Rateel Maddcro
Siento sus miradas en mi espalda a la vez que mis pasos son firmes y fuertes. Estoy sumamente molesta, mi respiración me delataba y mi mirada ahuyentaba a la gente que pasaba a mi alrededor. Llego a la sala en donde nos instalamos para localización, hackeo y vigilancia, me abro paso entre las personas y me coloco frente a ellos para hablar.
- Fuera, todos – al reconocerme, todos toman sus cosas rápidamente.
A saber la expresión en mi rostro, pero salen asustados. Al intentar salir a montones, chocan con los cuatro hombres que iban detrás de mí. Avanzo hasta quedar frente a la mesa y coloco mi arma a un lado mío mientras tomo un respiro hondo. Levanto mi mirada y choca con la de Caleb, está molesto por haber hurgado en sus asuntos, pero se lo advertí.
Me importa una mierda que tan enojado que esté, en estos momentos lo único que me impide gritonearle son las otras personas presentes en la habitación.
- ¿Alguien más nota que el ambiente se puso pesado? – miro hacia la persona que habló – ya que los maleducados no me presentaron lo haré yo, soy Elías Flanning.
- Rateel Maddcro – ignoro la mano que me da en forma de saludo.
- De acuerdo – la baja lentamente y hace un mohín con los labios – ya que me miras como si quisieras arrancarme la garganta, ¿pueden decirme que sucede aquí? Si voy a morir, al menos quiero saber la razón.
- Yo también quiero saberlo – regreso mi mirada hacia Caleb que sonríe mientras niega con la cabeza – dinos, querido jefe, ¿Qué carajos pasa aquí?
Al hacer hincapié en la palabra "jefe" me dio una mirada seria. Que soporte.
- ¿Cómo descifraron la seguridad de mi computadora? – habla por fin.
- Que te importa, no te desvíes del tema y habla de una maldita vez – respondo tosca.
Toma asiento y los demás hacen lo mismo, pero yo me mantengo de pie en mi sitio. Da un suspiro y dice algo entre dientes que no logro entender, toma un vaso con un líquido ámbar y se lo ingiere todo de un golpe.
- Elías y yo somos socios desde hace varios años, él me compra armas y deja que las distribuya por sus territorios al igual que usar rutas para traficarlas – escucho atentamente – mientras que yo permito que su droga entre a mis territorios y se distribuya por mis rutas.
- ¿Influye en algo? – pregunto aburrida y él contrae su mandíbula.
- Lo es si quieres saber sobre los contratos – ahora es Alexander quien habla acaparando mi atención – en los mandatos de nuestros padres y los nuestros tuvimos problemas con el ejército. Era una guerra en las calles, todo era sangre a nuestro alrededor, pero eso terminó.
- Yo hago la droga, pero no solo eso – habla Elías – también hago otras cosas, la química se me da muy bien, por lo que puedo hacer gases altamente peligrosos y drogas que no permito que entren a las calles, las considero como armas letales que considero su uso con fines más recreativos.
La información la grabo, pero sigo sin lograr encontrar su relación y comienzo a impacientarme.
- En una ocasión, pidieron cargamentos con las armas que nosotros fabricamos y con algunas bombas que Elías fabrica – la voz de Eiden ni siquiera me hace voltear a verlo, solo miro hacia la mesa – un comprador en Dubái las había solicitado, así que acoplamos ambos cargamentos en uno solo para tomar la misma ruta.
- La ruta era segura, nunca habíamos tenido fallos, pero ese fue nuestro error, confiarnos – Caleb habla – ambos líderes asistimos a la entrega, pero nunca llegamos al punto de encuentro debido a una emboscada.
- Iba a ser un desastre, cien hombres rusos, otros cien estadounidenses y otros cien por parte de la gente del comprador – Elías se pone de pie y se estira – éramos trescientos hombres malos contra otros trescientos de los buenos, obviamente las cosas se iban a poner muy mal.
- El hombre que estaba a cargo de la operación era el General Levine – Caleb habla con desinterés – al ver las cosas parejas, no tuvimos de otra más que hablar e intentar solucionar las cosas.
- ¿Las solucionaron? – pregunto.
- Momentáneamente, pero ellos pidieron algo a cambio de dejarnos ir y nosotros también – Alexander habla mientras come algo, ¿en qué momento? – vio lo que contenían los cargamentos y le interesó enseguida, tuvimos que reunirnos con el máximo jefe para llegar a un acuerdo.
- Es aquí cuando llega la relación de los contratos.
Para este punto ya he tomado asiento, me preparo mentalmente para lo siguiente qué dirán.
- ¿Es seguro decírselo a ella? – Elías me mira y yo lo hago de regreso – no te ofendas linda, pero esto es un asunto delicado y no me gustaría tener que cortarte la lengua.
- Inténtalo y perderás tus manos – Caleb habla enfadado.
- No podrías acercarte sin que antes te haya roto las rodillas – hablo a la vez.
- Con razón hacen buena pareja, par de sanguinarios – se cruza de brazos y mira hacia otro lado.
- El ejército y tanto la mafia de Rusia como la de New York tienen una tregua a cambio de los servicios de cada uno – Caleb me mira con seriedad – si se llegasen a filtrar estos contratos, esto sería un baño de sangre, los líderes de todo el mundo se verían en nuestra contra y las mafias del mundo peligrarían.
- Es por eso que quieren los contratos – Eiden habla y esta vez, si lo miro – si Marcus llegara a tenerlos en su poder, podría usarlos en nuestra contra y tenernos agarrados de los huevos, así como también lo estaría el ejército.
- La guerra entre el mundo de la mafia, el ejército y las naciones llegaría, y con ello, la muerte de países completos. Hablamos de la guerra más grande que el mundo haya podido ver.
Froto mis sienes ante la bomba que soltaron. Agradezco internamente que guardaran silencio un momento, me sirve para pensar en todo lo que dijeron y ordenar el desastre que hay en mi cabeza.
¿Tiene sentido que Eiden decidiera guardar silencio? Lo tiene. ¿Era mejor que me pasara algo atroz a mí, a hablar y arriesgar a todo el mundo? Si, era lo mejor. Definitivamente no haría lo mismo, pudieron haberme mencionado algo al respecto de todo esto, el imbécil de Marcus está tan obsesionado conmigo que lo que yo le hubiera dicho, lo hubiera creído.
- Todos fuera – Caleb habla trayéndome a la realidad – menos tú.
Me señala y enseguida todos se van. Bueno, supongo que ahora le toca a él estar de pie.
Capítulo editado.
Besos en las nalgas, chao.
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Krovozhadnyy
AcciónLo dicen los adultos y por consecuencia nosotros: la vida es una montaña rusa. Por la momento estas yendo de fiesta con tus mejores amigos, y en un dos por tres estas en medio de una balacera sin saber que el destino te iba a hacer una pésima jugada...