CAPÍTULO 57. CHARLA

98 4 0
                                    

Rateel Maddcro

El olor de los árboles cuando la lluvia los moja es uno de los olores más adictivos, me ayuda a aclarar mi mente. Es justo lo que yo necesito. Han pasado dos semanas desde que volvimos a Rusia y el traidor ya ha actuado. Intentaron llevarse a la señora Isabel, la madre de Caleb.

Caleb se puso como loco ante eso, tuve que redoblar la seguridad en toda la mansión y colocar más hombres como escoltas. Caleb quería que también tuviera una, pero era estúpido, se supone que soy su seguridad. Las discusiones siempre terminaban en sexo duro y por supuesto, en mi aceptando sus condiciones.

Esa polla me puede. Soy débil.

- ¿Entonces? – habla Erick mientras ve hacia mi recargado en una valla.

- Estoy cerca, eso creo – traje a los chicos a un campo, debía tomar decisiones y ellos me ayudan a pensar con claridad, pedí un día libre.

- ¿Tienes sospechosos? – Fernanda come una bolsa de frituras mientras mira a la carretera, donde a varios metros de distancia se encuentra mi escolta.

- Tenía cuatro sospechosos – hablo mirando al cielo.

- ¿Tenías? ¿Por qué hablas en pasado? – pregunta esta vez viéndome.

Mi lista en realidad era corta, no hay mucha gente cercana a la familia o al menos no lo suficiente como para saber las rutas diarias, sus planes dentro de los negocios de la mafia, las entregas e incluso información de quienes los rodean.

- Dos de ellos ya están descartados, yo misma los enfrente en una amistosa charla, demostraron que no tenían nada que ver – se ríen, saben cuáles son mis métodos amistosos.

Sospechaba de Ibai Ivanova y Nikolay Novikova, esos dos idiotas me odian y después de lo que les hice ahora me repudian. Les hice una visita a ambos para indagar lo que pudiera, los tuve bajo vigilancia y aproveche que estuvieran en la mansión, donde se llevan a cabo las tácticas y planes de ataque, para abordarlos.

Al ir sin compañía y que solo estuvieran ellos, se me vinieron encima y peleamos. Por algo era la guardaespaldas personal del Boss de la mafia, aunque también recibí buenos golpes de ellos, no por nada son cabecillas. Estuve unas cuantas horas con ellos atados a las sillas haciéndoles preguntas y golpeándolos un poco.

No sirvió de mucho, ellos no tenían nada que ver, pero no fue todo en vano, me dieron datos que ellos habían investigado.

- ¿Qué hay de los otros dos? – respiro profundo ante la mención.

- De entre ellos, tengo a uno de peso, no me gustaría que fuera verdad – pierdo la vista en el bosque escuchando como suspiran.

- No lo entiendo, ¿por qué la traición? – cuestiona Fernanda y Alicia responde por mí.

- Poder – se sienta en la valla y mira hacia donde yo – el poder nubla el juicio de las personas, imagina cuando solo han tenido una probada de ello, es como la droga, solo quieren más.

- Que jodido es esto – resopla al tiempo que guarda su basura.

- Así son las cosas, el hombre con dinero es poderoso – Alicia deja la frase al aire.

- El hombre con dinero y poder es invencible – termino – imagina que ese es tu objetivo, pero hay alguien que te impide alcanzarlo, ¿Qué haces?

- Lo eliminas – responde Erick sobrio.

- En el juego de las ambiciones no existe la misericordia, solo existen los vencedores y los vencidos, no hay más – suspiro.

Nos quedamos en silencio analizando el panorama, el aire en nuestros rostros y todo lo que hablamos. Tomé una decisión y por más que me duela, si la persona que creo resulta ser la culpable, no me tocaré el corazón. A los traidores no se les otorga perdón.

Damos la vuelta para ir al auto e irnos a la mansión. Le doy las llaves a Erick para que conduzca mientras yo acomodo mis ideas y planifico mi siguiente movimiento, a partir de ahora tendré que moverme con cautela, después de todo, no es una persona cualquiera.

- Al final, ¿cuál es tu decisión? – pregunta Erick y las chicas me miran en espera de mi respuesta.

- Lo haré – respondo decidida.

-&-

Marcus McCall

Los gritos al ingresar a las jaulas subterráneas me reciben, después de tantos años estos ya no causan nada en mí, solo me dan gracia, ¿a quién le van a pedir ayuda en este lugar? Por algo fueron raptadas y encerradas en este lugar, rogarme no sirve de nada, a menos que lo hagan de rodillas con mi polla en sus bocas.

Camino con parsimonia por el pasillo, miro a los costados y observo a las mujeres en la esquina de sus jaulas abrazando sus cuerpos intentando despertar de lo que piensan es una pesadilla. Aquí es igual para todos, al otro lado hay hombres que intentan estar tranquilos, pero los constantes gritos pidiendo ayuda y los de agonía no ayudan mucho.

Llego al final del camino e indico a uno de mis esclavos que abran la puerta. Dentro se encuentra mi fuente de información más valiosa.

- Buenos días, ¿Qué tal todo? – su mirar no ha cambiado nada en estos 5 años.

- Ve al maldito grano – lo he tenido conmigo a base de amenazas, le quité a su mujer cuando no quiso cumplir con mis demandas, ahora sabe que no me ando con idioteces.

- Solo vengo por un poco de información a cambio de que él siga respirando – le lanzo una fotografía de su hijo.

- ¿Qué quieres ahora? – guarda la fotografía.

- No es un qué, son quiénes – Harry Johnson me mira serio, la última vez que me dio información de una persona terminé siendo el líder de New York.

- Habla – demanda impaciente.

- Dos nombres, mismo apellido – muestro la fotografía del hombre y la mujer, siendo la última mi mayor interés y foco de obsesión – Matt y Rateel Maddcro.


Capítulo editado.

Besos en las nalgas, chao.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
KrovozhadnyyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora