CAPÍTULO 65. RESCATE

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Rateel Maddcro

No sé cuánto tiempo llevamos aquí y tampoco sé si podremos resistir en estas condiciones. Los maltratos han ido aumentando, las torturas siguen consistiendo en cortes, golpes, submarinos y electroshock; la alimentación no es mejor, sobrevivimos a base de pan y agua.

Me he desmayado en varias ocasiones por falta de alimento, el estrés y las torturas, aunque ya ni con eso logran sacarme otra cosa que no sean insultos. Desde la vez que el imbécil me tocó sin mi consentimiento nos vigilan desde afuera, pero aun así no he logrado dormir más de 1 hora al día.

Siguen haciéndome preguntas sobre un cargamento, armas, contactos o alguna mierda que les sirva para infiltrarse en la mafia y destruirla.

Eiden no está en mejores condiciones que yo, ambos tenemos daños en todo el cuerpo y hemos estado ideando formas de salir de aquí, no podemos seguir esperando. Nuestra relación ha mejorado, es inevitable, somos el pilar del otro para no perder la cabeza en este lugar.

- Lindo maquillaje, ¿Cuándo fuiste al salón que no me invitaste? – lo molesto cuando veo ambos ojos con moretones.

- Al mismo tiempo que tu fuiste al peluquero – "hijo de perra", mi cabello esta maltratado y hecho un fiasco por tantos jalones.

La puerta emite un chirrido al ser abierta y volteamos, ya no nos preocupa tanto, sabemos que no van a matarnos. McCall aparece caminando con las manos en los bolsillos como si estuviera de paseo.

- Amor, qué alegría volver a verte – me sonríe y toma asiento en la silla que trae su esclavo – aunque tengo que admitir que no te ves muy presentable.

- Me ofende mucho tu comentario, creí que te agradaría mi nuevo look – digo derrochando ironía en cada palabra.

- Esa boca sigue soltando veneno – se acaricia la mandíbula y me mira fijamente – creía que a esta altura ya sabías que no debes hablar si no se te pide.

- Y yo creía que a esta altura ya sabías que no obedezco a nadie – sé qué hace referencia a las clases de modales.

Un día llegaron a enseñarme que no debo hablar si no se me ordena, obedecer órdenes y una sarta de pendejadas más. Terminó con un esclavo sin un dedo, otro con un labio roto y conmigo inconsciente.

- Esos inútiles no hicieron bien su trabajo, fue mi error no haberte amaestrado yo mismo – se levanta de su asiento y me toma de la quijada – cambiaremos eso pronto, hoy mismo abandonaremos este jodido congelador.

- ¿A dónde vamos? – mis alarmas se encienden, si salimos del continente europeo será más complicado para Caleb venir por nosotros.

- Iremos a casa, además – se acerca a mi oído – no has hablado y eso me pone furioso, pero obtengo gratificación al ver como tu rey se ha vuelto loco.

- ¿De qué carajo hablas? – pregunto harta.

- Los han estado buscando y me he divertido viendo cómo se ilusiona cada que encuentra mis migajas esperando encontrarte – ríe – aunque me hubiera encantado ver su cara cuando le entregue las fotos y el video de cómo nos divertíamos.

- ¡Enfermo de mierda! – mi rostro cuando me abofetea.

Al otro lado Eiden empieza a gritarle, pero no puede terminar ni la primera frase antes de que empiecen a golpearlo.

- ¡A mí no me hablas así, zorra! – jala mi cabello hasta que mi rostro queda en lo alto – aprenderás a tratarme con el respeto que debes tenerme – me suelta de golpe – ahora harás un video de despedida para tu querido Caleb.

KrovozhadnyyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora