Narrador Omnisciente
New York, 1800 horas
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Comunicado de emergencia:
Se ha desatado una persecución por las calles de New York, al parecer los oficiales van detrás de un grupo terrorista que ha desatado el terror en todo el área.
Sin embargo, hay informes que indican que han reportado distintos ataques en propiedades importantes. Se les pide a las personas que no salgan de sus hogares y se mantengan a salvo. Reporten cualquier actividad sospechosa a las autoridades correspondientes.
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Desde la radio de Rateel, todas habían escuchado lo que las noticias habían comunicado, ella se reía de lo que decían, solo le faltaba terrorista a su lista de apodos que le habían puesto a lo largo de estos meses. Cambió la frecuencia hacia el canal que tenían para comunicarse entre los autos, había que ser precavidas, puesto que no podían dejarse atrapar, todas debían llegar al objetivo final.
- Señora, estamos dentro del rango para el funcionamiento del detonador, ¿Cuáles son sus órdenes? – preguntó el equipo 1 por la radio.
- Deben pasar justo frente al edificio – explicó Rateel – en el momento en que lo pasen, oprime el botón, para esto deben dejar muy atrás a las patrullas para retrasarlos.
- Si, señora, cambio y fuera.
Los disparos no se hicieron esperar apenas la comunicación se cortó, la verdadera carrera se ha desatado.
En el centro de New York, el Banco de la Quinta Avenida tenía poca actividad, solo contaba con 25 clientes los cuales solicitaban préstamos, retiro de dinero y más. Sin embargo, en la bóveda trasera del segundo piso se llevaban a cabo todas las operaciones encargadas del lavado de dinero.
A las afueras del lugar, dos hombres se acercaban con tranquilidad al banco, lo único que desentonaba eran los 75 hombres que iban detrás de ellos con armas por todos lados y unas enormes ganas de devastar todo lo que encontrasen a su paso. Al entrar, las alarmas de las máquinas detectoras de metal sonaron por todo el lugar, poniendo en guardia a todos.
Al intentar acercarse, las personas detrás de los primeros valientes observaron cómo sus cuerpos convulsionaron por la enorme cantidad de balas que recibieron y enseguida, se pusieron a salvo detrás de las columnas. Mientras que más adentro del banco, aquellos "clientes" sacaron sus armas de los portafolios y mochilas que cargaban, provocando una distracción para darles tiempo a los demás de entrar por completo al banco.
Caleb estaba a cargo con sus cincuenta hombres para matar a todos los que pudieran en el lugar, mientras Elías tenía que colocar las bombas y tomar el dinero con otros cincuenta de sus mejores hombres. Tenían que darse prisa si querían evitar combatir con la policía a las afueras del banco o al SWAT.
- ¡Marcus McCall! – gritaba Caleb por los pasillos, aunque estaba al tanto de que no estaba en el lugar, sabía que al menos alguien ya lo estaba alertando, y equivocado no estaba.
- ¡Señor, están atacando el banco, no sé con qué objetivo, pero necesitamos apoyo! – el tipo calvo estaba sudando a grandes cantidades y se petrificó cuando la puerta de su oficina se abrió violentamente.
- Tú no eres McCall – dice Caleb, pero sonríe al ver al pelón con el teléfono en mano – pero sí lo es el que está al teléfono, ¡voy por ti jodido imbécil!
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Krovozhadnyy
AksiLo dicen los adultos y por consecuencia nosotros: la vida es una montaña rusa. Por la momento estas yendo de fiesta con tus mejores amigos, y en un dos por tres estas en medio de una balacera sin saber que el destino te iba a hacer una pésima jugada...