Lo dicen los adultos y por consecuencia nosotros: la vida es una montaña rusa. Por la momento estas yendo de fiesta con tus mejores amigos, y en un dos por tres estas en medio de una balacera sin saber que el destino te iba a hacer una pésima jugada...
El sexo con Caleb me dejó con la mente en blanco y con ganas de más. Aún está dentro de mí y encima mío, sigo respirando agitadamente, lo que pasó hace un par de minutos superó todas mis expectativas. Sale de mi interior con lentitud, enviando una corriente eléctrica por mi espalda.
Se pone de pie para ir hacia el baño y le doy un vistazo a su cuerpo. Tengo una enorme y marcada debilidad por los hombres con tatuajes y venas marcadas, y vaya que estoy disfrutando de la vista. Tiempo conociéndolo y hasta ahora puedo admirar la tinta que adornan sus brazos, los tatuajes inician del codo hasta los hombros en ambos brazos siguiendo por su pecho.
Bajo un poco más la vista y es cuando una sonrisa adorna mi rostro "sabía que tenía un buen trasero".
- ¿Quieres una foto? – su voz me trae de regreso.
- Me encantaría, así puedo dejar de imaginarme tu cuerpo al masturbarme – "ya no tengo filtro al parecer" sus ojos se oscurecen y se acerca.
- ¿Para qué una fotografía cuando puedes verlo con tus propios ojos? – lo tomo del cuello y lo beso sin apuro alguno.
Caí en picada y sin paracaídas. A pesar de haber follado, sigo sintiendo la tensión en el aire, lo que me hace replantearme la situación desde cero.
Se viste en silencio mientras sostengo mi conjunto hecho pedazos, me giro y se lo aviento en la cabeza "bestia". Se gira de inmediato y toma lo que queda de las bragas para guardarlas en su bolsillo, me preocupa que quiera hacerme un amarre con ello, pero pensándolo bien, no creo necesitar de uno.
Tomo la maleta que escondí y comienzo a vestirme, tomo mi teléfono y observo las 25 llamadas perdidas y los 50 mensajes de Alexander preguntando por nosotros. Antes de tomar caminos separados, me toma de la nuca y me da un beso rápido. Todavía confundida por el beso camino a la salida por donde salen las bailarinas, no sin antes cobrar mi dinero "estúpida no soy".
Vine en mi propio auto, por lo que cuando llego al edificio un Alexander serio me recibe. Durante el camino al apartamento no deja de decirme lo irresponsable que fui por no responder y trata de sacarme información sobre lo que hacíamos para no responder.
Cuando llegamos al apartamento, veo a Caleb sin camisa. Voy a la cocina por agua ante la repentina sensación de tener mi garganta seca.
- Mierda, ¿estuvo salvaje? – voy a la sala donde están hablando.
- Algo, pero las marcas de mis dedos en su cintura lo compensan – "espera, ¿qué?" me fijo bien y no puedo evitar escupir el agua, la cual cae sobre Alexander.
- Ay mierda – digo al ver las marcas rojas en su espalda y pecho.
- ¿Sorprendida, zmeya? – me sonríe ladino y le sonrío igual.
- Para nada, se las veo a los chicos con los que me acuesto – su sonrisa se borra y la mía aumenta.
Me fijo en la hora y pasan de las 3 am. Mi cuerpo está fatigado así que los dejo hablando en la sala para poder ir a mi habitación. Estoy conciliando el sueño cuando el sonido de la puerta siendo abierta me pone alerta, tomo el arma bajo mi almohada y cuando el colchón se hunde a lado mío pongo el dedo en el gatillo.
Toda tensión me abandona cuando detecto su aroma y enseguida siento sus brazos rodearme. Su cercanía, lejos de incomodarme, me provoca cierta calidez en el pecho. El sueño me envuelve y me remuevo entre sus brazos buscando su calor. "Moya koroleva" es lo último que escucho antes de caer dormida.
-&-
Por la mañana al despertar, él ya no está en la habitación. Me cambio y una vez lista salgo a la cocina para comer algo, ellos están en sus propios asuntos y al pasar a un lado de Eiden, le doy un beso en la mejilla. Estoy preparando mi comida cuando proceso lo que acabo de hacer "¿qué carajo?" volteo a verlo y me mira de la misma forma.
Le doy una sonrisa con la boca cerrada y me voy a la sala para desayunar. Este tipo de acciones las tenía mayoritariamente con mis amigos, especialmente cuando dormían en mi apartamento "los extraño".
- ¿Me escuchaste? – miro a Alexander y niego – te decía que comenzaremos a planear el ataque, ¿en qué piensas?
- Solo pensaba, ¿qué tenemos? – contesto solo eso, no quiero hablar de ellos, no cuando hay un rescate que hacer.
- Eiden y yo logramos conseguir la dirección donde los tienen, están en una casa de seguridad en la calle Pilots, los trasladaran a Chicago y la ruta más rápida es pasar por un túnel que los conecta – dice Alexander con seguridad.
- Es ahí donde planeamos atacarlos – termina de decir Eiden.
Me da el mapa que sacaron de la oficina y lo analizo. De la calle Pilots a Chicago es una hora de recorrido, la ruta es por la avenida principal para después tomar el puente, lo único que logra separar un lugar de otro es un gran túnel. Si ellos logran cruzar ese túnel, los perderemos para siempre y eso no está en mis planes.
Solo somos nosotros cuatro y unos cuantos hombres que se quedaron en la ciudad, no sabemos con exactitud a cuántos enemigos nos encontraremos, pero me imagino que no serán demasiados. Debe ser suficiente.
Tiene que ser suficiente.
- ¿Y bien? – pregunta Caleb, no me di cuenta cuando llegó.
- Tiene que ser mañana, necesitamos iniciar con los planes y reclutar a tus hombres para lo que haremos – digo mirando a Caleb.
- ¿Te das cuenta que serán solo 20? – pregunta serio.
- Sabes que tienen la reputación de subestimar todo, por lo que no se imaginan que estaremos aquí, además de que el infiltrado no ha dicho nada.
- ¿Cómo lo sabes? – pregunta ahora Alexander – puede que ya se hayan dado cuenta de que no estamos en Rusia.
- Si lo supieran intentarían matarnos y tendríamos que regresar por donde vinimos.
Después de terminar la conversación, pasamos las siguientes horas planeando el ataque, reuniendo a los hombres y preparando las armas. Perder no es una opción, no quiero perder más gente.
Donde ellos lleguen a morir, desataran el infierno en la tierra.
Capítulo editado.
Besos en las nalgas, chao.
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