CAPÍTULO 15. AL DESCUBIERTO

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Rateel Maddcro

El destino no siempre es justo, no te da lo que quieres y muchas veces lo que te mereces, más bien lo veo como caprichoso; si el destino fuera una persona, sería bipolar. Un día estás feliz y relajada, sin complicaciones y las cosas te salen como quieres que salgan... Y de la nada, todo comienza a irse a la mierda y te encuentras con situaciones desagradables.

O personas.

- Sigo esperando una respuesta – me cruzo de brazos.

- Te responderé en cuanto me desates, debo decir que me advirtieron no subestimarte, debí haber hecho caso a las advertencias – me dice mientras está boca abajo amarrado en la silla.

- Si, debiste hacerlo – me acerco a desatarlo y una vez libre, voltea la silla y se sienta – ¿qué tienen ustedes con entrar a las casas a la fuerza? ¿Es una costumbre rusa?

- Tenía curiosidad sobre la famosa Rateel, no he dejado de escuchar cosas sobre ti – no me gusta que mi nombre se escuche dentro de organización.

- No sabía que los hombres de la mafia se dedicaban al chismorreo – se ríe.

- Tranquila, solo fue un pajarito un poco boca suelta – Alexander, quien más.

- ¿Encontraste algo que te llamara la atención, Eiden? – había intentado meterse a mi apartamento igual que los hombres de Caleb aquella vez, no dio más de diez pasos cuando ya lo había inmovilizado.

- Para ser honestos si, ya veo porque has llamado la atención de nuestro Boss – eso llama mi atención – solo tengo la impresión de que intentas alejarte de esto – vaya, el tipo es bastante observador.

- Pues ojalá que hayas encontrado lo que esperabas y si no, te jodes, ubiraysya iz moyego doma"sal de mi casa" y apenas lo digo, se retira.

Retiro mi ropa y me coloco una nueva, tomo las llaves de mi carro y me voy. Estoy genuinamente cansada de estos encuentros y si no pongo punto final yo misma, seguirá pasando. Las cosas comienzan a salirse de control y eso me molesta, necesito dar mis propios pasos sin que ellos me estén siguiendo a todos lados; desde que Caleb vio el desfile, comencé a ser más observadora.

El maldito había colocado escoltas y yo no lo había notado. Baje la guardia y, aunque agradezco haberme dado cuenta a partir de ese hecho, me enfurece que esté al tanto de todos mis pasos.

Me estaciono, estoy en una calle poco concurrida, bajo del carro y me recargo a la espera de que lleguen. Sé que venir aquí es sospechoso y arriesgado, por lo que sus hombres ya deberían haberle dado el aviso.

Reviso mi reloj y al ver que ya pasó suficiente tiempo como para que hayan llegado, saco mi teléfono y lo llamo.

- ¿Qué? – responde al segundo tono.

- Bajen de la camioneta y vengan, llegó el momento de hablar – cuelgo sin esperar una respuesta y a lo lejos veo que la camioneta se acerca.

Se detienen a varios metros detrás de mi auto y de ella baja el trío dinámico: Caleb, Alexander y Eiden. Vienen hacia mí y me dirijo al maletero, me recargo y ellos solo me observan esperando algo.

- Hola, Rate.

- Alexander, Eiden, nos volvemos a ver – cuando Alexander y Caleb lo voltean a ver, él voltea a otro lado y enseguida me doy cuenta – no me digas, ¿no les dijiste?

- ¿Decirnos qué cosa? – dice Caleb serio.

- Tengo que admitir que lograste hacer que me quedara sin aliento hace un rato – añado más leña al fuego y ahora es Alexander quien lo ve molesto.

KrovozhadnyyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora