CAPÍTULO 41. AUSENTE

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Rateel Maddcro

El aire helado junto a la ropa mojada que tengo encima hace que el frío me cale hasta los huesos. La lluvia que cae sobre mi cuerpo ayuda a quitarme un poco de la sangre que llevo encima. Lo disfruté, no es muy normal que digamos, pero vamos, ¿qué se podría esperar? Solo tengo que llegar a casa para escuchar el intento de sermón de Alicia porque estará muy ocupada intentando no vomitar.

Al llegar las luces ya están encendidas y en la puerta ya me esperan. En cuanto bajo de mi moto, pasó a un lado de él sin dirigirle la mirada, el cansancio ya me está pasando factura y no tengo la energía mental para discutir. Cuando cruzo el umbral, Fernanda tiene bolsas negras y Alicia tiene una bata abierta para mí.

Esto ha pasado antes y saben qué hacer. Me saco la ropa sin importarme las otras tres presencias, de las cuales dos desvían la mirada mientras que la otra me mira fijamente. Le regalo un intento de sonrisa a Fernanda y cuando me acerco a Alicia su rostro se contrae aguantando la arcada, tengo trocitos de no sé qué mierda en el cabello así que la entiendo.

Me voy a mi habitación a bañarme y cuando salgo, las chicas ya están en mi habitación esperando por mí.

- ¿Estás consciente que tenemos que hablar cierto? – comienza Alicia.

- No hay nada que decir, supongo que vieron todo.

- Una mierda, te volviste a perder en el dolor y lastimaste a personas en el proceso, ¿y dices que no hay nada que decir? – me mira incrédula.

- Ellos comenzaron cuando decidieron sedarme y apuñalarme por la espalda, porque es lo que es – veo sus intenciones de interrumpirme, pero no la dejo – entiendo que quisieron evitar que me fuera, pero con un carajo que eso no era necesario.

- Pero es que...

- Basta, mejor dejémosla descansar – habla Fernanda y me mira – probablemente no has vuelto del todo y es mejor que esa cabeza tuya se desconecte del todo.

Arrastra a Alicia hacia afuera y lo agradezco en mi interior, ella suele ser como la mamá oso del grupo cuando cosas como estas pasan. No pasa muy seguido, es la segunda vez que me pasa y espero que así se quede. Me acomodo en mi cama y sus rostros son lo único que veo en mi cabeza antes de caer inconsciente.

-&-

A la mañana siguiente bajo a la cocina con la intención de limpiar mis armas, tienen manchas de sangre y si no las quito se apestaran. En la cocina ya están Alicia y Fernanda viendo que cocinar para desayunar, tomo una toalla y la extiendo sobre la barra para acomodar mis armas.

- No seas puerca, ahí corté fruta – dice Fernanda dándome un vaso de jugo.

- Y yo un dedo – me saca el dedo medio y yo le aviento un beso.

Termino de limpiar mis dos pistolas cuando el trío hace su aparición. Sus miradas caen en mí y yo les resto importancia comenzando a limpiar mis preciadas navajas. Tiene grabadas mis iniciales en la cuchilla, fue un regalo de papá y no pude estar más feliz cuando me las dio.

- Lo haremos ahora porque sé que lo evitaras, ¿qué demonios fue eso de anoche? – pregunta Alexander totalmente serio.

- Fue lo que fue – respondo indiferente – no sé porque me lo siguen preguntando, lo vieron todo.

- Yo no hablo de eso, Rateel – dice Alexander.

- ¿Entonces? – pregunto irritada, amanecí con menos tolerancia.

- Nos disparaste, ¿en qué demonios pensabas? – pregunta Caleb enojado.

Entorno los ojos en su dirección, fue una pregunta demasiado estúpida.

KrovozhadnyyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora