CAPÍTULO 30. VERDADES

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Caleb Jazub

Verla con Mikelson en brazos definitivamente movió vibras en mi interior que no sabía que existían. Fue inevitable no sentirme desconcertado, es decir, Mikelson es una pequeña versión mía, ese niño odia a todo el mundo. Incluso a mí me veía con odio de pequeño y de pronto ella solo tiene que respirar para tener a esa pequeña pulga a sus pies "conozco a alguien que le pasa lo mismo".

Nunca me imaginé de esta manera: estando encerrado viendo una película de princesas con dos mocosos y una mujer en una cama. Volteo a verlos y me doy cuenta de que se han quedado dormidos, Mika acurrucada a un lado suyo mientras que Mike se mantiene encima de ella "conocí la envidia, y de un mocoso".

Al menos se sienten cómodos con ella, iba a decirle que está asignada para cuidarlos mientras estén en la mansión.

Me pongo de pie y antes de salir, como si algo más controlara mi cuerpo, me inclino para dejarle un beso en la frente a la mujer que me tiene con las bolas azules desde que la vi en mi club. Mi mente se va un escenario que antes no imaginaba donde la protagonista es la mujer de orbes verdes y me congelo a mitad del pasillo "¿qué carajo?".

- Te ves pálido – dice Eiden mirándome raro.

- ¿Qué quieres? – mirando a la puerta tras de mí.

- Tu padre quiere vernos, dijo que era urgente – bajamos las escaleras y vamos al despacho de mi padre – dijo que Rateel no podía estar presente, ¿sabes dónde está?

- Durmiendo con los mellizos – se frena para verme confundido – ¿por qué no quiere que esté presente?

- En primer lugar, es imposible que esté con ellos, es decir, Mikelson la hubiera sacado y Mikaela la hubiera ignorado – incluso a nosotros nos pasó.

- Pues Mikaela parece un koala con su brazo y Mikelson usa sus pechos como una puta almohada – almohada que quiero usar.

- No te pongas celoso, es un niño – antes de abrir la puerta me detiene – no sé qué quiera decirnos, pero creo que no es bueno y el que no quiera incluirla... – hace una mueca. A mí tampoco me gusta esto.

- Ya estamos aquí – cierro la boca cuando los rostros de Alexander y mi padre están totalmente serios – ¿qué ocurrió?

- Esto no es nada bueno – dice mi padre y respiro hondo.

-&-

Estamos en silencio luego de lo que nos dijo mi padre, Alexander asesina la mesa con la mirada digiriendo la información y Eiden mira con seriedad a mi madre mientras ella cocina; mi padre se quedó en el despacho buscando soluciones y yo... Por primera vez en mi vida no sé cómo mierda proceder.

- Ella es fuerte, podrá con esto – la voz de mi madre me hace mirarla, en sus ojos veo tormento – necesitará nuestro apoyo, pero podrá con esto.

- No lo creo – dice Alexander – ya perdió a su mundo una vez, perderlo de nuevo – se detiene y suspira – no sé cómo lo tomará.

- Madre tiene razón – hablo – pero que sea fuerte no significa que no se derrumbará, le dolerá y hará un descenso al infierno, pero nada que no haya pasado antes.

- El problema es que no importa cuantas veces lo hayas atravesado, ni que sepas el camino de regreso, el problema radica en que nunca te acostumbras a las llamas que llegan a quemarte hasta lo más profundo de tu alma – se para a lado mío y me da la mano – ve por ellos, hay que cenar.

Me pongo de pie y subo las escaleras. Por mas que sea el Boss no me creo capaz de hacerle un desplante a mi madre, no si quiero conservar mi dentadura.

Madre sabe de lo que habla, ha tenido múltiples visitas al infierno a lo largo de su vida y sigue aquí, pero no puedo dejar de sentir esta jodida punzada cuando imagino su reacción. Llego a la puerta y algo en mi interior grita que no abra esa puerta, que la aleje del dolor que experimentará.

KrovozhadnyyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora