CAPÍTULO 56. LLEGADA

93 7 0
                                    

Rateel Maddcro

Me remuevo en mi lugar al sentir una respiración en mi espalda. Tengo los músculos molidos y la entrepierna aún sensible, pero al menos ya me siento relajada. Intento levantarme y no puedo, giro un poco y me doy cuenta de que Caleb tiene medio cuerpo sobre mí, pesa demasiado y tengo que hacer fuerza para tirarlo a un lado.

Intento ponerme de pie mientras bostezo y cuando menos lo espero, estoy besando el suelo. Mis piernas tiemblan como si fuera un venado recién nacido. Una risotada me hace darme vuelta y mirar a la cama, donde un muy sexy y despeinado Caleb me mira son una gran sonrisa.

- ¿Se te perdió algo en el piso? – pregunta burlón.

- Mis ganas de vivir, ¿tú qué tal? – digo casual.

- Admirando las vistas de mi desayuno – recuerdo que sigo desnuda, por lo que abro mis piernas tentándolo.

- ¿Ah sí? – asiente embobado mirando mi entrepierna – ¿Qué tal si me ayudas a levantarme?

Me tiende una mano haciendo fuerza para levantarme, pero pongo los pies en la cama jalándolo hacia mí, quedando los dos en el suelo. Cae sobre mí y río viendo que su rostro quedó enterrado en mis senos. Levanta la cabeza y me roba un beso que me deja sin respiración, su mano se cierra en mi cuello, quiero adentrar mi lengua, pero se aleja de mí yendo hacia abajo.

Pasa la lengua por mis pezones ya erguidos, sigue bajando dejando besos húmedos por donde pasa y cuando llega a mi entrepierna para comenzar con el maravilloso mañanero, alguien toca la puerta.

Tocan. La. Jodida. Puerta.

- Rateel, soy yo, ¿estás despierta? – la voz de Alexander me hace suspirar.

- No, deja tu mensaje – acerco el rostro de Caleb para besarlo, pero Alexander vuelve a interrumpir.

- Tenemos que tomar un avión, floja, no encuentro a Caleb – grita desde afuera.

- ¡Joder, lárgate! – responde Caleb, genial, ahora no me dejará tranquila.

No se escucha nada, creo que se fue. Junto mis labios con los suyos, su pene se alinea para entrar en mí y justo, justo cuando va a hacerlo, la puerta se abre.

- ¿¡Están jun... – le lanzo un tacón interrumpiéndolo – ¡mi ojo!

-&-

Durante el vuelo, mi mente se concentra en la conversación que tuve con Yahiko antes de dejar la mansión, fue una conversación corta pero significativa. Caleb me abordó preguntándome qué era lo que me había dicho, pero Nakamura fue claro al pedirme total discreción ante el asunto.

Por ahora me he salvado de las preguntas de Alexander, aunque sé que llegando a Rusia comenzará con su interrogatorio. Veo a mi alrededor, Eiden mira una película con sus audífonos puestos mientras que Alexander está en una especie de coma, me sorprende que no tenga problemas de espalda por la forma tan anormal en la que duerme.

Un ruido a mis espaldas me hace voltear y veo a Caleb hacerme señas para que me acerque a él. Me levanto y cuando llego a su altura me acerca a él y entramos al baño del avión; el espacio es pequeño, muy apenas hay espacio entre los dos, sentir su miembro erecto me hace respirar hondo.

- Tu y yo tenemos algo pendiente – comienza a besarme el cuello y mi cerebro se va de vacaciones – sabes que odio dejar cosas pendientes, ¿no?

- No pienso follar en un avión, nos escucharán – sus besos me aturden, pero sus manos apretando mi trasero en su dirección me desconectan.

- Entonces tendrás que ser silenciosa – me sube a el pequeño lavabo y abre mis piernas, se restriega contra mí y un pequeño gemido se me escapa – ¿no te crees capaz?

Lo atraigo hacia mí para besarlo con desesperación, quiero mi puto mañanero. Desabrocho su cinturón, abro la pretina de sus pantalones y meto la mano para sacar su miembro. Gime ronco ante mi contacto, la verga le palpita y la humedad en su glande que hace salivar.

Pelea contra mi pantalón y cuando por fin lo retira, decide romper mis bragas. "Otro par a la basura".

- Las bragas cuestan para que las estés rompiendo – regaño entre besos.

- Las repone quien las rompe – me penetra de golpe y pongo mi mano en mi boca para evitar gritar – te compraré las bragas que quieras.

Me olvido de como hablar. Su respiración es un desastre, el sexo duro es lo más delicioso que alguien puede probar, sentir el salvajismo de la otra persona y notar el desespero que le provocas es glorioso; me hace sentir poderosa saber el poder que tengo sobre él.

Me muevo como puedo y nuestros cuerpos emiten un sonido cuando chocamos. Su boca busca mis pechos y los saca de mi camisa, se prende de uno mientras que con su mano magrea el otro; la sensación es tan placentera.

Un pellizco en mi clítoris me hace querer gritar, pero la mano que tenía en mi seno ahora cubre mi boca.

- Te dije que fueras silenciosa – acelera sus movimientos y sigue torturando mi clítoris.

Mis gemidos se pierden en su mano. Me desespero al no poder gritar y gemir todo lo que quiera, pero soy recompensada con un orgasmo arrasador. Da un par de estocadas más y sale por fin, su cuerpo se relaja con un suspiro, quita la mano de mi boca y limpiamos el desastre que se hizo.

Salimos juntos y veo que nadie se dio cuenta de lo que pasó, o eso pienso hasta que Eiden levanta una libreta donde escribió puercos en mayúsculas. Nos acomodamos en los asientos y nos preparamos para el aterrizaje. Al bajar del avión me encuentro con mis amigos, están parados recargados en la camioneta.

Voy hacia ellos y me reciben entre abrazos, besos y palabras. Mi familia. Se adentran a la camioneta y antes de entrar, me acerco al conductor.

- ¿Y bien? – pregunto seria.

- Ningún incidente, señorita – el tal Iván evita mirarme, lo pongo nervioso, bien.

- De acuerdo, ya podemos partir – digo satisfecha.

Ahora que el asunto con la Yakuza terminó, puedo enfocarme en encontrar al traidor. Ya tengo mis sospechas, espero que el primero en mi lista sea descartado, porque si llega a ser él, el desenlace no me gustará nada.


Capítulo editado.

Besos en las nalgas, chao.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
KrovozhadnyyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora