CAPÍTULO 10. PENSAMIENTOS

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Rateel Maddcro

Me siento en mi cama como puedo por la mañana, el brazo me duele como los mil demonios y eso que no fue tan grave. La herida que me hice ayer solo fue un roce, la cantidad de sangre fue más escandalosa que la misma herida, pero eso no quita que duela demasiado. Hubiera dejado que le dieran el tiro a él, el muy pendejo solo vio mi brazo y se dio la vuelta "inútil".

Me levanto por fin y reviso la hora, son las 6:00 am, tengo que alistarme para el trabajo, el cuerpo me duele. Voy a mi baño, comienzo a desnudarme y retiro la venda de mi brazo recordando cómo fue llegar a casa.

Flashback

Suben las ratas a la camioneta mientras yo sostengo mi brazo y espero a que alguien me lleve a casa, necesito curar esto. Uno de sus hombres se acerca a mí.

- Señorita Maddcro, el señor Caleb me pidió que la escoltara a su casa – enfoca mi herida – ¿quiere ir a algún hospital?

- No, curaré esto en mi apartamento, vámonos ya – me encamino a la parte trasera de la camioneta, mientras me dirijo a ella siento una mirada en mi nuca, me volteo y es él, me observa a la distancia y le regreso la mirada antes de subirme.

Le doy la dirección y en el camino no dejo de pensar, me estoy mezclando demasiado y ni siquiera debería de estar con ellos, esto podría traerme consecuencias. Saco las placas de mi bolsillo y las observo "tengo que acabar con ellos", ir detrás de la mafia de Chicago y acabar con los responsables de su muerte.

Fin del flashback

Estando arreglada y a punto de desayunar, el timbre suena, echo un vistazo en mi teléfono para revisar la cámara que puse en mi puerta, desde que estoy sola instalé una mini cámara en el número que cuelga a un lado de mi puerta. Reviso y me encuentro a Alicia, es extraño que venga a esta hora.

- ¿Todo bien? Es muy temprano para que estés en mi puerta – dejo la puerta abierta para que pase mientras me voy a la cocina.

- Todo bien, solo que estoy haciéndole un favor a Erick – toma un poco de mi café – ¿qué te pasó en el brazo?

- Una bala – se atraganta con el café y abre los ojos como platos – no me dio, solo fue un roce, ¿qué necesita Erick?

- Dices lo de la bala como si fuera común, te estas metiendo en problemas otra vez – para mis amigos, ningún aspecto de mi vida es secreto – en fin, se acerca el proyecto final de Erick y necesita una modelo para sus vestidos, trajes y demás.

- ¿Y dónde entro yo? – tomo una fresa y la muerdo.

- Tú serás la modelo – enseguida escupo la fresa y le cae en la cara – ¿¡que mierda Rateel!? – va corriendo a mi baño a limpiarse.

- ¿Qué le hace pensar que seré su modelo? Ni de coña voy a ser fotografiada – doy un trago a mi café y ella viene de regreso con una toalla.

- Nadie dijo nada de fotografías, escucha, harán una pasarela y serás su modelo si no quieres tener a Erick detrás de ti hasta que aceptes, lo conoces y no se cansará hasta conseguirlo.

Tiene razón, cuando él quiere algo puede llegar a ser muy insistente, en una ocasión se mudó a mi sofá hasta convencerme de que lo llevara a Disneyland, fueron dos semanas de escuchar a Erick cantando las canciones de Britney Spears a todo volumen en mi departamento y ver telas tiradas por todos lados.

- Se non ho altra scelta"Si no tengo otra opción".

- No sé qué dijiste, pero le diré que aceptaste – se acerca a darme un beso en la mejilla – le diré que te dé los detalles luego, suerte en tu trabajo.

En cuanto cierra la puerta voy por mis llaves, no quiero caminar, por lo que voy a mi Bugatti Chiron negro, en el camino intento pensar en algún plan para encargarme de mi problema de ratas sin inmiscuirme más en la mafia; otra cosa que aborda mis pensamientos es la forma en la que nos encontraron, según Caleb, la seguridad lo es todo y me suena estúpido que él cometiera un error en ello.

Antes de entrar al estacionamiento subterráneo, unas camionetas llaman mi atención, son el señor Jazub y sus hijos quienes bajan de ellas y al pasar por un lado tanto Caleb como Alexander ven el auto, ya que al tener los vidrios tintados no pueden saber quien conduce. Me estaciono en mi espacio reservado y me dirijo al ascensor. A medida que este avanza, recibo una llamada.

- ¿Qué ocurre Sabina?

- El señor Jazub quiere que vayas a su oficina – yo solo puedo recargar mi cabeza en la pared del ascensor.

- ¿Mencionó el motivo?

- No, pero su asistente me mencionó que te lo dijera apenas llegaras.

- De acuerdo, nos vemos en un rato – termino la llamada y presionó el botón para irme a su oficina.

Últimamente voy más a esa oficina y sé cuál es el motivo detrás de ello.

O más bien, quien.


Editado.

Besos en las nalgas, chao.


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KrovozhadnyyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora