienen que largar ahora – puso una mano detrás de su espalda, donde tiene su arma.
- ¡No puedo oírte, habla más alto! – el camión emitía ruidos extraños y los hombres empezaban a impacientarse.
Todo cambió cuando vieron que dos camionetas se acercaban por el lado izquierdo y dos más por el otro lado cerrando la calle por completo. El hombre regresó la mirada hacia enfrente y recibió un disparo por parte de la copiloto del camión.
Los demás se alarmaron aún más cuando vieron que la parte trasera del camión comenzaba a abrirse y de ahí bajaron veinte uniformados con armas largas y de las camionetas aún más.
El tiroteo se desató alarmando al personal dentro de la casa de seguridad y quienes resguardaban el perímetro del lugar. Rateel dio la señal para dividirse y comenzar con el ataque. Mandó a 25 soldados hacia la casa de vigilancia, mientras que ella junto a 44 soldados iban al verdadero objetivo.
Desde las camionetas, las soldados lanzaron granadas hacia las torres de seguridad posicionadas en cada lado de la casa; desde las ventanas y balcones del lugar, los hombres salen al ataque para retrasar la entrada y permitir que el personal comience a resguardar todo el dinero y documentos importantes. Todo esto mientras afuera colocaban explosivos de alto calibre en el portón principal.
Cuando se dio la señal de que todo estaba listo, se resguardaron a los laterales y en segundos, las puertas volaron en pedazos. La bruma de polvo que se había levantado debido a la explosión imposibilitaba que los hombres pudieran ver; sin embargo, las soldado comenzaban a avanzar disparando a toda silueta sin temor alguno, debido que todas estaban en fila una tras otra.
La gente del bando contrario comenzaba a caer y el pánico creció dentro de la casa al oír los gritos y disparos cerca, debían llegar al garaje antes de que los alcanzaran. Rateel disparaba a diestra y siniestra, algunos la reconocían, puesto que está fichada dentro de la mafia de chicago, debido a esto, varios se le atraviesan intentando matarla, pero tenía su espalda resguardada por su equipo.
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Krovozhadnyy
ActionLo dicen los adultos y por consecuencia nosotros: la vida es una montaña rusa. Por la momento estas yendo de fiesta con tus mejores amigos, y en un dos por tres estas en medio de una balacera sin saber que el destino te iba a hacer una pésima jugada...