EPÍLOGO

161 4 0
                                    

Rateel Maddcro

Han pasado tres semanas desde que volvimos a Rusia. Todo ha ido con calma y las cosas están comenzando a acomodarse poco a poco. El regreso fue tranquilo, dentro de lo que cabe. Había llegado el momento de regresar, no sin antes enterarme que el nuevo general sería Harry Johnson, el padre de Malik.

Hicieron una ceremonia y toda esa mierda; la muerte de Thomas Levine cerró varios capítulos de mi vida y dentro del ejército mismo, ni siquiera le hicieron un funeral, alegremente la porquería esa no se había reproducido.

Tuve los minutos más tensos e incómodos que he tenido en mi vida charlando con ese hombre. Lo fue aún más cuando los altos mandos me mandaron a llamar para entregarme una medalla por mi padre, sus disculpas y condolencias. Pura mierda. De no ser porque quería llegar a casa rápidamente, me habría quedado más tiempo para tener la charla prometida con Johnson, pero será después.

Casa

Si tengo que ser sincera conmigo misma, los Jazub se convirtieron en un lugar que puedo llamar casa, su trato y familiaridad me han permitido verlo de esa forma, pero si hablamos de hogar, hay algo más que viene a mi mente. Alguien.

Estando en compañía de Caleb me he sentido de forma muy distinta, no es algo que he experimentado desde hace tiempo, al menos no en esta medida. Es mi hogar. Si hubiera una persona a la que tuviera que regresar, sé que sería él y tengo la certeza de que yo soy la persona a la que él tendría que volver siempre.

No puedo decir que lo necesito, porque no necesito a nadie más que a mí misma.

No puedo decir que con él me siento completa, porque ya lo estoy.

Lo que sí puedo decir de él, es que me complementa. Separados somos letales, pero juntos, somos imparables. Nos hemos estado buscando sin habernos dado cuenta antes.

La mansión está en movimiento, el día de hoy anunciaran de forma oficial ante el resto de la mafia que la corona ya fue tomada. Termino de colocarme la ropa interior y me colocó frente al espejo para acomodar las navajas en los ligeros. Los moretones ya no se ven, si acaso hay algunas manchas algo amarillentas, pero de ahí en fuera, no se nota que prácticamente me utilizaron como costal de boxeo.

Estas tres semanas las tomé para pensar en las palabras de Marcus y de Thomas. Sigo sin descifrar lo que quisieron decir, sus palabras me dieron a entender lo mismo: estoy en peligro. La pregunta es, ¿Por qué lo estoy? Más interrogantes que respuestas, de nuevo.

No se lo he compartido a nadie, a pesar de que Erick me ha estado molestando para decírselo, lo cual conlleva a que Alicia y Fernanda hagan exactamente lo mismo; simplemente no me salen las palabras para decírselos, planeo hacerlo, pero hasta que tenga aunque sea una respuesta, la más mínima.

- Aquí tengo... – entran sin tocar y mi primera reacción es lanzar una cuchilla – ¿¡qué demonios!?

- Deberías dejar de entrar sin tocar, Erick – camino hacia la pared donde se quedó encajada.

- No importa, tu bestia está gritándoles a todos abajo – se acerca a la cama dejando el vestido.

- Tienes suerte de que él no esté aquí, probablemente te hubiera disparado por verme en ropa interior.

- Te he visto desnuda, además, sabe que de heterosexual no tengo ni un pelo.

- Será mejor que no te escuche decir eso – le doy una sonrisa burlona, la cual se borra al escuchar su voz.

- ¿Qué cosa? – Caleb se recarga en el marco de la puerta, volteo a ver a Erick y noto que el color en su piel se ha ido.

- Nada, hablábamos de Fernanda y así – tartamudea y su tono de voz va bajando hasta convertirse en un murmuro.

KrovozhadnyyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora