Caleb Jazub
Por la mañana
La mañana fue totalmente caótica, descubrimos que en uno de los aviones de carga habían infiltrados escondidos, ordené que los buscaran y los trajeran ante mí. Desde que llegamos a Rusia he estado de un lado a otro revisando los cargamentos de armas y ajustando cuentas pendientes, seguimos esperando una represalia de Chicago y necesitamos estar preparados en caso de que algo pase.
Llego a mi empresa con la cabeza punzándome y ver a Alexander en la entrada, las aumenta aún más, Rateel está unos pasos atrás con el resto de mi guardia ordenándoles vigilar el perímetro.
- ¿Cómo van las cosas? – pregunta una vez atravieso la puerta.
- Italia va bien, no tenemos problemas con ellos, pero Bolivia está siendo un dolor en el culo – ingreso al ascensor con Alexander a mi lado.
- Siguen buscando a los infiltrados, pero aún no hay noticias, son buenos escondiéndose – nos encaminamos a mi oficina y antes de que entre, me detiene – ¿Rateel sabe que están aquí?
- No, no lo sabe – me mira fijamente y suspiro, miro a su espalda para confirmar que no está a la vista – no hemos hablado desde que llegamos.
Entro a mi oficina y reviso mi celular al recibir el mensaje de Rateel diciendo que viene hacia mi oficina, pero le ordeno quedarse fuera, es una distracción para mí y tengo que concentrarme.
Debo mantener una fachada de empresario ante los demás, reviso las cuentas mensuales de la empresa y antes de firmar el contrato que leía, la puerta se abre y por ella entra una mujer con gabardina.
- ¿Tú eres? – pregunto serio, no tenía una cita prevista y me sorprende que Rateel la haya dejado pasar sin avisarme.
- Vine por ti, cariño – deja caer su gabardina mostrando su ropa interior.
- Que yo sepa no contraté a nadie – me recargo en mi silla – así que, ¿Quién te contrató?
- Dejemos de hablar y pasemos a algo más interesante – sin importarle nada, viene y se sienta en mis piernas, no me produce nada.
Sigo pensando en porque está en mi oficina hasta que recuerdo que no le dije a Rateel que el día de hoy no vería a nadie. Maldigo con frustración, necesito conseguir otra secretaria, la última renunció cuando me vio matar a alguien; silenciarla fue fácil, un par de millones y listo.
- ¿Crees que esto es más interesante? – llevo un mechón de cabello detrás de su oreja – linda, no podrías contra mí, despedazaría ese coño si quisiera – mis palabras lejos de alejarla, provoca que sus pupilas de dilaten.
- Vamos Boss, me encantaría complacerlo – la única que puede hacerlo justo ahora está detrás de esa puerta.
- La cuestión es – me acerco a ella – nadie sabe que soy el Boss – el color desaparece de su rostro – así que vas a decirme quién carajos te envió y que quiere o tendré que romperte el cuello – le ordeno a unos cuantos centímetros de su boca.
Pasa sus manos por mi cuello y antes de que pueda hablar, una voz me hace dirigir mi mirada hacia la puerta, mi corazón late desbocado cuando la veo en el marco mirándome fijamente "mierda". Dice algo que no logro percibir y desaparece por la puerta, empujo a la tipa importándome un carajo que se haya ido de espaldas y voy tras ella.
Comienza a correr a las escaleras y voy tras ella, no puedo permitir que piense mal. Es una maldita cría, me hace perder mi tiempo persiguiéndola por todos lados y yo como idiota voy tras ella. Antes de poder atraparla, el carro de correspondencia se me atraviesa y caigo sobre él, maldigo cuando me golpeo y me pongo de pie volviendo a dirigirme a las escaleras viendo que ella entró al elevador.
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Krovozhadnyy
ActionLo dicen los adultos y por consecuencia nosotros: la vida es una montaña rusa. Por la momento estas yendo de fiesta con tus mejores amigos, y en un dos por tres estas en medio de una balacera sin saber que el destino te iba a hacer una pésima jugada...