CAPÍTULO 34. PLAN

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Caleb Jazub

Entrar en New York era imposible, pero al mover contactos y cobrar favores, las cosas se hicieron más sencillas. Partimos de Rusia 4 horas después de que un hombre nos informara que tanto Dave como el amigo de Rateel siguen con vida. Tuvimos que salir de incógnito para que, quien fuera el traidor, no se enterara de que ya no estamos en Rusia.

Mis padres se quedaron en la mansión siendo resguardados por sus propios guardias luego de llegar de su viaje a Italia, él mismo se encargaría de hacerles pensar que seguíamos en Rusia. Durante el vuelo discutimos lo que haríamos, si bien, al inicio no fue complicado realizar planes, todo dio un giro cuando nos enteramos que hubo un cambio de planes a último segundo.

El hombre que me informó de la situación, mencionó que los tenían en una casa de seguridad resguardados en New York, pero todo se fue a la mierda cuando se enteró que los moverían a Chicago, su zona. Si bien, no era problema para la mafia rusa entrar y salir victoriosos, el problema radica en que solo estábamos Alexander, Eiden, Rateel y yo.

Después de muchas horas de vuelo y de viaje en auto, llegamos a un edificio del cual era dueño. Subimos hasta el último piso para seguir averiguando información de donde sea posible hasta que Alexander grita que encontró algo.

- Después de que tomaran las calles de NY, se apropiaron de varios lugares un tanto importantes aquí en la ciudad, también se dice que...

- Alex, ¿podrías dejar de lado los chismes y decirnos lo importante? – interrumpe Rateel dándole con el cojín en la cara.

- Jesús, la bestia de está pegando lo amargado – se acomodó en su lugar y me miró "esto no me va a gustar" – el lugar de donde reciben más ganancias y donde más pasan su tiempo es en un club de striptease.

- De acuerdo, ¿cuál es el plan? – dijo Eiden, sabía que la idea de Alexander me provocaría aventarlo por el balcón.

- Bueno, necesitamos que alguien dé un buen espectáculo mientras los otros consiguen la información – dice con un murmuro.

El silencio se acentuó después de que lo dijo. Alexander y Eiden voltearon a ver a Rateel, la cual se había recargado en el sillón, mientras tanto yo analizaba cómo golpear a mi hermano con la computadora que tenía en sus manos sin que se dañara.

- Lo haré – soltó de repente.

- No, no lo harás – la interrumpí de nuevo antes de que hablara – ¿qué pasa si te descubren?

- ¿Y quién se pondrá a bailar en el tubo? Dudo mucho que quieran ver a Alexander bailando en tanga o a Eiden enseñando las pelotas.

- Podemos pagarle a una chica para todo eso – no quiero que lo haga, exponerse frente a otros, de solo pensarlo me provoca nauseas.

- Pues lamento informarte que no te pedía permiso y sabes bien que eso que quieres hacer podría salir muy mal – se pone de pie y abandona la sala dejándome con las palabras en la boca.

Si piensa por un segundo que me ganó, le demostraré lo jodidamente equivocada que está.

-&-

Es imposible que me haya ganado.

Desde hace una puta hora estamos en una tienda donde venden trajes exóticos y esas mierdas. Dejé a Eiden y Alexander en el edificio para que vigilaran los movimientos y se aseguraran que no hubiera otro cambio de planes, aunque la realidad es que encerré a Alexander al querer acompañar a Rateel porque según él tenía que asegurar la mercancía "mercancía mis pelotas".

Aburrido de esperar, paseo mi vista por el lugar y observo los artículos que hay disponibles, hay desde arneses hasta cuerdas de muchos tipos y texturas, una sonrisa se instala en mi rostro al imaginar distintos escenarios en los que podría usar las esposas en cierta mujer de ojos verdes. Toda fantasía se ve interrumpida cuando me llama.

- Ten, ve a pagar esto – me arroja el traje que va a comprar y elevo una ceja.

- ¿Tengo cara de mandadero? – me cruzo de brazos y ella sonríe con sorna – tengo que verlo para aprobarlo.

- Sigue soñando – cierra la cortina riendo e importándome una mierda, abro la cortina y me adentro al probador.

Ella se gira y se aleja, el probador está bien iluminado, un espejo cubre toda la pared y un sillón rojo adorna el centro del lugar. Su mirada es intensa y solo tiene la blusa puesta, ya que debajo solo tiene un pequeño short de licra, veo el reflejo del espejo y mi polla se pone dura al ver su enorme culo.

- Sal de aquí, ahora – me habla, pero yo ya tengo mi objetivo claro.

- Tu y yo tenemos asuntos pendientes, zmeya – la tomo por la cintura, la giro y la aprieto contra mí.

- ¿Ah sí? No lo recuerdo – está jugando.

- Con gusto te lo recuerdo.

Con mi brazo aprisiono su cintura y me encargo de restregar mi dolorosa erección en su culo, emite un jadeo y mi mano acuna uno de sus senos. Observo su reflejo y ver su rostro contraerse de placer cuando le aprieto uno de sus pechos sin cuidado alguno aumenta mi desesperación.

Deshago el aprisionamiento de su cintura y bajo mi mano con suma lentitud por su vientre, toco por encima de la tela y el calor que emite me saca un gruñido.

- Me voy a encargar de recordarte todo lo que tenemos pendiente – meto mi mano y paso los dedos por su entrada, encontrarlo húmedo y escurriendo hace que entierre mi polla entre sus nalgas más profundo.

- Caleb – jadea, muerdo su cuello y beso la marca superficial.

- Así que no recordabas nuestros asuntos, pero ahora estás mojada por mí, ¿eh? – le hablo al oído mientras dos de mis dedos se encargan de abrir sus pliegues – tarde o temprano, mis dedos serán sustituidos por mi lengua.

>> Y no me detendré hasta que sueltes todos tus jugos en mi boca y tenga tus piernas temblando, no pararé hasta oírte gritar y ver cómo te retuerces de placer – introduzco mis dedos en su coño y su calor me recibe.

Sus jadeos aumentan y abandono sus tetas para poner mi mano en su cuello, la obligo a mirarse en el reflejo y nuestros ojos se encuentran. Sus pupilas están dilatadas, sus labios rojos y la respiración agitada, mi polla se retuerce en busca de alivio, pero me lo niego.

- Cuando entierre mi dura y erecta polla en tu precioso coño, no te daré ni un solo gramo de piedad, lo castigaré con las embestidas más duras y rudas que podrás recibir en tu vida – las paredes de su vagina me exprimen los dedos y aumento la velocidad, le falta poco para llegar.

- Más rápido – una sonrisa ladina surge en mí y continuo hablándole.

- Me rogarás cuando te tenga debajo de mí y mientras te corres, te tomaré del cuello justo como lo hago ahora y te recordaré por qué eres mía – retiro mis dedos dejándola a punto de llegar y salgo del probador.

Chupo mis dedos saboreando sus jugos y me acomodo la polla como puedo. Tomo el traje que comprará y antes de pagar, voy a los estantes y compro algunos artículos que podrían servirme para después.


Capítulo editado.

Besos en las nalgas, chao.


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KrovozhadnyyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora